Recibir la noticia de que la periodista mexicana Marcela García ha sido seleccionada como Nieman Fellow 2025 en la Universidad de Harvard me llenó de orgullo y una inmensa alegría. El periodismo es, a mi parecer, una de las profesiones más competitivas que existen. No solo por la gran cantidad de profesionales en el campo, sino porque la identidad y la marca personal de un periodista son activos que se cuidan con celo durante toda una carrera. He trabajado con muchos periodistas a lo largo de los años como dueño de medios. Puedo decir que la dinámica competitiva en el periodismo es única, especialmente entre colegas que compiten por primicias, espacios y credibilidad.
Este contexto me parece clave para entender el logro de Marcela. Decidió forjar su carrera en Estados Unidos, un entorno difícil para periodistas hispanos. Apostó por escribir en español, perfeccionar el inglés, construir credibilidad en un entorno ajeno, y terminó integrando, y resistiendo un comité editorial del más alto nivel como el del Boston Globe. Eso no solo es admirable, es histórico.
Conocí a Marcela hace 20 años cuando llegó de México a Boston. Gracias a recomendaciones de David Beard, entonces profesor en Harvard y editor de Boston.com, y de Jerry Villacrés, entonces asesor editorial en El Planeta, se incorporó como pasante (intern en inglés), construíamos un periódico con pocos recursos pero con grandes aspiraciones. En aquel entonces, yo era editor y fundador, y había creado un comité editorial con líderes de la comunidad. Después de trabajar un semestre como pasante, Marcela se convirtió en nuestra primera periodista profesional contratada a tiempo completo. Pronto la promoví a editora del periódico, no solo por su talento, sino por su ética, su ambición, su compromiso con la comunidad y su tenacidad.
Recuerdo episodios que ilustran su carácter: cuando se subió a una patrulla en East Boston para cubrir una redada contra una red de prostitución, o cuando saliamos de un restaurante en Brookline se acercó a la policía que detenía injustamente a unos inmigrantes y, al identificarse como periodista de El Planeta, logró que los dejaran en libertad. También recuerdo su impaciencia cuando sentía que podía dar más. Era evidente que estaba destinada a romper barreras.
Ser periodista hispano en Estados Unidos conlleva retos adicionales. En su etapa como editora, era común que se nos excluyera de ruedas de prensa importantes o que no se tomara en serio el trabajo de la prensa en español. La discriminación era evidente. Y aún hoy, los medios hispanos siguen siendo invisibles en ciertos espacios de poder. ¿Cuántos medios hispanos han ganado un Pulitzer? Ninguno. ¿Cuántos estudios del Nieman Media Lab han analizado el periodismo hecho en español en Estados Unidos? No recuerdo alguno importante. Paradójicamente, pienso que es más factible convertirse en Nieman Fellow siendo un gran periodista en América Latina que destacando como el mejor periodista hispano en una ciudad como Boston.
Por eso el logro de Marcela es tan importante. Ha construido con paciencia y esfuerzo una carrera ejemplar. Fue durante mucho tiempo la única periodista hispana en una redacción de más de 200 personas en el Boston Globe. Su paso por El Planeta y su trabajo constante merecen este reconocimiento. Con su selección como Nieman Fellow, Marcela se convierte en referente para una nueva generación de jóvenes periodistas que aún enfrentan muchos de los mismos retos.
Marcela es regia, en el sentido más completo de la palabra: firme, brillante e imponente. Es una guerrera, una mujer que no se detiene ante los obstáculos. Y estoy seguro de que seguirá dando de qué hablar. Que estas líneas sirvan como tributo a su trayectoria y como augurio de un futuro lleno de logros e impacto.