Ana Guevara
En estos días veraniegos, para los residentes de Boston no hay nada mejor que sosiegue el calor que comerse un buen helado. Y a la amplia gama del producto se suma ahora el que fabrica en su propia casa el argentino Eduardo Kreindel bajo la marca de Giovanna Gelato.
En tan sólo cuatro meses, Kreindel, de 51 años y residente en el área de Boston desde hace aproximadamente dos décadas, ha logrado atraer a un gran número de clientes con sus gelatos y sorbets de estilo italiano.
Lo singular de este heladero es que antes de dedicarse al arte de los helados fue arquitecto por 28 años. A pesar de que se desempeñaba muy bien en tal profesión, decidió abandonarla por considerar que aquí en Estados Unidos es una carrera muy dura.
«No tiene tantas satisfacciones, ni de diseño ni económicas», explica Kreindel en una entrevista con El Planeta en su casa de Newton Highlands. «Yo estaba buscando otros horizontes, quería hacer una cosa más creativa, y algo que siempre quise hacer es fabricar helados. Además he ganado la posibilidad de tener mi propio negocio».
Y precisamente la elaboración de gelatos le permitió explotar mejor su lado creativo, pues el producto no tiene mucha oferta aquí pero sí mucha demanda.
«Estadísticamente en Nueva Inglaterra es donde se consumen más helados en todo el país, no se sabe porqué pero es así», dice Kreindel. «Pensamos que el gelato también se va a consumir todo el año, aparte no sólo vendemos a heladerías; el fuerte de nuestra clientela en estos momentos son los restaurantes y supermercados».
Según comenta Kreindel, hay gran diferencia entre el método de producir el helado y el gelato, lo cual afecta cómo se degustan.
«En Estados Unidos lo que se come es el ice cream, comúnmente traducido al español como helado, pero lo único que tiene en común con el gelato italiano es que ambos son postres fríos», añade.
«Hay dos cosas fundamentales que los distinguen. El ice cream se hace con crema y tiene una cantidad de grasa mucho más alta que la leche con la que se hace el gelato», agrega Kreindel.
«La segnda tiene que ver con algo que acá llaman el over run, que es la velocidad de la paleta de la máquina. Con el ice cream la paleta va a una velocidad mayor por lo que se producen más burbujas de aire, en las que luego se deposita el hielo, lo que a su vez hace que tardemos más en sentir el producto. En cambio, en el gelato no tenemos que esperar a que se derritan esas cristalizaciones y por ello sentimos un sabor mucho más fresco y suave», afirma el maestro heladero.
Entre otros beneficios, el gelato tiene 1/3 de la cantidad de grasa contenida en un helado regular, gracias a que son elaborados con frutas naturales, sin saborizantes, ni colores artificiales o preservativos.
Por ahora, Giovanna Gelato se prepara en sabores latinos como dulce de leche (conocido desde Chile hasta México, dice Kreindel) y la vainilla mexicana. Además de sabores caribeños como el mango y passion fruit, que se conoce como maracuyá o parchita.
«Siempre que usted coma un Giovanna Gelato estará comiendo un helado co