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Editorial | Escuchemos a los cubanos

Lo que han vivido los cubanos es una tragedia de varias generaciones y su lucha por la libertad lleva décadas

Cubanos
SOCIEDAD. Las protestas han llamado la atención del mundo/EFE

¡Libertad! Claman al mundo los cubanos esta semana desde su isla.  ¿Los escucharán esta vez? ¿Atenderemos su llamado? O les ofreceremos una vez mas los vergonzosos oídos sordos de más de sesenta años. Miles de cubanos han perdido la vida en paredones de fusilamiento, en las cárceles, en las mazmorras y en el fondo del mar solo por pensar distinto y aspirar a una vida en la cual se le respete lo mas básico de la dignidad humana.  ¿Qué espera la comunidad internacional para actuar?

Muchos medios de comunicación han calificando estas protestas como “inéditas” o “nunca vistas desde el triunfo de la revolución”. Nosotros no lo entendemos así. Y es que, si bien los gritos de hoy salen de la garganta, durante 62 años han vivido reprimidos en los susurros de las conversaciones íntimas en el hogar, en la cama y en la conciencia de la gran mayoría de los 11 millones de cubanos. Hemos visitado esa hermosa isla muchas veces, por ello sabemos que el descontento y el temor son fuerzas generalizadas en eterna contradicción. Esta vez y otras el descontento ha vencido al miedo.

Lo que han vivido los cubanos es una tragedia de varias generaciones y su lucha por la libertad lleva décadas. Ese pueblo derrocó la dictadura de Batista. Luego, los Castro se encargaron de construir su propia dictadura ante el asombro, rabia y temor de muchos de los que lucharon con ellos. Pronto comenzaron los fusilamientos y los llamados tribunales revolucionarios con el objetivo de juzgar sumariamente a quien se considerara enemigo del régimen. Luego llegaron las expropiaciones y las amenazas para estimular el exilio de quienes tuviesen alguna propiedad obligándolos a salir de su país sin ninguna pertenencia. Aun así, en esas terribles condiciones salieron más de un millón de cubanos a principios de los años sesenta. Luego comenzaron los “accidentes” que acabaron con la vida a líderes como Camilo Cienfuegos. En la década de los 80 se realizaron fusilamientos a militares como el del General Arnaldo Ochoa, sacrificado por Fidel Castro para salvar su reputación cuando el mundo se enteró de su alianza con las FARC para traficar cocaína hacia Estados Unidos.

De acuerdo a organizaciones dedicadas a defender los derechos humanos en Cuba, más de medio millón de cubanos han sido encarcelados por motivos políticos desde 1959 hasta la fecha. Hasta agosto de 2020, por lo menos 14 prisioneros políticos habían muerto por participar en huelgas de hambre.

El impulsar el exilio continuó siendo una táctica en abril de 1980 cuando alrededor de 125 mil “Marielitos” emigraron luego de que Fidel anunciara que abría el puerto de Mariel para quienes quisieran emigrar.  Tampoco olvidemos la protesta llamada “El Maleconazo” del 5 de agosto de 1994, cuando recién caída la Unión Soviética, Cuba se desmoronaba entre la inflación, la escasez y los apagones. Ese día de intenso calor y sin electricidad una multitud salió a protestar y a saquear por el Malecón de La Habana. Horas más tarde, Fidel Castro hizo acto de presencia para calmar los ánimos y poco después abrió las puertas del país para que se fuera quien “le diera a gana”. Decenas de miles se lanzaron al mar con la esperanza de llegar a Florida. No se sabe cuantos se ahogaron en el intento.

Si bien es cierto que todavía están por verse las consecuencias de las protestas de hoy en Cuba, nos queda claro que no podemos ignorarlas. Hay que escuchar a los cubanos porque en el espejo de ese régimen perverso se están reflejando peligrosamente otros líderes del continente. Y es que la dictadura cubana ha logrado mantenerse desafiante por mas de seis décadas a pesar de sus evidentes mentiras, sus mitos de grandeza, sus engaños, sus elecciones fatuas y su salvaje represión al pueblo. Por eso, el largo camino signado por los Castro es hoy un ejemplo a seguir por otros dictadores de izquierda y algunos aspirantes a serlo.  Por ejemplo, la revolución sandinista en Nicaragua llegó hace 41 años y Daniel Ortega sigue aún en el poder. En Venezuela Nicolás Maduro, quien a la sombra de Hugo Chávez continúa con la misma receta castrista desde hace 22 años. Si no entendemos esto así, si no escuchamos a los cubanos, a los venezolanos y a los nicaragüenses y actuamos para ponerles fin de una vez, a estas dictaduras, América Latina corre el peligro de vivir uno de los períodos mas oscuros de su historia política.

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