El médico venezolano Miguel Divo es especialista en neumonología y trabaja en el Hospital Brigham and Women’s y el Spaulding Rehabilitation Center, con pacientes en terapia intensiva por problemas respiratorios.
“Lo que estamos viviendo nunca se ha escrito en ningún libro”, dijo. Cuando lo entrevistamos, en mayo del 2020, nos dijo que en ese momento que los centros de salud se han transformado para atender mayoritariamente una sola enfermedad: el COVID-19. “Ahora son básicamente hospitales para pacientes con ventilación, y las camas están ocupadas por los pacientes que tienen este virus”, dijo.
Por esta razón, enfatiza cómo el distanciamiento social y las medidas de confinamiento son esenciales: “el colapso de la atención médica, como lo que ocurrió en Italia, llega cuando hay demasiada gente enferma al mismo tiempo, y de esto se trata lo que tanto nos hablan de aplanar la curva: de reducir el número de contagios activos”, dijo.
Reconoció el trabajo del personal que ha estado detrás de la planificación para que no se congestione el sistema de hospitales en la ciudad. “Si hay una cosa que es admirable es el proceso de planificación. Se ha entrenado gente para que maneje los ventiladores, los especialistas están tratando de ver el mayor numero de pacientes y esto ha sido una forma de multiplicar el numero de camas, hemos redistribuido el número de respiradores entre los hospitales, estamos recibiendo pacientes que no son críticos pero que no pueden regresar a su casa, para poder descomprimir a otros, ha sido un trabajo de equipo impresionante”, indicó el Dr. Divo.
Hay muchos pacientes de coronavirus que se complican con afecciones del pulmón, del corazón, del hígado, páncreas o incluso el cerebro. “El mismo cuerpo esta haciendo una reacción agresiva para combatir el virus, y estas afecciones son las que estamos tratando en terapia intensiva, como ayudarlo a respirar y cómo ayudarlo a compensar en cada uno de estos órganos afectados”.
Menciona que sus héroes son la gente que pasó de cuarto a cuarto recogiendo la basura, las enfermeras y sus otros colegas de turno, muchos de los cuales nunca habían trabajado juntos. “Tenemos muchísimas ganas de trabajar, pero estamos con miedo, de infectarnos nosotros y contagiar a nuestros seres queridos. Estamos súper concentrados en cada movimiento que hacemos, que hemos tocado, si nos hemos lavado las manos, yo tengo ampollas en la nariz por el roce que hace la máscara. Todo esto ha implicado un trastorno para cada uno de nosotros”, dijo.