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Severin, un problema severo para Boston

Por Adam Reilly

Después de que escribí un artículo en internet sobre la suspensión de Jay Severin por parte de la radiodifusora WTTK-FM por sus comentarios contra los mexicanos – una suspensión que hasta el cierre de esta edición sigue en efecto – numerosos defensores de Severin se apresuraron a defenderlo. Según ellos, Severin estaba siendo «sacrificado» por atreverse a hablar francamente sobre la inmigración ilegal. (Uno de ellos comentó: «Dejen de proteger a criminales silenciando a otros que solo dicen la verdad».) Este es un argumento completamente falso. Muchos de sus colegas en los medios de tendencia conservadora utilizaron la epidemia de gripe porcina para cuestionar la actual política migratoria.

Su colega Neal Boortz sugirió que el mal se titulara desde ahora la «influenza fajita» y que seguro los mexicanos estaban siendo utilizados por algún partido como «armas biológicas» en EE.UU.; y Lou Dobbs, de CNN, sugirió la denominación de «gripe mexicana», según el grupo estudioso de la prensa Media Matters, de tendencia centroizquierdista. Sin embargo, ellos siguen en el aire. Entonces, ¿cuál es la diferencia entre ellos y Severin? Empecemos con la habilidad para ejercer la retórica.

Los comentarios de Boortz son iracundos, definitivamente, pero al menos él sabe donde pintar la raya. En ningún momento dice que los mexicanos sean inferiores (ya sea por razones sociales o biológicas) a los norteamericanos.

Y luego está Severin, quien obviamente no sabe donde detenerse. Severin no utilizo el virus H1N1 para atacar la política inmigratoria, sino que la usó para describir a los mexicanos como una raza subhumana – personas portadoras de «enfermedades venéreas», que son «sanguijuelas» y «criminaliens» (palabra compuesta que significa delincuente extranjero), «los primitivos más bajos del mundo».

Esas declaraciones son mucho más tóxicas que cualquier cosa que hayan dicho Dobbs y Boortz anteriormente. En otras palabras, los ataques de Severin contra la inmigración ilegal no fueron el problema, sino que él no tiene un filtro interno para detenerse en sus comentarios.

Aún así, ni eso hubiera sido suficiente para que Severin fuera suspendido por la radiodifusora. Como muchos analistas de medios en Boston han notado, los ratings de Severin han estado bajando últimamente.

Un locutor hostil que atrae radioescuchas, como Michael Savage, es una cosa; pero un locutor hostil que está perdiendo su audiencia es otra cosa diferente. Y si añadimos que Severin tuvo una confrontación pública (muy extraña) con Don Imus, quien lidera la programación matutina de WTKK, más el hecho de que aparentemente gana más de $1 millón al año, entonces no es de extrañarse que WTKK hubiera decidido darle un descanso obligado a Severin.

Severin, por supuesto, es libre de decir lo que se le ocurra, sin importar lo aberrante que sea. Eso no ha cambiado: pudiera hacerlo en frente del parque Boston Common mañana mismo si quisiera. Pero la libertad de expresión establecida en la Primera Enmienda Constitucional no le da derecho a decir lo que quiera sobre los mexicanos en WTKK, que es propiedad de Greater Media. WTKK es una empresa comercial y le paga a Severin mucho dinero porque esperan beneficiarse de él. Por el contrario, si el caso es que los comentarios infames de Severin los están perjudicando, entonces la estación tiene todo el derecho de deshacerse de él.

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