En una inspiradora historia de resiliencia, un polluelo de pingüino de penacho roquero del sur, incubado con éxito en el célebre New England Aquarium en junio, ha demostrado notables progresos.
A pesar de nacer en condiciones difíciles, el polluelo ha pasado de una dieta especial a comer pescado entero y se espera que se integre en una colonia de pingüinos en la próxima temporada de otoño.
El éxito del nacimiento de la hembra fue posible gracias a la dedicación del equipo de cuidado de animales del acuario. El equipo pasó incontables horas retirando delicadamente la cáscara y la membrana del huevo después de que se hiciera evidente que el polluelo era incapaz de liberarse por sí mismo, según anunciaron el miércoles los responsables del acuario.
En un principio, los padres del polluelo, llamados Pebble II y Fuego II, eran los responsables del huevo. Sin embargo, debido a la ausencia de daños significativos en la cáscara, el personal del acuario tuvo que intervenir.
La Dra. Melissa Joblon, directora de salud animal del acuario, destacó que “el proceso de eclosión suele durar entre 24 y 48 horas, pero el polluelo no avanzaba mucho por sí solo y temíamos que estuviera demasiado débil”. Tras la exitosa intervención de los veterinarios, el polluelo fue trasladado a la unidad de cuidados intensivos del acuario.
Allí continuó su eclosión hasta el día siguiente. A pesar de los intentos de reintroducir a la cría con sus padres, el reencuentro fue infructuoso, lo que llevó a diez entrenadores de pingüinos a intervenir como cuidadores.
El polluelo recibió cuidados las 24 horas del día, con una dieta especializada de pescado, krill, vitaminas y suplementos cinco veces al día. Sorprendentemente, un mes después, comía pescado entero tres veces al día y pesaba un kilo, lo que suponía multiplicar por 17 su peso al nacer. “El cuidado de los polluelos de pingüino es similar al de un bebé humano: requiere un esfuerzo colectivo”, afirma Eric Fox, responsable de pingüinos del Acuario de Nueva Inglaterra. “Nuestro entregado personal asumió con entusiasmo la responsabilidad de proporcionar los cuidados necesarios durante sus horas libres”.
El joven pingüino ya ha conocido a algunos de los 13 pingüinos saltarrocas del acuario. Una vez que sus plumas impermeables se desarrollen completamente y pase un examen médico, se espera que se una a la colonia.
Los visitantes del New England Aquarium podrán verla en exposición este otoño, y el acuario también tiene previsto revelar el nombre que ha elegido. “Aún nos quedan varios hitos por alcanzar, pero estamos presenciando signos prometedores de un polluelo de pingüino vibrante y próspero”, añadió Fox. Según el acuario, los pingüinos saltarrocas australes están clasificados como especie vulnerable o amenazada, con un declive poblacional de alrededor del 35% en las últimas tres o cuatro décadas.
Entre los principales factores que contribuyen a su declive figuran el cambio climático, el calentamiento de los océanos, la sobrepesca, el agotamiento de las fuentes de alimento y los incidentes de contaminación, como los vertidos de petróleo.
En la misma semana, el acuario liberó ocho tortugas marinas rehabilitadas, con encantadores nombres inspirados en la pasta como Ziti, Tortellini y Fettuccine, para devolverlas a su hábitat natural frente a Cape Cod. Estas tortugas fueron rescatadas el pasado diciembre tras sucumbir a la hipotermia y llegar a las costas de la bahía de Cape Cod. Posteriormente fueron tratadas en el hospital de tortugas marinas del acuario de Quincy.
Las tortugas marinas también se han visto afectadas significativamente por el aturdimiento por frío, un fenómeno natural que ha provocado un aumento del número de tortugas varadas en Massachusetts en los últimos años.
En 2022, el New England Aquarium salvó 518 tortugas marinas de este aprieto, lo que supone un aumento significativo desde unas 50 en 2000 a más de 700 en 2021. Algunos investigadores predicen que para 2031, miles de tortugas marinas podrían quedar varadas anualmente debido al frío.