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Crisis en Venezuela amenaza la organización del Sudamericano Sub-20

Tanto Argentina como Uruguay manifestaron dudas sobre la seguridad de participar.

Simpatizantes del líder opositor venezolano Edmundo González Urrutia animan en una concentración este jueves, en Caracas (Venezuela). | Foto: EFE/ Miguel Gutiérrez.

Organizar un torneo deportivo dentro de un contexto político y social caótico nunca resulta sencillo. El Sudamericano Sub-20, programado para realizarse en Venezuela entre el 23 de enero y el 16 de febrero, enfrenta su mayor reto en años debido a la inestabilidad en la región. Preocupaciones por seguridad, detenciones polémicas y presiones internacionales podrían cambiarlo todo.

Seguridad en duda tras las detenciones y el secuestro de un argentino

El reciente secuestro de Nahuel Gallo, gendarme argentino, encendió las alarmas en la región. Detenido en Venezuela desde diciembre de 2024, su caso se volvió un símbolo de las tensiones entre ambos países. Patricia Bullrich, ministra de Seguridad de Argentina, dijo en CNN Radio que no enviarán jóvenes a un lugar donde «los puedan secuestrar». Su clara advertencia a la Conmebol apuntó directamente a cambiar la sede, afirmando que «la seguridad de los chicos está en riesgo».

Estas palabras van más allá del fútbol. Según The Washington Post, desde las elecciones presidenciales ampliamente cuestionadas en julio de 2024, el régimen de Nicolás Maduro detuvo a 125 extranjeros. Familias de los detenidos denuncian «desapariciones forzadas» y condiciones inhumanas en centros de detención como la prisión Rodeo I, descrita como un «campamento de concentración» por uno de los presos que logró enviar información clandestina.

Bullrich, respaldada por el gobierno argentino, solicitó a la Conmebol reconsiderar la sede para proteger la seguridad de los deportistas. Aunque oficialmente la AFA confirmó que la Albiceleste participará donde diga la Conmebol, el debate sobre los riesgos sigue abierto.

Uruguay también alza la voz

Desde Montevideo, el gobierno de Luis Lacalle Pou sumó presión. Omar Paganini, canciller uruguayo, declaró que participar en el torneo «premiaría» al régimen de Maduro en plena violación de derechos humanos. A diferencia de Argentina, la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) adoptó un enfoque más pragmático, asegurando que seguirán las decisiones de la Conmebol. Ignacio Alonso, presidente de la AUF, señaló que «la seguridad será lo único que importe», pero admitió que existe un debate interno sobre los riesgos.

Más allá de lo deportivo, Paganini destacó la jornada clave que se espera el 10 de enero, cuando Maduro jurará para un nuevo mandato. La oposición llamó a manifestaciones, mientras que el gobierno desplegó fuerzas militares masivas para controlar cualquier levantamiento. Esto podría agravar aún más la inseguridad para delegaciones extranjeras.

La postura de la Conmebol y el peso de sus decisiones

La Conmebol, liderada por Alejandro Domínguez, monitorea de cerca la situación en Venezuela, pero aún no cambió la sede. Infobae nos recordó que esta no sería la primera vez que aplique una solución de emergencia. En 2019, la final de la Copa Libertadores se trasladó de Chile a Perú 2 semanas antes por protestas masivas. Incluso este Sub-20 ya sufrió un cambio de sede cuando se movió de Perú a Venezuela en diciembre de 2024 debido a un escándalo de corrupción en la federación peruana.

Las cifras dejan claro el desafío. Un torneo de esta magnitud implica 10 delegaciones nacionales, múltiples estadios adaptados para transmisión internacional, campos de entrenamiento y logística para cientos de personas. Mover todo en tiempo récord representaría un enorme reto organizativo y económico.

¿Qué pasa si cambian la sede?

Si la Conmebol decide mover el Sudamericano, varias opciones se perfilan como candidatas:

  • Chile, anfitrión este año del Mundial Sub-20, tiene instalaciones listas y experiencia reciente.
  • Paraguay, sede administrativa de la Conmebol, también aparece como opción viable.
  • Finalmente, Argentina podría tomar el reto nuevamente tras organizar el Mundial Sub-20 de 2023 en condiciones similares.

Sin embargo, la logística para un torneo como el Sudamericano Sub-20 resulta compleja. Equipos, entrenamientos, estadios con transmisión internacional y hospedajes demandan un nivel de preparación que pocos países pueden ofrecer con poco tiempo. Además, la Conmebol enfrenta la difícil tarea de equilibrar intereses políticos con necesidades deportivas.

¿El Sudamericano en medio de una dictadura?

El conflicto en Venezuela trasciende el fútbol. Según Foro Penal, al cierre de 2024 había 1.794 presos políticos en el país, la cifra más alta en 2 décadas. Estados Unidos y países aliados denuncian violaciones sistemáticas de derechos humanos, mientras que figuras de oposición como Edmundo González, exiliado en España, buscan apoyo internacional. Maduro, en respuesta, anunció recompensas de hasta $100.000 por información de líderes opositores.

Todo esto convirtió al Sudamericano en un campo de batalla más dentro de la crisis que vive Venezuela. Con el inicio a la vuelta de la esquina, todavía no existe certeza sobre dónde o cómo se jugará. Lo que está claro es que el fútbol podría no ser el protagonista central de esta historia.

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