Por: Magdiela Matta
Click here to read this article in English, by WBUR
Verónica Robles creció en la Ciudad de México, donde celebraba cada año con su familia el Día de los Muertos. Su abuela, una mujer viuda, tuvo 12 hijos, y reunía a toda la familia alrededor de una ofrenda que colocaba frente a un altar en casa, mientras se disponía a compartir historias de su difunto esposo.
La familia de Robles recordaba a su abuelo a través de vívidas anécdotas.
“Así que crecí pensando que lo conocí, aunque nunca lo vi en persona. Tengo recuerdos de él porque me los contaban todos los años», contó.
Robles es una cantante de mariachis y fundadora del Centro Cultural Veronica Robles en East Boston, un espacio en el que la comunidad latina participa de actividades culturales que incluyen danza, música y actuación. Le gusta que ser una persona de rituales y costumbres. Pero confesó no supo cómo enfrentarse al tradicional Día de los Muertos el años después de la muerte de su hija.
Su hija, Kithzia, murió de forma inesperada a los 18 años en 2008, poco después de mudarse a una escuela de baile en Ohio.
Finalmente, Robles volvió a abrazar la antigua tradición de celebrar a los muertos, aunque fue una difícil decisión emocional tras el fallecimiento de su hija. Lo más dura para Robles fue tener que revisar las pertenencias de su hija para elegir algunos piezas para el altar.
“Ese es el momento en el que realmente tienes que abrazar la muerte y entender que la gente que estuvo aquí, todavía sigue en tu corazón y en tu mente, en tus recuerdos”, dijo.

El Día de los Muertos es una festividad arraigada en la cultura azteca. Se celebra el 1 y 2 de noviembre haciendo altares en casa, o yendo a cementerios para llevar ofrendas como símbolo de recuerdo de los seres queridos que han fallecido.
El viernes por la noche, las carpas cubrieron el césped de Chelsea Square para un evento del Día de los Muertos que atrajo a unas 80 personas. El organizador del evento, Edwardo Chacón, de Jukebox Event Management, cuando vivía en Los Ángeles asistió a una gran celebración del Día de los Muertos, eso lo motivó a darle vida a dicha festividad en su ciudad natal de Chelsea. “Los latinos debemos asegurarnos de crear eventos en torno a esta celebración, para mantenernos fieles a la tradición y sus raíces”, señaló Chacón.

El sentimiento de pérdida golpeó a la comunidad de Chelsea durante el COVID-19 . “Muchos residentes se enfermaron y perdieron sus trabajos. Por un momento fuimos el centro de la epidemia en Massachusetts”, contó Chacon.
La pandemia forzó el aislamiento y el distanciamiento social, y mantuvo a las personas separadas. “Hubo vidas que se perdieron en Chelsea debido al COVID-19 y, desafortunadamente, mientras sucedía, nadie pudo unirse para apoyar y llorar a quienes estaban de luto”, indicó Chacón.

Para el evento, el artista Max Pro (cuyo nombre de pila es Max Corona) creó una gran ofrenda en el césped de Chelsea Square. El altar creó un espacio para que la gente colocara sus ofrendas en honor a los muertos. Pro, quien es el fundador de Bad Idea Designs, otro organizador del evento, asistió al evento para recordar a su abuelo. “Tengo una conexión profunda con Chelsea y para mí estar aquí y hacer todo esto significa mucho, porque mi abuelo vino aquí en la década de 1970 desde Cuba durante la revolución”, contó.
Pro adornó la ofrenda con botellas de cerveza Corona pintadas con flores, luces de cuerda y calaveras. Flores de papel de diferentes colores y tamaños colgaban en tres capas. Las flores amarillas más pequeñas representaban las tradicionales flores de caléndula que se usan típicamente durante el Día de los Muertos.

Mientras los asistentes caminaban entre una estación de face painting, puestos de comida y área de DJ, una tela naranja ondeaba rápidamente con la brisa fría. Una escultura de papel maché y cartón creada por Robles, llamada cartonería, rendía homenaje a su hija y a otros seres queridos. Robles adornó la escultura con cintas, e invitó a la gente a escribir mensajes para sus difuntos. La calavera se asomaba con una amplia sonrisa entre los transeúntes, lápiz labial rojo, flores azules y naranjas formaban la corona en su cabello de hilo negro.
Robles quería honrar a su hija este año llevándola a algún lugar donde todos la puedieran ver. “Le encantaba que la vieran. Le gustaba llamar la atención”, señaló.

El homenaje al recuerdo de su hija no termina allí.
Robles sacó algunas fotos del altar decorado que tiene en un rincón de su casa. Las imágenes que adornan la ofrenda incluyen las de su hija, su mamá Coco, su abuela, abuelo y bisabuelo.
Colocó sal y agua que se cree para guiar a los espíritus de regreso al altar, frutas para representar los elementos de la tierra y pan de muerto que representa la generosidad, según Robles.

Robles apoyó al pié de la imagen un pequeño espejo, ya que a su hija le encantaba mirarse, también dejó sus zapatos de baile y el chicle que tenía en el bolsillo el día que falleció. Esas son piezas que pone todos los años.
A través de las historias y las figuras, Robles espera que la gente sepa más sobre Kithzia, quien tenía un carácter fuerte, un profundo amor por la danza folclórica y un oído para la música cubana.
En el pasado, Robles se sentía incómoda al compartir la historia de la muerte de su hija, pero ahora se siente mejor hablando de ella durante el Día de los Muertos.
«Me gustaría pensar que su espíritu está bailando en alguna parte», dijo.
