Washington Post photo by Jabin Botsford
COMPARTE

Por Iván Espinoza-Madrigal, Executive Director, Lawyers for Civil Rights

Las conferencias de prensa del presidente Biden me recuerdan a las escenas clásicas del Chapulín Colorado“¡Calma! ¡Calma! ¡Qué no panda el cúnico!” Si bien es posible que el presidente no haya usado exactamente este viejo y conocido refrán, el tono general es similar al mensaje del protagonista de Televisa. Quienes no estén familiarizados con El Chapulín, pueden comparar las conferencias de prensa con otra referencia cultural contemporánea, la popular letra de Bad Bunny: No te preocupes, estamos bien. . . No hay nada mal, estamos bien, está todo bien.

Independientemente del punto de partida cultural, es fácil ver que las comunicaciones del presidente Biden no son sustantivas, especialmente en conexión con la crisis migratoria; el aumento en las infecciones de COVID-19; y el efecto de la inflación en los precios de la comida y la gasolina. La tendencia a minimizar nuestros problemas sociales, económicos y políticos es sintomática de un país que se está convirtiendo cada día, más y más, en un estado fallido.

Las garantías presidenciales son insuficientes cuando luchamos contra una mezcla volátil con múltiples desastres: inmigración, infección e inflación.

En cada una de estas áreas, el costo de la inacción es demasiado alto. Y no solo se refleja en los precios en el supermercado, donde todo está caro por la inflación. A pesar de que muchos sueldos siguen estancados, en todas partes del país en este momento cuesta mucho más alimentar y vestir a nuestras familias. También vemos este fenómeno manejando cuando pasamos por la gasolinera. El problema de la inflación está empeorando.

El efecto de cuello de botella —  y estrangulamiento — no solo está afectando bienes y servicios, también se siente en la crisis migratoria. Las promesas de la campaña presidencial están incumplidas en torno a la inmigración. Es doloroso ver que estamos dando marcha atrás a través de la recreación de la política de “permanecer en México.” Estas políticas no abordan las terribles condiciones en la frontera. Tampoco protegen a las personas que tienen TPS o DACA que necesitan acceso a una solución permanente. Y las personas indocumentadas siguen siendo tan vulnerables hoy como lo fueron bajo Trump.

No podemos olvidar el impacto devastador de la pandemia. Desde que golpeó la pandemia, tenemos condiciones de salud críticas. COVID-19 se ha extendido por nuestras comunidades de manera desproporcionada, pero las intervenciones de salud pública siguen siendo relativamente limitadas. Ahora que nos acercamos al tercer año de la pandemia, ¿cómo es posible que las intervenciones de salud pública bilingües sigan siendo relativamente raras a nivel local y nacional?

En cada uno de estos frentes — inmigración, infección e inflación — no se está materializando un cambio significativo, al menos no lo suficientemente pronto. Si el cambio está sucediendo, yo no lo siento.

En los últimos años, nuestras opciones electorales han oscilado entre la elección de candidatos como Trump, que caza migrantes en la frontera, hasta la elección de políticos bien intencionados como Biden, que aún nos mantienen en la sombra. En cualquier esquema, la comunidad Latina es esencialmente rechazada. Cuando nos acercamos, ambos partidos cierran la puerta. Independientemente de las sutilezas (o la falta de ellas), nuestras opciones de voto son cada vez más condenatorias. 

La ausencia de liderazgo en temas de inmigración, por sí sola, refleja el estado fallido de nuestro sistema político. La triste realidad hace que muchos Latinos y Latinas se pregunten por qué deberían votar, especialmente cuando las campañas tienden a ignorar a nuestras familias.

Seamos claros: los problemas de inmigración y las necesidades de la comunidad latina no deben ser radiactivos. En todo el espectro, independientemente de la afiliación o tendencia partidista, los candidatos deben sacar nuestros problemas del tercer carril y colocarlos al frente y al centro del sistema político.

Para ayudar a lograr esto, debemos hacer valer nuestra presión e influencia. Esto implica maximizar el poder político y la fuerza electoral de nuestra comunidad. Debemos movilizar urgentemente a nuestros votantes, no solo para votar, sino también para llamar a los funcionarios electos para que rindan cuentas. Esto significa que las personas que califican para cualquier tipo de estatus migratorio deben tomar medidas activas para asegurarlo. Y las personas que califican para la ciudadanía estadounidense, deben solicitarla. Las personas que ya son ciudadanas deben ejercer su derecho al voto. 

Para fomentar y sostener esta politización de nuestra comunidad, debemos aceptar que nuestro futuro colectivo — y el de nuestras familias — está aquí en los Estados Unidos. La formulación de políticas a nuestro favor depende del desarrollo de nuestra influencia política. Nuestro compromiso político debe cultivarse y canalizarse estratégicamente para lograr un fuerte crecimiento. Después del Censo de 2020, que confirmó la expansión robusta y dinámica de nuestra población, estamos bien preparados para ejercer nuestro poder político.

Al comenzar el nuevo año, nuestra resolución colectiva debe ser insistir en un tratamiento político que centre nuestras necesidades con respeto y dignidad. También significa que los funcionarios electos deben abandonar la semejanza al Chapulín Colorado y Bad Bunny. Esto significa la promulgación de políticas que realmente apoyen a nuestras familias para evitar las consecuencias de la inmigración, inflación e infección. Unamos fuerzas en el nuevo año para exigir un cambio a los sistemas y las estructuras fallidas que producen nuestros problemas. 

COMPARTE
ÚLTIMAS NOTICIAS

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *