El estudio descubrió que ciertos biomarcadores sanguíneos específicos tomados a los 65 años de edad, habían establecido un perfil metabólico estable para determinar las probabilidades de alcanzar los 100 años de vida
En el camino hacia el descubrimiento del enigma de la longevidad humana, un estudio reciente ha puesto de relieve el papel crucial de ciertos biomarcadores sanguíneos. La investigación indica que las personas que llegaron a los 100 años presentaban niveles ligeramente reducidos de creatinina, glucosa y ácido úrico, pero no drásticamente.
El estudio, se centró en la comprensión de los perfiles metabólicos distintivos de quienes alcanzan los 100 años de edad, y aporta datos intrigantes sobre cómo estos perfiles parecen formarse mucho antes en la vida, posiblemente décadas antes de cumplir el centenario. Esta innovadora investigación es la primera de su clase en comparar biomarcadores sanguíneos en etapas más tempranas de la vida entre quienes llegan a ser centenarios y quienes no.
Las personas con los niveles más bajos de colesterol, hierro o los niveles más altos de glucosa, creatinina, ácido úrico tenían menos probabilidades de llegar a los 100 años, según el estudio.
Curiosamente, estos centenarios no mostraban extremos en los parámetros saludables de estos biomarcadores, sino que mantenían un rango medio. El estudio descubrió que estos futuros centenarios habían establecido un perfil metabólico estable a los 65 años, es decir, 35 años antes de alcanzar los 100 años.
Esta investigación, publicada en GeroScience; Diario Oficial de la Asociación Estadounidense del Envejecimiento (AGE), se publica en un momento en que la esperanza de vida aumenta de forma constante en todo el mundo. Se calcula que en 2050 la población mundial de personas centenarias alcanzará la impresionante cifra de 3.7 millones.
Los investigadores examinaron un amplio conjunto de datos de más de 44,000 individuos suecos, que formaban parte de la cohorte AMORIS, controlando sus biomarcadores desde 1985 hasta 1996 y haciendo un seguimiento hasta 2020. Analizaron 12 biomarcadores sanguíneos asociados con el estado y las funciones metabólicas, incluidos los relacionados con la salud hepática, el estado renal y la anemia, entre otros.
La cohorte poblacional AMORIS está formada por todas las personas que se sometieron a pruebas de laboratorio clínico en los Laboratorios Centrales de Automatización, ya sea como parte de controles médicos generales de rutina o como pacientes ambulatorios remitidos para pruebas de laboratorio, entre 1985 y 1996 en el condado de Estocolmo, lo que se aplica a más de 800,000 personas.
El estudio concluyó que casi todos los valores de los biomarcadores eran únicos en los centenarios, excepto los de la alanina aminotransferasa y la albúmina. También destacaba que las lecturas sanguíneas medias podían ofrecer potencialmente una mayor probabilidad de llegar a los 100 años en comparación con los individuos con lecturas sanguíneas extraordinarias.
Las personas con los niveles más bajos de colesterol total y hierro o los niveles más altos de glucosa, creatinina, ácido úrico y biomarcadores de la función hepática tenían menos probabilidades de convertirse en centenarios.
Hubo una clara diferencia en los niveles de ácido úrico entre centenarios y no centenarios, lo que podría indicar que la inflamación, en lugar de (o además de) la nutrición, desempeña un papel importante a la hora de determinar quién llega a los 100 años.
Además, el estudio identificó dos grupos de centenarios con diferencias en los biomarcadores asociados a la nutrición, como el colesterol total, la albúmina y el TBIC. Un grupo, etiquetado como “nutrición superior”, mostraba similitudes con los no centenarios, mientras que el otro, descrito como “nutrición inferior pero suficiente”, presentaba niveles más favorables.
Los investigadores sólo pudieron teorizar sobre las causas profundas de estas diferencias, siendo la restricción calórica un posible factor. Mientras los científicos siguen descifrando el rompecabezas de la longevidad, este estudio aporta una pieza significativa, mejorando nuestra comprensión del envejecimiento y de las posibles claves para prolongar la vida.