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Worcester redujo a la mitad las muertes por sobredosis. Ahora enfrenta recortes federales

Pacientes en tratamiento por adicción hacen fila para entrar a la clínica móvil de metadona de Worcester. (Jesse Costa/WBUR)

Por Martha Bebinger

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Algo sorprendente está ocurriendo en Worcester.

La ciudad redujo a la mitad las muertes por sobredosis en 2024. Y con solo 13 muertes registradas hasta abril, la segunda ciudad más grande de Nueva Inglaterra va camino a tener aún menos este año.

La caída en la mortalidad es una buena noticia para una ciudad y una región que hace poco tenían la tasa más alta de sobredosis fatales en el estado.

Algo similar ocurre en otras partes de EE.UU., donde las muertes por sobredosis cayeron un 27% el año pasado. En algunos lugares, las cifras volvieron a niveles previos a la pandemia, cuando hubo un repunte drástico. Pero con una disminución del 55% en 2024, la recuperación de Worcester es más dramática.

Médicos, enfermeras, líderes locales y trabajadores comunitarios dicen que han cambiado su enfoque, lo que creen que ha salvado vidas. La esperanza es que esta combinación de esfuerzos se convierta en un modelo para aliviar de forma sostenida la crisis de sobredosis.

Pero junto a esa esperanza surge una preocupación: casi todas las intervenciones que los expertos consideran clave dependen en parte de fondos federales que ahora están en riesgo.

La clínica móvil de metadona


A Trina le toma solo unos minutos caminar desde su habitación en el YMCA hasta una clínica móvil de metadona estacionada detrás de la iglesia católica Saint John’s. La fila en esta casa rodante adaptada avanza rápido, y a esta exenfermera de 60 años le encanta la conveniencia.

“Desde donde vivo, casi puedo lanzarle una piedra”, dijo.

Sin la furgoneta, Trina tendría que tomar dos autobuses para llegar a una clínica que ofrece metadona, un medicamento recetado que le ayuda a controlar la ansiedad por consumir fentanilo.

“Es todo un enredo y a veces no llego”, contó Trina. WBUR aceptó no usar su nombre completo porque todavía compra drogas ilegales ocasionalmente.

En los últimos dos años, la clínica móvil ha hecho paradas diarias en tres lugares diferentes y ha administrado dosis a más de 1,500 pacientes, según Spectrum Health Systems, la empresa que la opera.

“Definitivamente tiene más éxito que abrir un programa [fijo]”, dijo Heidi DiRoberto, quien supervisa la furgoneta para Spectrum. “Y realmente es lo correcto”.

Las investigaciones muestran que la metadona reduce en más de un 50% las probabilidades de una sobredosis fatal en personas con adicción a los opioides. El Dr. Jeff Baxter, director médico de Spectrum, dijo estar seguro de que ampliar el acceso a la metadona en Worcester está ayudando a salvar vidas.

“Cuando las personas toman metadona, no se sienten enfermas, no están en abstinencia”, explicó Baxter. “Ningún tratamiento que ofrecemos en medicina, aparte quizá de una cirugía, es tan eficaz como la metadona, así que deberíamos valorarla”.

La metadona tiene mala fama entre algunos críticos porque es un opioide, como la heroína y el fentanilo. Pero hay diferencias clave. Investigadores federales señalan que la metadona actúa lentamente, permanece más tiempo en el cuerpo que otros opioides y no produce sensación de euforia con las dosis recetadas.

Trina dijo que la metadona le ha devuelto la sensación de que su vida vale algo.

“Mi mayor salvación es no odiarme más, no machacarme a mí misma”, dijo. “Ahí es donde estoy mejorando”.

Trina toma una dosis de metadona dentro de la clínica móvil de tratamiento de adicciones operada por Spectrum Health Systems en Worcester. (Jesse Costa/WBUR)

Pero comenzar y mantenerse en un tratamiento con metadona no es fácil. Las normas federales exigen que los pacientes utilicen una clínica de metadona designada, y la mayoría, como Trina, debe acudir a diario para recibir su dosis. La Sociedad Estadounidense de Medicina de la Adicción publicó en julio un informe en el que afirmó que ampliar el acceso a la metadona es “crítico” y pidió al gobierno federal flexibilizar las reglas.

