La confianza está desapareciendo. Cada día, más personas pierden fe en las instituciones, los líderes y hasta en sus relaciones más cercanas. Este fenómeno no solo afecta nuestra sociedad; también está destruyendo nuestra salud mental, generando estrés, ansiedad y desconexión.
La pérdida de confianza en números
En 2024, sólo el 28% de los estadounidenses confiaba en las instituciones, según Gallup. Es el tercer año consecutivo en que esta cifra cae por debajo de 30%. Instituciones esenciales como el Congreso contaron con solo un 8% de confianza, mientras que los periódicos apenas alcanzaron un 7%.
Por otro lado, negocios pequeños y las fuerzas armadas obtuvieron mejores resultados. Un 68% confió en las pequeñas empresas y un 61% en el ejército. Estas cifras destacan la brecha entre las instituciones nacionales y las interacciones locales, donde las relaciones parecen más humanas y cercanas.
Desglose de las instituciones con mayor y menor confianza en 2024:
- Máxima confianza:
- Pequeñas empresas (68%)
- Fuerzas armadas (61%)
- Mínima confianza:
- Congreso (8%)
- Prensa escrita (7%)
- Noticias en televisión (16%)
Entre los jóvenes, la situación resulta aún más preocupante. Un estudio de Cornell de 2023 encontró que adolescentes que desconfiaban de la información sobre COVID-19 en redes sociales experimentaban niveles de estrés significativamente altos. Esta combinación de desinformación y desconfianza está moldeando una generación marcada por la incertidumbre.
El efecto químico de la desconfianza
El estrés y la desconfianza están directamente conectados. Paul J. Zak, profesor en la Universidad de Claremont, reveló a WebMD que la falta de confianza disminuye la producción de oxitocina, una hormona clave que mejora nuestras relaciones y nos ayuda a sentirnos más conectados.
Zak, quien ha estudiado la oxitocina en más de 5,000 personas en el mundo, explicó cómo pequeños actos, como compartir dinero con desconocidos, pueden aumentar la confianza al liberar este químico. “Cuando alguien confía en ti voluntariamente, tu cerebro responde liberando oxitocina. Es una reacción natural”, explicó.
Además, interacciones positivas en la vida diaria pueden reducir el estrés en el 95% de los casos, según los experimentos de Zak. Esto demuestra que reconstruir la confianza no solo es posible; también es beneficioso para nuestra salud mental y física.
Impacto en la salud mental
Cuando la confianza desaparece, el mundo se siente menos seguro. Según Jeffrey Jones de Gallup, instituciones como el gobierno y los medios ya no ofrecen la estabilidad que antes brindaban. Esta falta de apoyo fomenta el estrés crónico, la ansiedad y altos índices de depresión.
Lynn Bufka, de la Asociación Americana de Psicología, destacó cómo la incertidumbre consume nuestra energía mental. “Confiar en algo o alguien alivia la carga de tomar decisiones constantes. Sin confianza, todo se vuelve dudoso, y eso genera agotamiento mental”, señaló.
Incluso en nuestras relaciones más cercanas, la pérdida de confianza puede ser devastadora. Familias y amistades sufren cuando dejamos de apoyarnos mutuamente, lo que nos hace sentir solos, incluso rodeados de personas.
Pequeños pasos para reconstruir la confianza
Volver a confiar no es algo que pase de inmediato, pero pequeños pasos pueden transformarlo todo. Comenzar una charla casual en la fila de un café o saludar a alguien en el ascensor puede parecer trivial, pero es un recordatorio de que aún existen conexiones auténticas en nuestra vida diaria.
Las mascotas también son catalizadores de confianza. Pasear a tu perro no solo te invita a salir de la rutina, sino que crea momentos de interacción auténtica con otras personas. Un simple «¡Qué bonito perro!» puede abrir la puerta a conversaciones genuinas y amables.
Los abrazos, aunque subestimados, tienen un poder enorme. Según un estudio alemán de 2023, abrazar a alguien libera oxitocina, esa hormona que nos hace sentir seguros y conectados. Si no te sientes listo para abrazar a extraños, empieza con quienes ya forman parte de tu círculo más cercano. Esas pequeñas muestras de afecto pueden revivir relaciones y fortalecer lazos.
Recuperar la confianza es un acto valiente, una decisión diaria por construir un mundo menos aislado. Una sonrisa auténtica, un gesto amable o una conversación sincera pueden ser el comienzo para derribar barreras. Como dijo Paul J. Zak, “La confianza es como un músculo, y con práctica se fortalece. Abrirnos a los demás es el primer paso para una conexión profunda”.
Está en nuestras manos, o mejor dicho, en nuestras acciones cotidianas, decidir por un cambio. Cuando elegimos priorizar las conexiones humanas frente a las digitales, invertimos en una vida más plena, más saludable y más feliz. La confianza no está perdida; simplemente espera una oportunidad para fluir nuevamente. Darle motivo para regresar depende de nosotros.