Por Ricardo Herrera Álvarez
«Luchamos por una libertad de expresión total», así de contundente se mostraban los manifestantes que el pasado jueves materializaron, con una protesta ante el consulado venezolano en Boston (situado en Copley Square), su posición en contra del más que presumible cierre del canal de televisión Globovisión por parte del gobierno de Hugo Chávez.
Los allí presentes fueron convocados por la asociación Venered como parte de la campaña internacional ‘A World without Censorship’, o Un Mundo sin Mordaza, una campaña que ha tenido protagonismo en otras ciudades de Estados Unidos, de Latinoamérica y de Europa y que se basa en la petición al presidente Hugo Chávez y a sus delegados consulares para que «recapacite y no cierre un medio de comunicación más. Se necesita la pluralidad. Los medios son el contacto entre políticos, la sociedad, la cultura, los deportes, etc. y el resto de la población, y si existe un control total sobre todos los periódicos, radios o televisiones, el peligro es muy grande para la población venezolana», comentaba Eva Santos, miembro de Venered.
Los manifestantes no pedían que desaparecieran los medios chavistas, sino que coexistan para alimentar un debate, que sea «beneficioso y necesario para todos».
«Nosotros no estamos en contra de los canales de televisión que apoyan al presidente Chávez, es bueno que tengan una vía de comunicación para poder expresarse y que el resto del mundo sepa de sus intenciones», continuó Santos. «Pero lo que no se debe permitir es que se cierren los medios que estén en su contra o que se les coarte en su trabajo, y es que no es sólo el posible cierre, es que los reporteros no afines al gobierno tienen verdaderas dificultades para informar con total libertad y sufren verdaderas limitaciones para acceder a determinada información, por no hablar de las represalias a posteriori que muchos han sufrido y sufren».
Como ejemplo de un pasado que no quieren que siga sucediendo, esta asociación presentó el cierre de RCTV, la más antigua estación televisiva; el uso de las firmas presentadas contra Chávez como arma en contra de los firmantes y sus familias; el ataque a la propiedad privada ganada con el esfuerzo y el trabajo de muchas generaciones de venezolanos; y el cada vez más constante uso de una «justicia manida», de la Policía o del Ejército para frenar a los disidentes de Chávez.
En la concentración pacífica se leyó un manifiesto, que posteriormente fue entregado al cónsul venezolano en Boston, Omar Sierra, en el que invitaban a los líderes del gobierno venezolano a recapacitar. «No es ésta la manera de hacer democracia, la democracia debe ser un sentimiento de libertad compartida, y si se cierra una televisión estás cortando de raíz con ese principio y estás adulterando la opinión pública de un futuro. Es muy importante para el devenir de una nación entera que frenemos éste tipo de decisiones, ya que el daño puede ser muy grande y casi, irreparable», decía el escrito.