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Las cicatrices físicas y emocionales de un aborto provocado

La ginecóloga Jéssica Chang practicando una cesárea, luego de que el embarazo culminó con éxito. Foto consultorio ginecológic
La ginecóloga Jéssica Chang practicando una cesárea, luego de que el embarazo culminó con éxito. Foto consultorio ginecológico doctora Jéssica Chang.

Han pasado más de 50 años y las cicatrices emocionales siguen presentes como el mismo día en que Diana, decidió practicarse un aborto, cuando su hijo mayor tenía tan sólo un año de edad, hoy de 52 años. En ese entonces ella tenía 19 años, se había casado, pero no era feliz porque su esposo la maltrataba verbalmente a ella y al niño de un mes de nacido le comenzó a pegar, le decía cosas horribles y la amenazaba constantemente en irse de la casa, pero el solo hecho de pensar que se quedaría sola con su pequeño Jesús, la aterraba y decidió seguir soportando el maltrato sicológico y verbal. Un día se dio cuenta que estaba embarazada y acudió al médico de la cuadra y después de una hora del procedimiento, su bebé, un feto de 8 semanas dejó de existir. “En ese momento pensé que había sido la mejor decisión, pero con el paso del tiempo, la culpa que siento no me deja vivir en paz, pienso en su rostro, en si pudo ser un niño o una niña, tal vez era la hija que siempre he soñado, que dios me la regaló y yo la maté, lloro todos los días, mi sufrimiento es a diario, me van a faltar los días para pagar por el crimen que cometí”, comentó con un sentimiento de culpabilidad y un profundo dolor al afirmar que varias veces en sueños ha visto el rostro de una niña que la llama mamá.

El aborto es la pérdida de un bebé antes de la semana 20, es decir es el proceso mediante el cual la gestación de un embrión se ve interrumpida, finalizándose el embarazo de forma abrupta, el feto muere y es expulsado del organismo de la madre. Puede ser espontáneo debido a causa naturales, no siendo voluntario ni inducido. El aborto provocado intencionalmente es la interrupción voluntaria del embarazo mediante medicamentos abortivos o intervención quirúrgica.

El aborto provocado conlleva a varios efectos negativos tanto físicos como sicológicos. Así lo afirmó la doctora Jéssica Chang, quien nació en Nueva York y estudió la escuela primaria en la escuela católica Our Lady of the Angelus en Queen, su padre de origen chino, pero nacido en Ecuador, cambió a la Gran Manzana por Guayaquil, donde Jéssica llegó a los 12 años, estudió la secundaria y posteriormente ingresó a la facultad de Medicina, se graduó de médico con especialidad en Ginecóloga y Obstetricia, es también educadora prenatal.

“Cuando una mujer toma la decisión de interrumpir el embarazo, la parte emocional juega un rol importante porque en el momento en que te embarazas las hormonas se apropia de tu cuerpo, entonces eso trabaja en tus emociones, y cuando tomamos esa decisión es bastante triste y doloroso para la mayoría de las mujeres, esa situación es muy fuerte, es un momento en tu vida que jamás vas a olvidar, cuando vas a una cita ginecológica la primera pregunta que te hacen es cuántos hijos tienes, cuántos abortos has tenido, siempre va a ser una pregunta que te va acompañar toda la vida”, comentó.

Tampoco debe menospreciarse aquellas complicaciones que aparecen después del aborto o el “síndrome postaborto”, comenta la doctora Chang, tales como sentimientos negativos, bajo autoestima y sentimiento de culpa por haber “terminado” con una vida. “Esto te va martillando y martillando en tu conciencia, puede haber momentos de depresión y de ansiedad”.

María era una muchacha que no tenía experiencia en el amor, aunque tenía 32 años cuando lo conoció, soñaba con formar una familia, tener hijos y ser feliz. Estaba graduada de la universidad, ejercía su profesión y era gerente de Mercadeo de una Empresa de Deportes, tenía su propio apartamento, un carro, tenía todo lo material para ser feliz, sólo le faltaba encontrar a su compañero de vida. Un día, tuvo que ir a una fiesta en representación de la empresa en la que trabajaba, allí Cupido hizo lo suyo y la puso enfrente del hombre que ella creía sería el amor de su vida. Al poco tiempo de salir juntos, formalizaron y se fueron a vivir juntos. Todo era un cuento de hadas, hasta que María le dijo que estaba embarazada, en ese momento todo cambió. “Tienes que interrumpir el embarazo porque yo tengo 4 hijos, sigo casado porque todavía no sale mi divorcio y no quiero un bastardo como hijo, en ese momento mi mundo se desplomó, lo quería tener y me dijo que no podía, me convenció y decidí abortar, cuando llegamos al consultorio médico, le dije que no lo quería hacer y me chantajeó al decirme que me quedaría sola que no le daría el apellido, ni mucho menos se iba a ocupar de la criatura, llorando le dije que estaba bien que sigan con el procedimiento de aborto, estaba tan confundida, cuando llegué a la casa mi mundo estaba desecho”, recuerda al comentar que cualquier cosa que le pase en la actualidad piensa que es un castigo y está pagando el hecho de haber matado a su propio hijo, siendo un ser indefenso de 6 semanas. “En noviembre de este año cumpliría 22 años, si pudiera regresar el tiempo jamás hubiese abortado, fui muy débil, tenía que haber luchado por mi bebé”, indicó con su voz entre cortada mientras una lágrima corre por su mejilla. A los seis meses después del aborto la abandonó.