Las clínicas móviles pueden facilitar que los pacientes tomen metadona, pero algunos programas de tratamiento dudan en invertir en estas unidades. Y algunos vecinos y dueños de negocios temen que llevar servicios para personas que usan drogas a su barrio aumente la delincuencia y el consumo. Esos temores pueden carecer de fundamento: investigaciones sugieren que el crimen violento no es mayor alrededor de programas de tratamiento de drogas que cerca de tiendas de conveniencia.

Baxter dijo que Spectrum quisiera añadir más paradas en Worcester, pero no ha logrado obtener permiso de propietarios privados.

El costo también es una barrera. La furgoneta no cubre gastos. Según las cifras de Spectrum, los pagos de seguros solo cubren el 57% de los costos operativos.

“La energía operativa y el dinero que invertimos para hacer funcionar esto todos los días es una locura”, dijo Baxter.

La furgoneta podría resultar aún más costosa para Spectrum cuando entren en vigor los recortes a Medicaid incluidos en la ley One Big, Beautiful Bill Act, propuesta por el presidente Trump y aprobada por el Congreso. Casi el 90% del tratamiento por adicción a opioides en EE.UU. se paga con Medicaid, según un análisis de la Brookings Institution. No está claro si la financiación estatal cubrirá el vacío que dejen los recortes federales.

Actualmente, en Massachusetts operan cinco clínicas móviles de metadona, todas iniciadas con subvenciones del Departamento de Salud Pública del estado. También hay cinco clínicas móviles que ofrecen buprenorfina, un medicamento para tratar la adicción a opioides con menos regulaciones. Worcester tiene una de cada tipo.

Narcan está en todas partes


Si le pregunta a la principal funcionaria de salud de Worcester por qué las muertes por sobredosis han caído en picada, tiene una respuesta rápida y contundente.

“Narcan”, dijo la Dra. Mattie Castiel, comisionada de salud y servicios humanos de Worcester. “Es lo más relevante”.

La ciudad almacena Narcan, una marca de naloxona, en 13 lugares, incluidos la estación de tren, refugios y la biblioteca central. Es posible ver paquetes del aerosol nasal blanco colocados en cercas cerca de parques o en canastas en ferias callejeras.

“Hablamos del Narcan como si fuera RCP”, dijo Castiel. “Todos deben llevarlo y saber cómo usarlo”.

Videos de capacitación sobre el uso de la naloxona están disponibles en inglés y español en línea y a través de una aplicación gratuita de la ciudad. Un panel estatal muestra que hospitales, organizaciones sin fines de lucro, el gobierno local y residentes de Worcester recibieron 12,430 kits de naloxona entre julio de 2023 y junio de 2024.

La pregunta es si los grupos de Worcester podrán seguir distribuyendo naloxona en toda la ciudad a este ritmo. El presupuesto de la agencia federal que financia la distribución del medicamento ha sido recortado, lo que genera preocupación de que las comunidades tengan que racionar su acceso. Y los cambios en la financiación federal podrían amenazar otro elemento de la estrategia de prevención de sobredosis de Worcester, uno que revela una dimensión sorprendente de la marcada disminución de muertes en la ciudad.

El efecto de la xilazina


Kevin Davila, especialista en reducción de daños en AIDS Project Worcester, utilizó una cuchara parecida a un juguete para sacar polvo de una pequeña bolsa plástica y colocarlo en una máquina de análisis de drogas llamada espectrómetro. El polvo provenía de una pastilla azul vendida en la calle; al comprador le dijeron que era benzodiacepina, como el Xanax. Tras un escaneo rápido con la máquina, valorada en 55,000 dólares, Davila descubrió la verdad: esa pastilla contenía una mezcla de fentanilo, ketamina, un estabilizador de recubrimiento usado en la fabricación de plásticos y el sedante para animales xilazina.

De las muestras analizadas en Worcester el año pasado, el 64% contenían xilazina, más que en la mayoría de comunidades de Massachusetts. Davila dijo que saber qué contiene realmente una pastilla puede ayudar a las personas a evitar una sobredosis.

