Durante 2020, el COVID-19 logró cambiar la rutina del mundo. El confinamiento, el uso de mascarillas y mantener la distancia social fueron herramientas esenciales para evitar su propagación. Sin embargo, esas reglas fueron insuficientes para que países como Italia, España, Reino Unido, México, Brasil, Ecuador, Rusia e Irán, lideraran las cifras de contagios y muertes en el mundo.
Pero fue Estados Unidos el país que alcanzó el mayor índice en ambas estadísticas y hoy aún se posiciona con más de 570 mil muertes, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, lo que la convierte en la nación con más decesos a causa de la pandemia del coronavirus.
Aunque 2020 fue sombrío para muchos, 2021 inició con la esperanza de la vacunación, un proceso en el que farmacéuticas e investigadores de diferentes países habían comenzado a trabajar durante el año anterior, para acercar nuevamente a la población mundial a la normalidad previa al virus.
En diciembre, a pocas semanas de entregar su cargo, el expresidente Donald Trump aprobó la compra de millones de vacunas de Pfizer, Moderna y de Johnson & Johnson, las dos primeras aplicadas en dos dosis y la última en tan solo una.
La potencia mundial dio sus primeros pasos para comenzar la inmunización de sus habitantes, y así contrarrestar los amargos efectos que la pandemia ha traído con la llamada «Operación Warp Speed», una estrategia del gabinete de Donald Trump que tuvo como principal objetivo el trabajo conjunto entre su administración y las diversas compañías de salud para desarrollar vacunas, acelerar su proceso de ensayo y acortar el tiempo de producción y distribución si llegaban a arrojar resultados positivos ante el virus.
La negociación y compra de las dosis se realizó incluso antes de que su uso fuera aprobado por la Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA, por sus siglas en inglés), una acción que algunos criticaron por no saber si al final las investigaciones arrojarían resultados prometedores.
No obstante, los números estuvieron a favor, pues la vacuna de Johnson & Johnson arrojó un 64% de protección contra el COVID-19 y un 82% de eficacia para evitar afecciones graves; mientras que Moderna y Pfizer tienen una eficacia del 95% en su prevención.
Además, los tres fármacos se producen en el mismo país, lo que facilitó los acuerdos con el gobierno de turno.
Pero, si bien el principal impulso en su gestión llegó por parte de los acuerdos logrados durante los últimos días de Trump, desde su campaña Joe Biden insistió en que su prioridad al momento de llegar a la Casa Blanca sería promover la vacunación para así mermar el número de casos y muertes en el país.

Biden prometió que para los primeros 100 días su gobierno alcanzaría las 200 millones de dosis aplicadas, y para ello los adultos mayores serían los primeros en beneficiarse en las jornadas. Con tan solo seis días, los CDC informaron que 20 millones de personas habían recibido la primera dosis y 3,5 la segunda.
En marzo, el presidente también anunció un nuevo acuerdo con Johnson & Johnson y su rival Merck. Fue entonces cuando las dosis comenzaron a aumentar, y en estados como Florida, Alabama y Michigan se dio luz verde para ampliar la elegibilidad de las vacunas tanto para adultos de 30 años en adelante, como para jóvenes de 18 y 16 años en adelante.
Hasta el 5 de abril, 107,5 millones de ciudadanos habían recibido una dosis de la vacuna contra el COVID-19 de Pfizer-BioNTech o de Moderna; mientras que 62,4 millones ya habían recibido la inyección única de Johnson & Johnson.
En 75 días de gestión, Biden anunció que el país ya había aplicado 150 millones de vacunas. A tan solo dos días de cumplirse los primeros 100, el país ya había logrado vacunar a 95 millones de personas, aproximadamente el 28,5% de la población, con el fármaco de una sola dosis, mientras que 140 millones, el 42,2% de la población, han recibido al menos una dosis, según datos de los CDC.
William Checkley, neumólogo y profesor asociado de medicina en la Facultad de Medicina de la Universidad Johns Hopkins, asegura que el veloz avance de la vacunación en el país se debe a que el gobierno no desestimó ninguna de las dosis, lo que permitió que al ser aprobadas por la FDA el sistema de vacunación fuese más amplio. “Sí era muy importante el pensar en invertir en diferentes compañías porque también no solo hay diferencias de tecnología sino también en el avance de ensayos clínicos y de la evaluación. Inicialmente la vacuna que estaba liderando los estudios y el avance de ensayos era la de Oxford, sin embargo, luego Moderna y Pfizer avanzaron en los ensayos al demostrar eficacia y por suerte Estados Unidos compró para asegurar el tener acceso”.
Asimismo, el especialista aclaró en entrevista exclusiva con El Tiempo Latino que son “números buenos”, aunque el país no lidere las tasas de vacunación. “Hay otros países más avanzados como Israel y los Emiratos Árabes, y a nivel de Latinoamérica Chile también tiene una tasa de vacunación más alta. Estados Unidos tiene 66 de cada 100 personas vacunadas. Sin embargo, lo importante es que se cumplan las metas que han sido propuestas y llegar a estar entre 70% 80% para lograr la inmunidad de rebaño o grupo”.
Lucha contra las variantes
Pese a que Estados Unidos ha demostrado que tras el fracaso de la contención del virus fue posible lograr un ritmo de vacunación rápido, las tasas de contagio continúan. Actualmente, la nación cuenta con más de 32 millones de casos y se posiciona como el país con más contagios en el mundo.
Una nueva ola azota al país norteamericano, caracterizada por la variante B.1.,1.7, conocida comúnmente como la cepa británica, es altamente contagiosa y pese a no ser tan agresiva como las variantes de Brasil, África e India, se ha demostrado que afecta no solamente a adultos mayores, población que fue la principal en recibir la inmunización, sino también a jóvenes.
Checkley alega que es importante que la población tenga en cuenta que el entendimiento del virus es algo que aún sigue desarrollándose, por lo que no importa que la vacunación sea una herramienta que se acelera cada vez más en Estados Unidos, es importante mantener las medidas de bioseguridad y acatar las recomendaciones de los CDC para evitar que los contagios continúen en aquellos que aún no han podido recibir la vacuna.
“Seguimos aprendiendo. En menos de un año ya tenemos el desarrollo de varias variantes, y algunas aumentan la transmisión, pero también se relacionan con mayor severidad en la afección del paciente y puede variar el tratamiento tradicional. Lo más importante es seguir monitoreando las variantes y tratar de entender cómo afectan”.
De igual forma, esta semana los CDC informaron que según sus estadísticas 8% de los estadounidenses, aproximadamente, se han saltado la segunda dosis de las vacunas de Moderna y Pfizer, lo que hace que no estén protegidas completamente contra el COVID-19 y sus variantes.

