La copa Euro 08 es, como era de esperar, un festín de ardores nacionalistas. Nunca falta la sangre, el terror y las lágrimas…
Cada jugador, cada equipo, cada país defiende reputación ante los ojos del mundo. ¿Y qué es la reputación sino la vida misma?
Grecia, campeón del toreo anterior, fue vapuleada. Italia, luego de derrotar-de manera dudosa-a Francia en la Copa Mundial de hace dos años, se debate entre la vida y la muerte, y su portero tuvo que disculparse en público por el pésimo desempeño en el partido inicial contra Holanda.
Holanda, a su vez, se perfilaba como un titán, lo mismo que Portugal. La revelación, por lo menos hasta ahora, es Turquía, que ha demostrado que los milagros no son exclusividad de la Biblia. En dos ocasiones, contra uno de las naciones organizadoras, Suiza, y contra la República Checa, con un marcador en contra, Turquía fue contra reloj y contra la marea para ganar ambos partidos. Los comentaristas de ESPN en inglés, como era de esperarse, describieron la aventura de manera insípida, por decirlo con gentileza. Al contrario, los de ESPN Deportes rindieron tributo a la pasión colectiva como sabe hacerse en el mundo hispano. La diferencia es como almorzar un mediocre sándwich de jamón con mayonesa o agasajarse con unos tacos al pastor acompañados de cebolla, perejil, piña y salsa roja.
La razón es simple: en EE.UU., el fútbol es un pasatiempo; en el mundo latino es una religión. Cuando mi hijo mayor, Joshua, me preguntó por qué le voy a España, mi respuesta fue filosófica: por la empatía cultural. ¿Y por qué odio a Alemania? Por la forma metódica en que mueve la pelota: a mi gusto, los alemanes no son jugadores sino robots. Claro que ninguna de mis respuestas es lógica; más bien son viscerales.
Y es la dimensión visceral la que me interesa. De hecho, en un torneo como la Euro 08 nunca deja de asombrarme la tolerancia deportiva. ¿Por qué los hinchas no se matan en el estadio? ¿A qué se debe que los jugadores sean tan amigables entre ellos, incluso en los casos en que el contrincante no hace otra cosa que atacar de forma encarnecida, despiadada y violenta?
En resumidas cuentas, para nosotros los latinos la Euro 08 es lo que fue en la antigà 1/4edad el circo romano: un espectáculo despiadado en el cual la derrota trae consigo la muerte-simbólicamente en este caso, aunque ése es un mero detalle.
Ilan Stavans es ensayista y profesor; entre sus libros se encuentra «La Condición Hispánica». Imparte la cátedra Lewis-Sebring en Amherst College. Su e-mail es ilan@elplaneta.com.