“Puede ser una llamada de atención para que digan: ‘Oye, quizá es hora de dejar de usar esto’ ”, dijo Davila. “O, ‘necesito ayuda’ ”.

Kevin Davila, de AIDS Project Worcester, analiza fragmentos de una pastilla ilegal. Compartirá los resultados con el cliente que la compró y con un sitio web de verificación de drogas callejeras. (Martha Bebinger/WBUR)

La xilazina puede dejar a una persona inconsciente por ocho horas o más. En comparación, el fentanilo puede perder efecto en un par de horas.

“La xilazina no aumenta necesariamente el riesgo de sobredosis, pero sí genera sobredosis más complejas”, dijo Jamie Davis, quien hasta hace poco trabajó en el Opioid Policy Research Collaborative de la Universidad Brandeis, el programa que supervisa el análisis de drogas en Massachusetts.

La conclusión es que cuando hay mucha xilazina en el suministro de drogas, las personas usan con menos frecuencia. Traci Green, directora del Opioid Policy Research Collaborative, dijo que probablemente esa sea otra razón por la que las muertes por sobredosis en Worcester han caído en picada.

“Esto no significa que el riesgo sea cero”, aclaró Green. “Solo que posiblemente haya menos fentanilo o menos oportunidades para una sobredosis”.

La xilazina es terrible a su manera, causando heridas profundas en la piel e infecciones, pero algunas comunidades con menos xilazina vieron aumentar las muertes por sobredosis el año pasado, agregó Green.

Preocupaciones por revertir los avances

Al igual que la financiación para el tratamiento de adicciones y la naloxona, la subvención que sostiene el análisis de drogas en AIDS Project Worcester está en duda. Funcionarios federales habían advertido sobre retrasos, pero esta semana dijeron esperar que el financiamiento continúe para los beneficiarios estatales y locales.

Y un nuevo decreto presidencial ha generado temor entre algunos defensores locales del tratamiento.

A fines de julio, Trump firmó una orden ejecutiva llamada “Poniendo fin al crimen y desorden en las calles de América”. Esta elimina fondos para programas que buscan reducir daños por el consumo de drogas si “no logran resultados adecuados” y “solo facilitan el consumo ilegal”. Aspectos de las clínicas móviles, entrenamientos de Narcan y análisis de drogas en Worcester podrían estar en riesgo por su enfoque en mantener con vida a personas que luchan contra la adicción.

Aún no está claro cómo o cuándo se implementará la orden, pero Deirdre Calvert, quien dirigió la Oficina de Servicios para la Adicción a Sustancias bajo gobernadores demócratas y republicanos en Massachusetts, dijo que no hará a nadie más seguro.

“No aborda el problema de la falta de vivienda ni el trastorno por uso de sustancias — solo empuja a más personas al sistema de justicia penal”, dijo Calvert. “Deberíamos enfocarnos en hacer la vivienda más accesible y aumentar el acceso a programas de prevención, tratamiento y recuperación”.

En Worcester, Castiel enfatizó que aunque las muertes han bajado, no hay indicios de que menos personas estén enfrentando problemas con el consumo de drogas.

“Estamos salvando vidas, pero no necesariamente tratando la adicción”, afirmó Castiel.

Sus mayores preocupaciones son los recortes pendientes a Medicaid, los pacientes que podrían abandonar el tratamiento y los servicios que podrían no responder a la demanda.

“La gente ahora mismo está en espera, preparándose para ver qué pasará”, dijo Castiel. “Los recortes debilitarán algunos de los avances que hemos logrado hasta ahora. Pero creo que podemos resolverlo acercándonos a la comunidad”.

Los recursos en Worcester ya están disminuyendo. En los últimos meses, dijo Castiel, la ciudad perdió un programa de atención urgente para adicciones y un equipo de respuesta a crisis que ayudaba a guiar a las personas hacia el tratamiento. Para Castiel, esto se siente como otra pandemia emergente.

“Este es ese tipo de emergencia”, dijo Castiel. “Entonces, ¿Cómo colaboramos y nos ayudamos entre todos?”