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Opinión | No hay una tercera opción. EE.UU. debe elegir

EE.UU.
POLÍTICA. Las protestas en Cuba se hicieron sentir/EFE-Montaje: El Tiempo Latino
Marco Rubio, senador republicano/EFE

Por Marco Rubio | Fue hace solo un mes cuando el oprimido pueblo de Cuba se levantó de manera histórica contra el régimen brutal de la Isla. El mundo vio las multitudinarias imágenes de cubanos saliendo a las calles para pedir el fin de la dictadura. Y gracias a las redes sociales, también el mundo fue testigo de la brutal represión y de la valentía del pueblo cubano. A raíz de las protestas, el país quedó incomunicado y el mundo siguió su curso.

Pero, ¿qué sucedió?

El régimen de Castro/Díaz-Canel cortó el acceso al internet, encarceló a cientos de manifestantes, enviaron a su policía política tras el pueblo, retuvieron alimentos, atención médica y otros elementos básicos de las mismas personas a las que se supone deben proteger. Cuando no hubo protestas por parte de la comunidad internacional, el régimen supo que tenía banda ancha para continuar con sus décadas de abuso.

Desde el momento en que estallaron las protestas espontáneas del 11 de julio, los asesores del presidente Joe Biden -a favor de entablar negociaciones con el régimen- vacilaron entre el silencio y mensajes confusos, antes de pasar a las sanciones simbólicas y la simpatía por el régimen. La comunidad internacional no actuó de mejor forma; simplemente se hicieron los de la vista gorda.

Pero esto es lo que la Administración Biden, la élite internacional y los dictadores cubanos no entienden: no hay vuelta atrás al status quo antes del 11 de julio.

El régimen espera que el pueblo cubano se canse, dejando que la carga de décadas de opresión apague sus esperanzas. No hay forma de que el régimen cubano pueda abordar las quejas de su pueblo porque, si bien las protestas pueden deberse en parte a la crisis del COVID-19, los cubanos están exigiendo un cambio político, libertades básicas y el fin del sistema dictatorial.

Estas son las mismas personas que fueron adoctrinadas desde su nacimiento. Es un cambio notable y habla del fracaso fundamental de la supuesta revolución cubana. De hecho, es difícil exagerar el rechazo cultural a la revolución castrista.

Solo escuchemos el himno de los manifestantes cubanos: la canción «Patria y Vida», creada por afrocubanos. Este nuevo lema es una contradicción directa del lema nefasto y decrépito del régimen: «Patria o Muerte».

La evidencia del deseo de cambio está en todas partes. Muchos artistas, poetas, compositores, escritores, actores y  músicos se están pronunciando en contra del régimen, privando a la dictadura de legitimidad. Y los afrocubanos, una comunidad marginada por mucho tiempo en Cuba, están a la vanguardia.

El único camino a seguir para el régimen de La Habana es la opresión brutal, la cual desafortunadamente ha sido permitida por la indiferencia de EE.UU y el mundo. Líderes de países como Rusia, China y Venezuela están ansiosos por lanzarle un salvavidas al régimen cubano.  Maduro necesita una Cuba estable para continuar con su propio régimen ilegítimo, mientras que Putin y Xi quieren desesperadamente un régimen anti-estadounidense leal a ellos, a tan sólo 90 millas de las costas de EE.UU.

No hay duda que debemos apoyar al pueblo cubano. La estrategia  es de sentido común y sencilla; de hecho, la he delineado varias veces durante el mes pasado.

Primero, necesitamos ayudar a que la Isla tenga acceso al internet. Si bien el acceso con VPN es bueno, no es suficiente para superar los cortes del servicio. EE.UU tiene los recursos y las tecnologías para llevar internet sin censura al pueblo cubano. Estos esfuerzos se estaban realizando durante la Administración Trump, pero la Administración Biden no se ha movido en ese sentido.

En segundo lugar, el presidente Biden debe utilizar sus décadas de experiencia en política exterior para involucrar a nuestros aliados y organizaciones internacionales. El silencio de las Naciones Unidas (ONU) y de la Organización de Estados Americanos (OEA) es asombroso. Mientras tanto, países como México y España parecen ansiosos por brindarle apoyo táctico e incluso material al régimen de Castro/Díaz-Canel.

En tercer lugar, la Administración Biden debe coordinar los esfuerzos humanitarios, incluyendo la distribución de alimentos y medicamentos con organizaciones e individuos confiables dentro de la Isla. De esta manera, ayuda al sustento del pueblo cubano, que corre el riesgo de morir de hambre y de enfermedades tratables. Es fundamental que esta ayuda no caiga en manos del régimen porque la dictadura se atribuiría el mérito de obtener esos artículos o la utilizaría para coaccionar al pueblo.

Desafortunadamente, el presidente Biden y su gobierno están adoptando un enfoque completamente opuesto. Mientras impone sanciones a personas ya sancionadas anteriormente, también habla de permitir que más remesas fluyan a manos de la dictadura. Si lo hiciera, seguramente estabilizaría al régimen; pero eso sería una bofetada desmoralizadora para los manifestantes.

Es hora que EE.UU y el mundo elijan: ¿apoyarán activamente al pueblo cubano que exige sus derechos y libertades otorgados por nuestro Creador, o ayudarán a estabilizar el régimen de Castro/Díaz-Canel?

No hay una tercera opción.

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