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Las historias de los pacientes pueden derribar el statu quo de Big Pharma

En este preciso momento, como parte de la Ley para la Reducción de la Inflación, hay 10 medicamentos (Eliquis, Xarelto, Januvia, Jardiance, Enbrel, Imbruvica, Farxiga, Entresto, Stelara, Fiasp/Novolog) que, por primera vez en la historia, están siendo negociados por Medicare a un precio más bajo. Imagen de Thomas Breher en Pixabay.

Últimamente se han visto en las noticias un montón de anuncios de televisión que hablan de la necesidad de bajar los precios de los medicamentos y de cómo las demandas de las grandes farmacéuticas tratan de impedir la posibilidad de alivio económico para millones de estadounidenses. Al reflexionar sobre esto, me parece vergonzoso que empresas multimillonarias que producen medicamentos, cuyo propósito fundamental es salvar vidas, lo hagan a cambio de obtener ganancias. Estas empresas harán lo que sea para proteger sus resultados, aunque esto implique arruinar las oportunidades de alivio económico de sus clientes: el pueblo estadounidense.

Para millones de pacientes de todo el país, la nueva Ley de Reducción de la Inflación de 2022 contiene las reformas necesarias que por fin hacen responsables a la gran industria farmacéutica y reducen de verdad los precios de los medicamentos. Sin embargo, las compañías farmacéuticas están gastando mucho dinero y energía para revertir este progreso. ¿Cómo nosotros, los ciudadanos, podríamos tener alguna posibilidad de ganar frente a estas poderosas corporaciones? La respuesta es más sencilla de lo que parece: los pacientes en todo el país, incluyendo los que a menudo no son tenidos en cuenta o están infrarrepresentados, como los latinos, pueden hacer frente a estas farmacéuticas haciendo oír su voz y contando sus historias personales sobre los elevados precios de los medicamentos.

Yo siendo latinoamericano de primera generación, nacido y criado en California, y viendo a amigos y familiares luchar contra problemas socioeconómicos y de salud, he hecho esta lucha personal pasar a una profesional. Conforme crecía e iba a la escuela, vi a mis padres y a mi familia pasar por sus propios problemas de salud y económicos que, más adelante, descubriría que tenían graves efectos en su bienestar. Los argumentos a favor de servicios de salud asequibles esgrimidos por los líderes políticos de mi comunidad, me fueron pareciendo cada vez más realistas a medida que los problemas se hacían cada vez más graves para quienes me rodeaban.

Fui testigo de cómo mi madre luchaba por conseguir que su seguro cubriera medicamentos muy caros después de someterse a varias operaciones de columna vertebral, estresandose de que cada vez que quisiera que ir a la farmacia a recoger sus medicamentos, quisiera que pagar 300 dólares o más, a pesar de que teníamos bajos ingresos. Vi a mi padre y a algunos de mis tíos y tías abstenerse de sus medicamentos para la diabetes porque “se sentían bien” y “de todas maneras cuesta demasiado”.

La desafortunada realidad es que mi familia no está sola en esta lucha. Millones de estadounidenses, y especialmente hispanos o latinos y afroamericanos, no se adhieren a las instrucciones de dosificación de sus medicamentos recetados debido a los precios criminalmente altos e inasequibles que son fijados por las grandes farmacéuticas. Según un informe del CDC de 2021, del 60 % de los estadounidenses que tomaron al menos un medicamento recetado en el último año, el 8 % (9,2 millones de personas) de ellos no tomaron sus medicamentos según lo prescrito para ahorrar dinero. Estos precios inasequibles se convierten en un problema aún mayor entre las comunidades de personas de color subrepresentadas y con menos recursos en todo nuestro país. Un ejemplo son los latinos, muchos de los cuales son hispanohablantes, que tienen más probabilidades de verse desproporcionadamente afectados por los altos precios de los medicamentos y en consecuencia se abstienen de ellos.

Durante el pasado Mes de la Herencia Hispana, recordé mi identidad cultural y los problemas a los que nos enfrentamos colectivamente. Este mes pasado me sirvió como momento de reflexión, en el sentido de que aunque soy latino 24/7, tengo la oportunidad de aprender de nuevo quién soy y de donde vengo. También me di cuenta de los problemas y temas que personalmente o culturalmente no me atrevo a abordar si desafían el statu quo o los estereotipos con los que crecí. Uno de estos temas es la salud.

Muchas personas latinas, independientemente de su edad, generación, origen religioso o estatua de inmigrante, a veces dudan en expresar públicamente sus dificultades y situaciones debido a la forma en que fuimos criados. Lo entiendo. Pero sin compartir nuestra historia o situación personal, es prácticamente imposible conseguir cualquier cambio necesario, ya sea progreso social, legislativo o político.

En este preciso momento, como parte de la Ley para la Reducción de la Inflación, hay 10 medicamentos (Eliquis, Xarelto, Januvia, Jardiance, Enbrel, Imbruvica, Farxiga, Entresto, Stelara, Fiasp/Novolog) que, por primera vez en la historia, están siendo negociados por Medicare a un precio más bajo. Las nuevas reformas de los precios de los medicamentos de la Ley para la Reducción de la Inflación son la legislación más innovadora y amplia que se ha promulgado desde la Ley de Cuidado de Salud Asequible de 2010 y las mayores reformas de los medicamentos con receta aprobadas desde 2003. Es una victoria monumental para los pacientes, los contribuyentes y el pueblo estadounidense, así como la primera gran derrota para las grandes farmacéuticas.

Un ejemplo importante de personas que comparten su historia con los medicamentos recetados de alto costo es Lionel Mares, de Sun Valley, California, que habla de los retos de su difunta madre, que luchó para costear sus medicamentos para la diabetes, que potencialmente podrían haber hecho su vida más fácil o más larga. Hace poco tuve la oportunidad de hablar con él sobre las formas en que ayudaba económicamente a su madre cuando ella no podía afrontar sus gastos médicos por sí sola y sobre cómo deseaba que fuera su vida si sus tratamientos no les afectarán en modo alguno. Aunque su madre ya descansa en paz, Lionel no se asusta a la hora de contar su historia una y otra vez más si con ello consigue sensibilizar a la opinión pública.

Al igual que la historia que acabamos de mencionar, todos tenemos una historia para compartir. Ya sea usted un paciente, un aliado o hable en nombre de otro paciente, las historias son importantes y poderosas para luchar contra las amenazas o los abusos. Historias como la de Lionel sobre los elevados precios de los medicamentos recetados son poderosas e influyen enormemente a la hora de impulsar reformas de la política legislativa por el bien común. Al compartir la perspectiva “humana” o del “paciente” en procesos que generalmente no son accesibles o no están hechos para la gente común y corriente, somos capaces de añadir nuestro matiz y hacer retroceder las presiones sistémicas y oligárquicas que intentan mantener su statu quo o sus altas ganancias.

¡El momento es ahora! Las grandes farmacéuticas no tienen ninguna oportunidad contra la gente  y sus historias.

Por Jesse Aguirre / Organizador bilingüe y Asistente de programas en Patients For Affordable Drugs en Washington, D.C.

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