Por Eladi Bermúdez
«Que la gente tenga la necesidad de dejar su tierra es una condición eterna», dijo el fotógrafo cubano Abelardo ‘Abe’ Morell en el MFA. «Esto es tan viejo como la Biblia».
El simposio en el Museo de Bellas Artes (MFA, por sus siglas en inglés), ‘Inmigración: la Sombra del Pasado’, realizado junto con el Instituto de Boston para la Psicoterapia el domingo pasado, exploró esta cuestión eterna. El fotógrafo cubano Abelardo Morell fue uno de los tres panelistas que discutieron sobre cómo el haber inmigrado los ha afectado personalmente y a su arte. La coordinadora del evento, Susan Pollak, dijo a El Planeta que el MFA quería establecer en nuevos términos el tema de la inmigración.
«La cobertura mediática es muy negativa, algo muy injusto», dijo. «Queríamos celebrar la importancia de escuchar nuevas voces y ver las cosas de una forma diferente. Los inmigrantes ven EE.UU. desde una perspectiva diferente».
Quizá la afirmación más grande del acontecimiento fue la que Pollack comentó: «los inmigrantes tienen mejor salud mental que sus colegas estadounidenses».
Además, no es sorprendente también que» la salud mental de los inmigrantes se dañe cuando se van asimilando a la cultura norteamericana, pues la aculturación erosiona la cultura natal y eso puede causar un peligro para la salud mental».
La Dra. Margarita Alegría presentó los resultados de una investigación realizada sobre tal tema, la salud mental en los inmigrantes. Alegría presentó estadísticas alarmantes, como que el 50% de población de Boston no fue nacida en dicha ciudad. Además, se espera que el 25% de la población estadounidense en 2050 sea latinoamericana.
Uno de cada 5 niños en los Estados Unidos, según dijo Alegría, viene de una familia inmigrante. Por otra parte, los inmigrantes son tienen una probabilidad considerablemente menor de sucumbir al abuso de sustancias, comparado con los norteamericanos: el 26.4% de los americanos blancos abusará de sustancias en algún punto de sus vidas, contra el 7% de inmigrantes latinos.
«Según la Organización Mundial de la Salud, en Estados Unidos están los índices más altos de enfermedad mental», explicó Alegría. «El 50% de población estadounidense experimentará un desorden psiquiátrico en su vida». Alegría también tocó otros temas importantes: ¿qué pueden aprender los norteamericanos de los inmigrantes para mejorar su salud mental? y ¿qué pueden hacer los estadounidenses para ayudar a los inmigrantes de una forma que sea válida para ellos?».
ARTE E INMIGRACIûN
No todos los asistentes eran psicoterapeutas. Claudia Vanegas, de Colombia, ha pasado 29 años en Estados Unidos.
Ella asistió al simposio para «ayudar a los niños» en el centro escolar donde ella trabaja. «Quiero ayudarlos con la resistencia, la confianza y el amor propio», dijo. Morell – el fotógrafo cubano que intervino en el panel junto a la autora Gish Jen, quien ha escrito sobre temas de inmigración – continuó describiendo su experiencia. «La inmigración es a veces económica», explicó. Para su familia, que tuvo que escapar de Cuba durante la revolución, «la idea de la supervivencia era la principal razón de hacerlo».
Añadió que, para él, «no es donde tú quieres estar, sino en donde estás». Y quizás, lo que todos los inmigrantes ya saben, él articuló para los terapeutas: «tu puedes hacer de tu casa solamente llamándola así».