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Por Eduardo A. de Oliveira / EthnicNEWz.org

La mayoría de ciudadanos brasileños se sienten orgullosos del jiu jitsu, un arte marcial de defensa personal originado en Brasil. Pero un violento incidente en Chelsea en el que participaron tres maestros de dicha arte marcial, ha conmocionado a la comunidad brasileña de Boston.

Además de la conmoción sufrida en primera instancia, existen acusaciones por parte de las víctimas, que aseguran haber sido objeto de amenazas por parte de familiares de los acusados.

El trío de los supuestos victimarios, conocidos en la comunidad local por su comportamiento agresivo, está compuesto por Diego Santos y Iury Debs, ambos de 25 años y de residencia en Lynn, y Bruno Dacosta, de 23 años y quien vive en Everett. Santos y Debs son instructores de jiu jitsu en el Brazilian Martial Arts Center de Somerville, mientras que Dacosta fue pupilo de ellos.

Los hechos ocurrieron el 27 de abril, a las 2:00am., cuando Felipe Soares, un joven de 24 años, estaba comiendo en el McDonald’s de Chelsea cuando Santos arribó al lugar y supuestamente sin razón alguna le propinó un golpe en la cara haciéndole caer al suelo.

Un testigo afirma que, poco después del incidente, Dacosta y Debs se unieron a Santos golpeando a Soares y a su compañero de piso, Wilkinson de Oliveira, que intentó detener la paliza que le estaban dando a su compañero y acabó recibiendo otra igual.

Soares, gravemente herido durante la pelea, fue llevado a un hospital de Boston en donde fue inducido a coma. Hasta el 8 de mayo, la víctima sigue en la unidad de cuidados intensivos del hospital.

Oliveira fue trasladado a un hospital de Everett, donde los doctores tuvieron que reparar su mandíbula dañada y, aunque poco después fue dado de alta, Oliveira necesitará una operación facial reconstructiva.

Procedente de Minas Gerais, Brasil, Felipe Soares llegó a este país hace 11 años y conoce a los familiares de sus agresores muy bien. La hermana de Debs, por ejemplo, había trabajado con su hermana durante varios años. Santos, Debs y Dacosta se declararon inocentes de los cargos de agresión y heridas graves y fueron liberados tras abonar una fianza de $2,500 y entregar sus pasaportes.

ACUSACIONES DE CHANTAJE
Según un miembro de la familia Soares, algunos parientes de los agresores han amenazado con llamara los servicios de inmigración estadounidenses para detener a Soares y Oliveira al asegurar que viven ilegalmente en el país.

El cuñado de Soares, Bruno Rodrigues Ignácio, declaró que Soares no tiene seguro médico y que lleva acumulada una deuda hospitalaria de $200,000. Rodrigues Ignácio asegura que el costo del cuidado médico de su cuñado cuesta $15,000 diariamente.

Añadió que los doctores han evaluado el estado de Soares como crítico y, aunque su vida no corre peligro en estos momentos, necesitará al menos cuatro meses para recuperarse totalmente de sus heridas. La familia asegura que Soares hablaba inglés de manera fluida antes de la paliza y que ahora no es capaz de recordar palabras comunes. Además, cabe la posibilidad de que quede paralizado de la cintura para abajo.

En Brasil, el Consulado de Estados Unidos en Rio de Janeiro les negó visas a los padres de Soares. A pesar de que a oficina del senador Edward Kennedy intercedió consiguiéndoles una nueva audiencia la semana pasada, las visas les fueron negadas nuevamente.

La llegada de los padres de Soares habría sido un gran alivio para Bruno Rodriques Ignácio y su esposa, Danúbia, cuyas vidas y horarios de trabajo se han visto interrumpidos por la tragedia de Soares.

«Al principio mi jefe entendió perfectamente mi situación. Pero ya está empezando a impacientarse&rdqu

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