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¿Piensas que con “tragos y copas” dormirás plácidamente? Estás muy equivocado

Aunque muchas personas creen que el alcohol ayuda a relajarse y conciliar el sueño, sus efectos en el cuerpo pueden alterar significativamente la estructura del sueño y provocar problemas de descanso.

Los cerveceros obtuvieron un puntaje de 49 en el Índice de Alimentación Saludable (HEI). | Foto: RDNE Stock project/Pexels.

El consumo de alcohol afecta negativamente la calidad del sueño debido a su impacto en las fases del ciclo de sueño y en el funcionamiento del sistema nervioso. Aunque muchas personas creen que el alcohol ayuda a relajarse y conciliar el sueño, sus efectos en el cuerpo pueden alterar significativamente la estructura del sueño y provocar problemas de descanso.

Impacto inicial: sedación en lugar de sueño natural

El alcohol actúa como un depresor del sistema nervioso central, lo que puede inducir una sensación de relajación y somnolencia. Por esta razón, algunas personas lo utilizan como una «ayuda para dormir». Sin embargo, el sueño inducido por el alcohol no es igual al sueño natural.

La sedación causada por el alcohol puede alterar la transición normal hacia las fases profundas del sueño, lo que provoca una disminución de su calidad.

Alteraciones en las fases del sueño

El sueño humano se divide en diferentes fases, incluyendo el sueño no REM (movimiento ocular rápido, por sus siglas en inglés) y REM.

Durante la fase REM se consolidan los recuerdos y se produce la restauración emocional y cognitiva. El alcohol, especialmente si se consume en grandes cantidades, interfiere con esta fase, reduciendo su duración o retrasando su inicio.

En las primeras horas tras ingerir alcohol, el cuerpo prioriza la metabolización de esta sustancia sobre otros procesos, lo que puede provocar despertares frecuentes y fragmentación del sueño. Esto afecta especialmente la segunda mitad de la noche, cuando el cuerpo debería pasar más tiempo en las fases REM y en las fases profundas de sueño no REM, esenciales para la restauración física y mental.

Efectos fisiológicos

El consumo de alcohol también puede provocar problemas fisiológicos que afectan el sueño.

Por ejemplo, el alcohol es un diurético, lo que aumenta la necesidad de orinar durante la noche y provoca interrupciones.

Además, relaja los músculos de las vías respiratorias superiores, lo que incrementa el riesgo de ronquidos y apnea del sueño. Estas interrupciones constantes disminuyen la calidad del descanso, dejando a las personas más cansadas al día siguiente.

Dependencia y tolerancia

Otra razón por la que el alcohol afecta negativamente al sueño es que su uso habitual puede generar tolerancia y dependencia.

Con el tiempo, las personas que recurren al alcohol para dormir necesitan consumir cantidades mayores para lograr el mismo efecto, lo que empeora las alteraciones del sueño y aumenta el riesgo de insomnio crónico y otros trastornos del sueño.

Efectos a largo plazo

El impacto negativo del alcohol en el sueño tiene consecuencias más allá de una noche de mal descanso.

La falta de sueño reparador puede provocar fatiga crónica, disminución del rendimiento cognitivo, irritabilidad y problemas de memoria. Además, el sueño deficiente está vinculado con problemas de salud a largo plazo, como enfermedades cardiovasculares, debilitamiento del sistema inmunológico y problemas metabólicos.

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