Luis Olivo, nació en la República Dominicana e ingresó a los Estados Unidos, Nueva York, en 1993 a los 13 años . Actualmente es policía en Lawrence. “Mi primer trabajo fue llenando los refrigeradores de una bodega y durante la secundaria en el tiempo libre, vendía pastelitos y jugo en las calles de Manhattan”, contó Luis.
Llegó a Estados Unidos gracias a su madre quien ya tenía tiempo viviendo acá. En sus comienzos, trabajó en MacDonald’s durante 5 años y después ingresó al Ejército por 5 años. “Cuando salí del ejército llegué a la ciudad de Lawrence. Después de un año fuera del ejército, decidí ingresar de nuevo, pero en la reserva. En el 2007 fui enviado a Iraq durante la guerra de Operation Iraqi Freedom. Al terminar mi servicio en el ejército sentía que quería seguir llevando un uniforme y entendí que mi vocación era ayudar a las personas, especialmente los hispanos”, contó el oficial.
Su pasión por aportar a la comunidad fue lo que lo llevó a tomar el camino policial. “El movimiento contra el abuso policial es algo que tiene su doble filo. La verdad no creo que alguien que quiera ser policía tenga otra razón que ayudar a las personas”, dijo Olivo.
Sin embargo, confiesa que la profesión de un policía es muy similar a las demás y que no todo el mundo hace su trabajo como debe. “No todos los ingenieros son perfectos, no todos los doctores son perfectos. Al final todos somos seres humanos. Pero en esta área no creo que el abuso policial sea problema especialmente con los latinos”, aseguró el policía.
Olivo considera que cada vez en más ciudades hay más representación latina en las fuerza policial. Por ejemplo, en Lawrence de cada 5 oficiales en la calle hay 3 o 4 que son hispanos.
Para el policía, lo que más le satisface de su trabajo es poder ver la sonrisa de los niños cuando ven a un policía y te dicen que quieren ser como tú cuando crezcan. “Es hermoso poder darles seguridad a la juventud y darles buenos consejos para que lleguen a ser profesionales”, dijo.

En su carrera enfrenta grandes retos y momentos difíciles. “Creo que lo más difícil es cuando toca responder una llamada donde hay personas heridas así sea de balas o por un accidente. Tuve un caso donde una persona tomada se fue a la fuga y terminó chocando un carro con 5 personas y una de esos pasajeros era una niña y falleció, eso es fuerte”, confesó.
Un día en la vida de un policía puede ser estresante y complicado, como también puede ser tranquilo y sereno, según cuenta el oficial. “Cuando te pones el uniforme para ir a trabajar, lo haces sin pensar si volverás a casa al final de tu horario. Lamentablemente mueren 70 a 90 policías por año en Estados Unidos solo haciendo su trabajo. Y en estos tiempos esos números son muchos más altos”, finalizó.