ir al contenido

El fútbol y la paradoja emocional de los hombres

Un fenómeno que muchos hemos observado pero que pocos se atreven a cuestionar ahora tiene respaldo científico. Según estudios publicados en Frontiers in Psychology, los hombres expresamos nuestras emociones con mucha más intensidad durante un partido de fútbol que en situaciones sentimentales o afectivas.

Y lo viví en carne propia: la eliminación de Guatemala del camino al Mundial me hizo llorar. No por debilidad, sino porque el fútbol es ese espacio donde a los hombres se nos permite sentir sin filtros. Donde gritar, llorar o frustrarse por un gol fallido se interpreta como pasión y entrega, no como fragilidad.

La cultura deportiva nos da permiso para soltar emociones que, en otros contextos —como una ruptura amorosa o una conversación difícil—, serían juzgadas o malinterpretadas. En lo afectivo, en cambio, muchos cargamos con un código de masculinidad que nos dice que “aguantemos”, que no mostremos tristeza, que no se note el dolor… incluso cuando algo se nos rompe por dentro.

Por eso ocurre esta paradoja: podemos llorar frente al televisor con nuestros amigos tras una derrota que duele en el alma, pero mantenemos una aparente calma cuando el tema toca el corazón.

El fútbol nos muestra algo importante: que sí sentimos, que sí nos afecta, que sí nos duele. Y que está bien.

Los psicólogos explican que el fútbol genera picos emocionales tan altos que superan por mucho los de una ruptura sentimental. Una jugada mal hecha puede causar más angustia que un mensaje de despedida. Y es que, al parecer, el equipo sí cumple eso de “hasta la muerte”.

El amor, en cambio, suele vivirse con más paciencia y contención. Pero el fútbol no: ahí todo es inmediato, crudo y directo al corazón. Por eso muchos hombres lloran sin pena cuando el marcador no los favorece

Esta es una nota especial de José Gabriel "El Patojo" Cabrera de El Tiempo Fútbol.

Últimas Noticias

X