La doctora Chang, luego de recibir al recién nacido unido aún a la madre por el cordón umbilical lo toma en sus brazos para comprobar que todo esté bien. Foto consultorio ginecológico doctora Jéssica Chang.

Para la ginecóloga, desde el punto de vista médico las complicaciones dependerán de la edad gestacional, y estas pueden ir desde infecciones, ruptura uterina o perforación hasta hemorragias, lo que pone en riesgo a la paciente, una descompensación en la vida de la mujer e inclusive puede llegar hasta la muerte. También existe un alto riesgo para la salud al practicar un aborto en lugares clandestinos, sin higiene y sin personal capacitado.

“Hay abortadoras habituales provocadas que de tanto usar una aspiradora o una cureta puede ser causa de infertilidad a futuro, el útero queda débil y pueden tener niños prematuros, es decir dependiendo el número de abortos que pueda tener una mujer se puede presentar el Síndrome de Asherman que es cuando una paciente nunca en su vida va a tener un bebe porque cuando se hace un legrado vas raspando y si usas una aspiradora no solo sacas al feto sino que levantas el endometrio para sacar todo, eso queda sangrando, se pegan las paredes y cierra la cavidad uterina”, acotó Chang, al tiempo de informar que en las mujeres que se someten a estos procedimientos aumenta la probabilidad de padecer cáncer de seno. “Todos aquellos abortos que pasan de la semana 20 de gestación son los que pueden tener más complicaciones”.

Se define como una mujer pro vida, aunque comenta que existen situaciones muy particulares que comprometen la vida de una mujer, en donde debes escoger entre el bebé o la vida de la mamá, una patología cromosómica, genética, un caso de incesto, de violación, casos muy puntuales que deben ser analizados muy bien por el personal médico, un aborto siempre es una decisión muy fuerte. “No hay que tomarlo a la ligera, no es tan fácil porque todo tu cuerpo se prepara para la maternidad, es como un circuito, tus hormonas, tu útero y si sacas un pedacito ese circuito se cae”, comentó la doctora Jéssica Chang.

Haber abortado en sus años mozos fue la mejor decisión para Rocío, una modelo que estaba en su mejor momento, un embarazo dañaría su figura y un hijo truncaría su carrera, pensó, sin embargo, hoy 20 años después lamenta el hecho, porque más allá de su deseo frustrado de ser madre, la culpa no la deja vivir. “Cuando me practiqué el aborto se me rompió el útero, hoy que estoy casada mi esposo y yo queremos ser padres, pero los médicos me dijeron que afectó mi fertilidad, entonces cada día me arrepiento de haberlo hecho, es un crimen que no tiene nombre porque yo su madre lo maté, la persona que tenía que cuidarlo y amarlo, creo que no poder tener hijos en este momento es un castigo divino”, manifestó arrepentida y con un deseo de contar su historia para que otras mujeres, especialmente las adolescentes, se protejan al tener relaciones sexuales y que nunca pongan su carrera como pretexto para interrumpir la vida de un bebé.

Durante un nacimiento de un bebé a través de una cesárea la doctora Jéssica Chang cuenta con un grupo de profesionales altamente capacitado. Los médicos junto a la familia celebran el milagro de la vida. Foto consultorio ginecológico doctora Jéssica Chang.

Como médico es muy doloroso practicar un aborto, recuerda que cuando estaba en su etapa de formación como ginecóloga tuvo que practicar un legrado y vio como al embrión se le quedó la cabeza y tuvo que meter una pinza para halarlo. “En ese momento dije nunca más, porque un bebito de 12 semanas tiene su cabecita, sus bracitos, sus piernitas, su corazón y sentir que le cuerpo hace tac al desprenderse es horrible, detesto hacer abortos, legrados, pero cuando me toca por causas médicas debo hacerlo”, expresó Chang.

Lilibeth se define como una mujer liberar, libre de complicaciones, de vivir el momento y dejar sus acciones ancladas al pasado, y eso es justamente lo que ha hecho con los cuatro abortos que se ha realizado. “En mi país te haces una regulación menstrual y pierdes la barriga, yo siempre dije que en Cuba no paría porque allí no hay las condiciones para criar a un niño”, expresó al comentar que actualmente tiene una hija de 13 años y fue en el embarazo de ella que tuvo que atravesar, caminando y en bus, más de 10 países para poder llegar a Miami, ciudad en donde vive actualmente. Es válido indicar que una regulación menstrual es un procedimiento proabortista que se está utilizando en América Latina, que es el uso de aparatos abortivos de succión sin confirmar el embarazo para así evadir las leyes que prohíben el aborto. La hija de Lilibeth se llama Victoria por la victoria que significa el haber nacido después de cuatro abortos que su madre se realizó. “Nadie puede juzgarte porque te haces un aborto, sólo tu sabes por lo que estás pasando, yo no me arrepiento, pero si te puedo decir que si yo hubiese estado en este país cuando salí por primera vez embarazada, nunca hubiese abortado”, comentó.

“Yo quería que supieras de mi existencia, aunque mi mamá está confundida y quiere sacarme de su vientre, me alegraría mucho saber que tú papá me amas, que luches y le digas a mi mamita que deje que yo pueda llegar a existir”, es la súplica de un embrión de 8 semanas plasmada en el poema del Niño no Nacido, autor desconocido.

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