Aunque ya se conoce ampliamente la cifra récord de $6,100 millones por la que se han vendido los Boston Celtics, el cambio de manos abre la puerta a un replanteamiento estratégico que va más allá de cifras históricas. La llegada de Bill Chisholm y su grupo inversionista, liderado a través de STG Partners (antes Symphony Technology Group) promete un nuevo enfoque en la gestión y en la innovación organizacional del club.
Desde su origen en el corazón de Massachusetts, Chisholm, un ferviente fanático de los Celtics, ha recorrido un camino que combina la pasión por el deporte con una sólida experiencia en inversiones tecnológicas y financieras. Su visión se centra en mantener la identidad ganadora del equipo, mientras se incorporan estrategias basadas en la tecnología para optimizar la gestión y el rendimiento, en un entorno que se vuelve cada vez más competitivo y exigente. A pesar de la transferencia de propiedad, Wyc Grousbeck continuará como CEO del equipo hasta la temporada 2027-2028, lo que garantiza una transición soft.
Con la experiencia de Chisholm en la creación y fusión de empresas tecnológicas de alto impacto, se espera que la nueva dirección impulse no solo la competitividad en la cancha, sino también la innovación en la gestión operativa y en la interacción con los aficionados, potenciando la marca Celtics a nivel mundial.
Esta transacción, que supera incluso la reciente venta de los Washington Commanders, marca un hito en la valoración de franquicias deportivas en Estados Unidos y podría servir como referente para futuras operaciones en el sector. Además de romper el récord del precio de venta de un equipo deportivo, la operación tiene una particularidad notable: a diferencia de otras franquicias que sí poseen el venue donde disputan sus partidos —por ejemplo, los New York Knicks controlan el Madison Square Garden a través de MSG Entertainment, y los Golden State Warriors cuentan con el Chase Center—, los Boston Celtics no son dueños ni controlan el TD Garden, recinto que es propiedad del equipo de la NHL, los Boston Bruins.
En consecuencia, los más de seis mil millones de dólares reflejan únicamente el valor intrínseco de la franquicia y su marca, sin incluir el potencial incremento que aporta la propiedad del venue. Una franquicia histórica y una marca de reconocimiento mundial que, sin duda, refuerza la posición de Boston como referente en el deporte estadounidense.