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Jason Doo comenzó a prepararse para tiempos difíciles en noviembre, casi tan pronto como se enteró del resultado de las elecciones presidenciales.
Doo, propietario del Wusong Road Tiki Bar en Harvard Square, anticipó impactos en la economía y comenzó a guardar efectivo, renegociar contratos con proveedores para ahorrar dinero y bajar los precios del menú con el fin de mantener un flujo constante de clientes. A medida que la inflación y otros factores económicos llevaron a las personas a reducir sus gastos, esas medidas resultaron estar justificadas.
A medida que el gobierno federal pone el foco en las instituciones de educación superior y en los estudiantes internacionales, un segmento clave de la clientela podría desaparecer.
Doo ha escuchado de amigos en la industria de la hospitalidad que ya han sufrido pérdidas económicas. En particular, mencionó que amigos dueños de otros restaurantes asiáticos cerca del Massachusetts Institute of Technology (MIT), donde hay una gran población de estudiantes internacionales, están enfrentando dificultades. Incluso establecimientos de alta gama vieron una disminución en las ventas durante la temporada de graduaciones, que suele ser una de las más lucrativas del año.
Según NAFSA, una organización mundial que representa a educadores internacionales, por cada tres estudiantes internacionales en Estados Unidos se genera y se sostiene un empleo, gracias al gasto en educación superior, alojamiento, alimentación, comercio minorista, transporte, telecomunicaciones y seguros médicos. En Massachusetts, los estudiantes internacionales aportaron casi $4 mil millones y su gasto sostuvo más de 35,000 empleos durante el año académico 2023-2024.
“La industria de la hospitalidad en este momento, con el aumento de precios y alquileres por las nubes… se ve aún más afectada cuando de repente se pierde una gran parte de nuestra base financiera sin previo aviso”, dijo Doo. “Puede ser devastador. Un mal año puede acabar con un restaurante”.
El aporte económico de los estudiantes internacionales
Aunque Boston ocupa el puesto 24 entre las ciudades más pobladas de EE.UU., tiene el quinto Producto Interno Bruto (PIB) per cápita más alto del país, según un estudio de Metroverse, un programa del Harvard Growth Lab del Centro para el Desarrollo Internacional.
Además, el estudio encontró que el sector económico más grande de la ciudad es el de “educación y servicios de salud”, que representa el 23.02% de los empleados en Boston.
“Boston es un centro de las actividades más dinámicas... con base en Harvard, el MIT, el Mass General Hospital y el sector financiero”, dijo Ricardo Hausmann, director del Harvard Growth Lab. “Es un imán de conocimiento que se ha creado gracias a una enorme participación de talento extranjero”.
“Uno de los secretos del excepcionalismo estadounidense no es tanto que Estados Unidos produzca personas talentosas, sino que es un gran imán que atrae a personas talentosas”, añadió Hausmann.
Los estudiantes extranjeros, en particular, llegan a Boston con mucho dinero disponible. Como no son elegibles para muchas formas de ayuda financiera, una gran parte de ellos proviene de familias que pueden pagar la matrícula completa y los gastos de vida por cuenta propia.
Eso significa que, a diferencia de muchos estudiantes estadounidenses que apenas logran reunir algo de dinero o deben trabajar medio tiempo mientras estudian, muchos estudiantes internacionales tienen más libertad para gastar en compras y comidas fuera.
“Existe la percepción de que tienen más ingresos disponibles que están dispuestos a gastar en restaurantes, tiendas de ropa, chocolaterías, o en lo que sea. Simplemente hay más dinero circulando”, dijo Jessica Sculley, presidenta de la junta directiva de Harvard Square Business Association. “Y si simplemente reduces esa cantidad de dinero, habrá menos para repartir entre todos los negocios”.
Las tres universidades del estado con mayor contribución económica por parte de estudiantes internacionales durante el año académico 2023-2024, según el estudio de NAFSA, fueron todas del área metropolitana de Boston:
- Northeastern University aportó $828.8 millones y apoyó 7,791 empleos;
- Boston University aportó $765 millones y 8,326 empleos;
- Harvard University aportó $383.6 millones y 3,910 empleos.
Una pérdida de estudiantes internacionales, tanto de las generaciones actuales como de las que están por ingresar, no solo eliminaría la actividad económica que generan durante sus cuatro años en el campus, sino también toda una vida de aportes económicos, culturales e intelectuales a través de sus carreras y más allá, dijo Hausmann.
El aumento en la matrícula de estudiantes internacionales impulsa la innovación y la creación de patentes, según investigaciones del American Immigration Council. En Massachusetts, los inmigrantes representan aproximadamente el 27% de los emprendedores —unos 91,400— que generan alrededor de $3.1 mil millones en ingresos empresariales, según el AIC.