Por su parte, la administración de Biden anunció el pasado viernes 16 de abril la asignación de $1,7 mil millones para luchar contra las variantes del coronavirus. “El gasto está enfocado en mejorar la detección, así como monitorear y mitigar las variantes, ya que la cepa original del nuevo coronavirus ahora sólo abarca alrededor de la mitad de todos los casos en el país”, indicó The Washington Post.
Los fondos saldrán del Plan de Rescate Estadounidense y los administrarán los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades. El gobierno dará “Un mil millones para expandir la secuenciación genómica; $400 millones para apoyar la innovación, incluyendo el establecimiento de seis Centros de Excelencia en Epidemiología Genómica; y $300 millones para construir y financiar una Infraestructura Nacional de Bioinformática”, señaló el Post.
Vacunación en la región
Según estadísticas de Time to Heard, tan solo cinco países alcanzan un índice de vacunación acelerado. Israel con un 58,54%, país donde la semana pasada se dio a conocer que el uso del tapabocas ya no sería obligatorio; los Emiratos Árabes con 53,04% de su población inmunizada; Chile con 37,73% de su población vacunada; Estados Unidos con un 34.95%; y Reino Unido con un 34,78%.
En la región tan solo Chile y Estados Unidos han desarrollado un sistema de vacunación que garantizará la inmunización de sus poblaciones.
Países como Brasil que es el segundo con más muertes en el mundo con una tasa de 390 mil 797, y el tercero con más casos con 14 millones 340 mil 787 contagios, según datos de la Universidad Johns Hopkins, tan solo tiene el 9% de su población vacunada.
Argentina, México, Ecuador y Venezuela, naciones que se enfrentan a una crisis sanitaria, pues la segunda ola del virus los ha dejado sin herramientas suficientes para contener su propagación y evitar el ascenso de las muertes por la pandemia, tan solo han logrado inmunizar el 8.02%, 6.50%, 2.11% y 0.44%, respectivamente.

El médico internista Ryan Buchholz alega que el virus ha hecho que todos los países dependan unos de otros, es decir que cada decisión afecta de manera positiva o negativa a la superación del virus o su constante propagación. Por ello, celebra que el presidente Joe Biden confirmara que su administración comparta 60 millones de dosis de la vacuna AstraZeneca con otros países del mundo, pero explica que eso, a su juicio, no es suficiente.
“Ningún país está aislado en cuanto al COVID-19. Creo que debemos compartir lo que podamos. Hay que trabajar con más equilibrio porque nosotros en Estados Unidos podemos pensar que lo estamos haciendo bien, que estamos vacunando a mucha gente, pero no es cierto. Si nuestros vecinos no tienen la protección, nosotros no tenemos tampoco la protección. Debemos ofrecer lo que podamos, y quizá no se pueden negociar las vacunas, pero sí enseñar cómo producirlas. Yo creo que los derechos de propiedad intelectual debemos compartirlos con otros países”, dijo en exclusiva a El Tiempo Latino.
Sobre el miedo a la vacuna AstraZeneca dice que “es más frecuente que la gente muera de COVID-19, que a causa del desarrollo de los coágulos. Es mejor usarla que nada”.
Vacunación y regreso a la normalidad
William Checkley alega que “es temprano” para decidir si el país, a pesar de su récord de vacunación, puede volver este mismo año a la normalidad.
Concluye instando a “apoyar y también alentar a los familiares y amigos a salir a vacunarse porque es la mejor manera de combatir el COVID-19 y regresar a nuestra rutina. Si bien estamos esperando llegar a un alto en la vacunación, un poco temprano, también vamos a necesitar continuar con las medidas de salud pública mientras que logramos una inmunidad de rebaño”.