Por Mardoel Hernández, voluntario de la Alianza Nacional del TPS y beneficiario del TPS de Honduras
Al igual que muchos de mis compañeros beneficiarios del TPS, llegué a Estados Unidos en busca de mejores condiciones de vida. En mi país, la inestabilidad y el peligro eran parte de la vida cotidiana. Aquí, sin embargo, encontramos esperanza, seguridad y propósito. Como hondureño de 57 años y beneficiario del TPS que vive en Rockville, MD, el conectar y ser parte de algo más grande que yo ha sido lo más gratificante.
Tras pasar más de treinta años en este país, viví un momento que me paralizó. En 2017, cuando el Estatus de Protección Temporal (TPS, por sus siglas en español) fue cancelado para Honduras sin consideración alguna por nuestras vidas y circunstancias, fue como si el suelo se desmoronara bajo nosotros. Para quienes buscamos refugio, construimos carreras, criamos familias y contribuimos a nuestras comunidades aquí, esta decisión fue más que un cambio legal; fue un desprecio a nuestra realidad.
Este es un momento crucial en nuestra historia. Al reflexionar sobre nuestras vidas y nuestro camino, reconozco la inmensa importancia de este momento que estamos viviendo como nación, no solo para mí, sino para toda la comunidad del TPS y el futuro de nuestras familias. Este momento es una oportunidad para recuperar nuestra narrativa y afirmar nuestro lugar en Estados Unidos. Nuestras voces importan; juntos podemos exigir la representación y el respeto que merecemos. Este es el momento de que hagamos sentir nuestro impacto y asegurar que las necesidades y las contribuciones de nuestra comunidad estén en el centro de la construcción del futuro de nuestro país.
Sin embargo, esa decisión en 2017 nos obligó a enfrentar la dura realidad de que nuestra existencia aquí podría ser revocada en cualquier momento, nuestras historias ignoradas y nuestras contribuciones sin ser reconocidas.
En respuesta, me uní a la Alianza Nacional del TPS. Junto a miles de beneficiarios del TPS, canalizamos nuestro miedo y frustración en una defensa organizada, luchando por nuestro estatus legal, justicia e igualdad. Juntos, enfrentamos los sistemas profundamente arraigados que permiten que persistan estereotipos, desinformación y racismo. Nuestra misión se volvió clara: cambiar la narrativa que con demasiada frecuencia reduce a los inmigrantes a estadísticas y nos despoja de nuestra humanidad.
En este camino, he sido testigo de la fortaleza de nuestras comunidades, firmes y unidas contra fuerzas que nos quisieran dividir. Somos más que las etiquetas que se nos imponen; somos padres, trabajadores, vecinos y amigos comprometidos en construir un futuro más inclusivo. Y no nos vamos a ningún lado.
Ir tocando de puerta en puerta es más que solo educar a nuestros amigos y vecinos sobre sus derechos de voto; es una oportunidad para contar la verdadera historia de los beneficiarios del TPS y nuestro rol en esta comunidad. Cada vez que tocamos una puerta o iniciamos una conversación, tenemos la oportunidad de abordar los malentendidos sobre el TPS, un programa que se ha convertido en un salvavidas para muchos.
Los beneficiarios del TPS han navegado un proceso riguroso durante años, pasando por verificaciones de antecedentes exhaustivas cada 18 meses. Muchos de nosotros hemos invertido en el sueño americano al convertirnos en propietarios de viviendas y negocios, fortaleciendo nuestros vecindarios.
Incluso sin un voto federal, los beneficiarios del TPS participan en el proceso cívico motivando a amigos, familiares y a sus comunidades a participar en las elecciones. Y sus contribuciones financieras son innegables. Tan solo en 2021, los beneficiarios del TPS contribuyeron con más de $2.2 mil millones en impuestos, con casi $1 mil millones destinados a presupuestos estatales y locales, apoyando servicios comunitarios esenciales.
Como beneficiarios del TPS, no solo somos residentes, sino partes integrales de la fuerza laboral estadounidense, contribuyendo por medio de impuestos, seguridad social y Medicare y creando empleos como pequeños empresarios. Este profundo compromiso económico demuestra su papel esencial en mantener las comunidades vibrantes y resilientes.
Al proteger el estatus del TPS, salvaguardamos estas contribuciones, apoyamos economías locales prósperas y preservamos el bienestar de innumerables familias que han tejido sus vidas en la estructura de nuestras comunidades compartidas. A través de cada conversación y cada momento de conexión, recuperamos nuestra historia y aseguramos que sea una de valor, inclusión y compromiso con un futuro que todos estamos construyendo juntos.
Hace cuatro años, después de una conversación sincera sobre la responsabilidad cívica, animé a un amigo que estaba considerando no votar a hacer que su voz contara. Al principio, estaba escéptico, preguntándose si su voto individual podría hacer una diferencia. Pero conforme fuimos platicando, algo cambió. Lo vi darse cuenta de que participar no era solo una elección personal, sino una forma de apoyar a su comunidad.
Cuando se registró y emitió su voto, se sintió como una victoria compartida. Ese momento me recordó el increíble poder del compromiso comunitario, especialmente en un mundo que a veces intenta mantenernos divididos. Al apoyarnos mutuamente, combatimos la desinformación que a menudo intenta separarnos. Unidos, nos convertimos en parte de un movimiento que fortalece nuestra voz colectiva, demostrando que cada uno de nosotros realmente importa.
Juntos, tenemos el poder de asegurar que las contribuciones de la comunidad del TPS no solo sean vistas, sino genuinamente valoradas. Nos sentimos orgullosos de ser parte de este país: de trabajar, de construir y de crecer junto a nuestros vecinos. Y con ese orgullo viene la determinación de luchar por la dignidad y el respeto que todos merecemos.