Aproximadamente el 41.1% de los residentes nacidos en el extranjero en Massachusetts tienen al menos un título universitario, según datos de la Oficina del Censo de EE.UU.
“Las universidades son una de las mayores exportaciones de Estados Unidos. Más de un millón de estudiantes extranjeros que vienen a estudiar aquí representan una actividad de exportación muy significativa en la que Estados Unidos tiene un gran superávit”, señaló Hausmann. “Ahora bien, uno de los elementos necesarios para que esta industria exista, sobreviva y prospere, es que se permita la entrada de los estudiantes. Así que las visas son un facilitador clave de las exportaciones estadounidenses".
El temor aleja a algunos de estudiar en EE.UU.
Desde que asumió la presidencia en enero, Donald Trump ha endurecido las políticas migratorias, enfocándose principalmente en personas que viven en el país sin autorización legal y en aquellas que han cometido delitos. Los ataques de su Administración contra las instituciones de educación superior incluyen la revocación de visas estudiantiles y la suspensión de entrevistas de visa para nuevos estudiantes, muchas veces sin previo aviso ni razón explícita.
A nivel local, Trump ha tenido un conflicto particular con Harvard University, recortando miles de millones de dólares en fondos para investigación e intentando prohibir que la universidad admita estudiantes internacionales por completo. Aunque un juez federal bloqueó ese intento tras la demanda presentada por la universidad, esto llevó a que muchos estudiantes “reconsideraran su futuro en Harvard,” según documentos judiciales.
No obstante, las acciones de la Administración ya han disuadido a estudiantes, tanto extranjeros como nacionales, de postularse o asistir a la universidad. Parte de la razón es que las reglas cambian todos los días, conforme el gobierno federal introduce nuevas restricciones.
“Todavía hay tanta incertidumbre que, aunque las cosas más o menos se mantengan igual, la gente no sabe qué pasará dentro de un mes, tres meses o seis meses", dijo Sarang Sekhavat, jefe de personal de Massachusetts Immigrant and Refugee Advocacy Coalition. “Cuando llegue la primavera o el otoño y sea hora de volver a clases, no tengo idea de cuál será la situación. ¿Quiero arriesgarme o debería simplemente transferirme ahora?”
Aproximadamente el 27% de los estudiantes de pregrado y posgrado en Harvard son internacionales, según datos de 2024 a 2025.
A principios de este año, el gobierno federal revocó visas de estudiantes en todo el país, lo que provocó más de 100 demandas a nivel nacional antes de revertir la decisión y restablecer las visas.
Matthew Maiona, abogado de inmigración y socio gerente de Maiona Ward Immigration Law en Boston, dijo que antes solo veía una o dos revocaciones al año, generalmente porque el estudiante no asistía a clases o no estaba inscrito en el mínimo de créditos.
Ahora, explicó Maiona, no está claro por qué ciertos estudiantes están siendo afectados. Muchos vieron sus visas revocadas a través del sistema SEVIS (Student and Exchange Visitor Information System) tras una interacción con las autoridades, incluso si solo se trataba de una multa de tránsito o un cargo menor que fue desestimado.
“Se trata de asustar a la gente,” dijo Maiona. “Antes confiabas en un sistema, podías presentar una queja y decir: ‘Oye, hubo un error en mi SEVIS y me revocaron la visa. Aquí está la documentación.’ Entonces, USCIS decía: ‘Te vamos a volver a poner en el sistema y corregir el error.’ Ahora, olvídalo.”
Un estudiante europeo, que pidió no ser nombrado para no poner en riesgo su visa, fue admitido en Harvard en la primavera y contó a MassLive y El Planeta que, aunque mantiene la esperanza, la controversia alrededor de Harvard es tema común en la mesa familiar. Tras ser admitido, aceptó emocionado la oferta, pero los titulares internacionales, las entrevistas canceladas y los problemas en el procesamiento lo hicieron cuestionar si realmente podría pisar el campus para cumplir su sueño.
“Estoy esperando recibir la visa,” explicó, “pero el portal no me permite pagar la tarifa para la entrevista".
Harvard le ha enviado correos “casi todos los días” con actualizaciones y palabras de ánimo, dejando claro que hacen todo lo posible para que él y el resto de los estudiantes internacionales puedan estar en el campus en otoño. Él comentó que esto le ha brindado consuelo y una sensación de seguridad.
A pesar de los desafíos, aún espera estudiar en Harvard. Cuando se le preguntó qué haría si surgieran problemas mientras estuviera en Harvard, dijo que consideraría tomarse un semestre libre, estudiar en otra universidad o incluso asistir en línea.
Hausmann dijo que ha hecho ofertas a estudiantes de doctorado que soñaban con Harvard, pero muchos las rechazaron. Bromeó diciendo que pasa más tiempo preocupándose y lidiando con problemas burocráticos de visas que investigando y enseñando.
