Era el verano de 1776 los colonos estadunidenses oprimidos por el rey Jorge III de Inglaterra ya estaban más que cansados de la represión a sus derechos de religión de libre expresión, comercial y de más que sufrían en América de un rey a casi 3,500 millas de distancia. En la colonia inglesa en América la corona sentía que la disidencia y el ardor por la libertad de las masas traería consigo el desgarro de una de sus colonias mas productivas en todo el mundo.
La economía colona en América de la época impulsada por la esclavitud y el trabajo gratis y forzoso de cientos de miles de afro descendientes representaba para los ingleses según el historiador Edwin Perkins en su libro titulado la economía de América colonial, el 30% de toda su economía. Perder el control sobre la colonia americana sería desastroso para la corona inglesa, pero ya no había marcha atrás. El rey en su paranoia se volvió más opresivo y sangriento. Y entonces Thomas Jefferson un colono y una mente brillante de la revolución estadounidense a pesar de ser un esclavizador sanguinario escribió las palabras mas sobresalientes que se hayan escrito sobre la ley de la naturaleza y la libertad en su carta de independencia frente a la corona inglesa:
“Sostenemos como evidentes estas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre estos están la vida, la libertad, y la búsqueda de la felicidad”
La carta de independencia que empuño Jefferson enumeró las ofensas tiranas del Rey Jorge III como un llamado a la libertad de la colonia y desato la lucha libertadora que dio nacimiento a esta nación. Este derecho humano a “la búsqueda de la felicidad” es una idea revolucionaria ya que, en la misma carta como queja contra el rey, Jefferson habla del delito del Rey Jorge III contra los hombres por crear leyes que priven o restrinja la inmigración. El mismo Jefferson y los otros 55 firmantes de la carta de independencia, entre ellos dos futuros presidentes de los estados unidos, reconocen la suma importancia que tienen los inmigrantes en el experimento democrático estadounidense con esta queja.
Este documento es la base de los derechos enumerados en nuestra constitución de los cuales gozamos y por los cuales muchos de nosotros emigramos a los estados unidos ya que garantizan estabilidad política. Entre estos derechos garantizados por la constitución estadounidense el primero y el sexto son respuesta directa a la carta independentista ya que en un tramo de sus quejas Jefferson, explica de que cuando se han quejado anteriormente el rey se ha vuelto aún más retaliativo contra ellos y en otro detalla estas retaliaciones:
Nos separamos de la corona dice por “privarnos, en muchos casos, de los beneficios del juicio con jurado; por llevarnos a lugares lejanos (ultramar) con objeto de ser juzgados por supuestas ofensa”.
Entonces vienen los derechos constitucionales, el primero siendo el de la “libre expresión y de prensa” el cual ninguna entidad gubernamental puede restringir. Este derecho ha sido la piedra angular de la democracia estadounidense. Un derecho que ha sido sacramento para el país y ha dado pie a los movimientos sociales desde que los trabajadores explotados en factorías estadounidenses luchaban por mejores condiciones a comienzo del siglo veinte hasta la lucha de los derechos civiles liderada por el Reverendo Martin Luther King Jr. En cada uno de estos movimientos sus participantes arremetieron contra el gobierno con la libertad que garantiza la constitución sin tener que temer persecución (aunque personas intentaron intimidar) y en cada uno los movimientos ganaron y las condiciones mejoraron para todos. Gracias a estas luchas hoy tenemos protecciones en los trabajos y los hispanos ciudadanos podemos participar en las elecciones estadounidenses.
El sexto derecho según su orden en la constitución es el derecho a un juicio justo:
“En cualquier causa penal el acusado gozará del derecho a que se lo juzgue con
prontitud y públicamente por un jurado imparcial del Estado y distrito donde se hubiera cometido el delito, cuyo distrito habrá sido fijado por ley; asimismo, a que se le haga saber la índole y causa de la acusación;
Estas protecciones han servido para el bienestar y la salud de la democracia. En este hemisferio muchos emigramos huyendo de la represión ejercida contra esos derechos fundamentales. Por ejemplo en países como Republica Dominicana o Colombia en el pasado estudiantes eran secuestrados y el estado los hacía pasar por falso positivos. O la represión a las libertades durante la dictaduras en Brasil o Chile, incluso en estos tiempos en naciones como Venezuela, Cuba o Nicaragua.
Sin embargo, el 25 de marzo de este año la administración Trump tomó represalias contra Rumeysa Ozturk proveniente de Turquia, una estudiante de Tuft University aquí en Massachusetts quien fue inmediatamente trasladada para ser juzgada lejos de su hogar por escribir en una publicación que estaba en desacuerdo con la política estadounidense frente a Palestina. Ozturk ni siquiera había asistido a una protesta presencial. El gobierno de Trump canceló su estatus migratorio legal, la arrestó y la trasladó a un lugar extraño y lejano. El Secretario de Estado Marco Rubio se refirió a Ozturk y otros presos políticos como lunáticos.
El que nada debe nada teme, es un dicho que muchos utilizan para justificar deportaciones ilícitas o encarcelaciones colaterales de inmigrantes. ¿Independientemente de que estemos a favor o en contra de Palestina, yo le pregunto al lector – acaso Ozturk tendría que temer por expresar su punto de vista sabiendo que lo hizo bajo la protección de la constitución? Demandamos el derecho a un juicio justo y a la protección de la libre expresión para Ozturk.
Juan Pablo Jaramillo – concejal Municipal de Revere