Por Evaristo Lara
Varias enfermedades transmitidas a los humanos por los mosquitos podrían aumentar durante los meses cuando las temperaturas son más altas ya que, debido al calentamiento global, los dípteros parecen haber desarrollado una inexplicable capacidad para resistir los repelentes naturales.
Anteriormente, el aceite de hierba gatera y la citronela solían servir para repeler a los mosquitos, especialmente contra sus incómodas picaduras, las cuales además de provocar comezón en la piel y producir ronchas, pueden transmitir enfermedades graves como dengue, zika, malaria, virus del Nilo Occidental, fiebre amarilla y hasta algunos tipos de encefalitis.
La razón por la cual ciertos aceites y esencias les marcaban un límite territorial a los dípteros era porque, al entrar en contacto con dichos elementos, sentían una especie de dolor o malestar en el receptor del wasabi, una proteína llamada TRPA1, presente en las células nerviosas sensoriales.
Estos canales generalmente están cerrados, pero se abren en respuesta a ciertos estímulos detectados a partir de sustancias irritantes, como el wasabi, el gas lacrimógeno y los destellos de dolor.
Es decir, son como una “alarma de incendios” en el organismo de los mosquitos y crean sensaciones de dolor e inflamación.
Con base en ello, a lo largo de la historia los seres humanos descubrieron que, al aplicar ciertos aceites herbales sobre su piel, podían evitar las picaduras de mosquitos y, lo mejor, protegerse de ciertas enfermedades que llegan a ser letales.
No obstante, el panorama ha cambiado radicalmente, pues a medida que la temperatura del planeta se eleva, cada vez hay más dípteros picando a los seres humanos y no solo por la noche, sino también durante el día.
Dirigidos por Peter Piermarini, profesor de entomología, y por Yeaeun Park, estudiante de posgrado, investigadores de la Universidad Estatal de Ohio, concluyeron que los mosquitos desarrollaron cierto grado de resistencia a los repelentes naturales.
El informe sobre su trabajo fue publicado en la revista Pesticide Biochemistry and Physiology.
En específico, los científicos se concentraron en analizar al Aedes aegypti, un mosquito asociado con la propagación de numerosas enfermedades en todos los continentes, excepto en la Antártida.
Fue así como el equipo descubrió que a mayor temperatura, el receptor del wasabi en el mosquito pierde efectividad. Es decir, su umbral de dolor o repudio a ciertas esencias se desactiva convirtiéndolo en una amenaza permanente para quien suele estar cerca de él.
Ante este nuevo escenario, Peter Piermarini advirtió que varios problemas de salud podrían afectar pronto a los seres humanos, especialmente si no recurren a repelentes químicos como alternativa en sitios donde la temperatura supere los 89.6 °F.
“Los productos con estos ingredientes podrían ser menos eficaces si se utilizan a temperaturas consideradas de calor extremo. Además, a medida que el clima se calienta, los períodos de reproducción más prolongados por temporada agravarán la propagación de enfermedades transmitidas por mosquitos”, explicó.
Para comprobar su teoría, los investigadores inyectaron receptores TRPA1 de mosquito en óvulos de rana.
Después, analizaron cómo reaccionaban los receptores creados en los óvulos del anfibio ante la presencia de citronela y aceite de hierba gatera a temperaturas normales y altas.
Su conclusión fue que los receptores no se destruyeron, pero su actividad disminuyó a temperaturas elevadas.