“Ellos [estudiantes e investigadores] no pueden vivir con la ansiedad de la incertidumbre, la angustia existencial de no saber si su visa será renovada o no", afirmó.

Independientemente de la universidad, muchos estudiantes internacionales están dudando, temiendo que su educación se vea interrumpida y que su inversión se vuelva casi inútil. Como señaló el estudiante europeo, salir de casa en otro país ya es un sacrificio casi insuperable. Así que hacerlo con la posibilidad de que su sueño se derrumbe es casi una locura y aumenta el estrés y el miedo de venir a Estados Unidos.
En abril, Harvard anunció que implementaría una nueva política de admisiones que permite a los estudiantes internacionales aceptar un lugar en el campus de Cambridge, así como un lugar alternativo en una universidad extranjera, para ayudar a quienes están tomando esta difícil decisión.
Este mes, la Harvard Kennedy School, donde el 52% de los estudiantes son extranjeros, anunció que permitiría a los estudiantes estudiar en línea o en la University of Toronto como un plan de contingencia en caso de que no les permitan entrar a Estados Unidos.
Sobre la posibilidad de estudiar en otro país, el estudiante europeo dijo que "no quiere pensar en eso ahora mismo". Sin embargo, mencionó que había visto que la Hong Kong University estaba abriendo sus puertas a estudiantes admitidos en Harvard y que, si la situación se volviera grave, consideraría esa oportunidad.
Los dueños de negocios esperan ver qué pasará
Sculley dijo que, aunque ella y otros dueños de negocios locales aún no han visto un gran impacto en sus ingresos, ya que los estudiantes se han ido por el verano, existe una “incertidumbre tremenda” sobre cómo estarán las cosas en septiembre.
“No digo que cada estudiante de Harvard gaste mucho dinero en Harvard Square todos los días, pero es significativo. Es significativo para los restaurantes, los pubs, las cafeterías, las librerías, incluso los bancos", dijo Sculley, agregando que con los recortes a la financiación federal para la investigación, el personal universitario también podría no estar para apoyar a los negocios locales. “Creo que será un gran, gran obstáculo superar si de repente perdemos a esas personas".
Jeremy Herrera, cuyo padre es dueño de Felipe’s Taqueria, un popular restaurante mexicano en Harvard Square, estimó que entre el 30% y el 40% de la clientela del establecimiento son estudiantes universitarios, y entre el 15% y 20% son estudiantes extranjeros. Dijo que reciben clientes que visitan desde todo el mundo, y a menudo le cuentan que es su primera vez en el país.
El restaurante y el bar, que tiene tres pisos más una terraza en la azotea, se llena especialmente a la hora del almuerzo, cuando Herrera dijo que la afluencia de estudiantes que vienen a comer entre clases es completamente impredecible día a día.
“Es enorme", dijo. “Eso es lo que mantiene funcionando a toda la ciudad".
Doo dijo que, debido a la ubicación de Wusong Road junto a la Harvard Kennedy School, ve a muchos estudiantes de posgrado que vienen por una bebida en la noche después de clase. Estimó que entre el 5 y el 10% de sus clientes son estudiantes internacionales.
Comentó que ha estado ampliando sus esfuerzos de marketing y haciendo otras inversiones en el restaurante, como la instalación de una estación de buffet para poder organizar eventos privados con mayor facilidad. Y en lugar de intentar ser un punto de encuentro del vecindario, Doo está enfocando su marketing cada vez más hacia las personas que visitan Harvard Square, para asegurarse de no depender solo de un solo grupo demográfico.
"Estamos cambiando el enfoque de cubrir una necesidad local a una necesidad más amplia, lo cual no es tan sostenible porque no estás a la vuelta de la esquina", dijo.
Con el panorama siempre cambiante de las regulaciones migratorias, es difícil saber si es momento de reducir gastos para ahorrar dinero. Sculley comentó que en su propio negocio, Commonwealth Wine School, por ahora planea mantener el mismo número de clases para el otoño.
"Pero también estoy esperando que llegue el momento, cuando sea hora de inscribirse en julio y agosto, de no ver esos números y pensar: ‘oh, tengo que reducir mi negocio.’ ¿Qué significa eso para mi renta? ¿Qué significa para mi personal?" dijo. “Por ahora, lo único que puedo hacer es esperar y ver".
Sculley dijo que quiere que los legisladores entiendan que todos los negocios necesitan gente, tanto para trabajar como para generar ingresos.
"Así que todas estas decisiones que parecen ser abruptas, cambiantes y luego inciertas sobre si van a durar o no… afectan a personas reales", dijo. "Y no solo las vidas de esas personas, sino también sus bolsillos… Es una desaceleración automática para todos nosotros, y una amenaza existencial potencial para muchos de nosotros".