
El año que viene se realizarán las elecciones presidenciales en Brasil y el actual presidente, quien es candidato a reelección, ha tomado nota de la experiencia fallida de Donald Trump en su intento de ser reelecto. Recordemos que al igual que este último, Bolsonaro calificó al COVID-19 como una «pequeña gripe» e instó a la ciudadanía a desafiar las restricciones locales. Al igual que el expresidente de Estados Unidos, Bolsonaro, por su falta de precaución -no respetaba el distanciamiento social ni usaba máscaras- contrajo el virus y se sintió muy mal. Al recuperarse, luego de haber recibido la mejor atención médica disponible en su país e inaccesible a la gran mayoría de sus conciudadanos, continuó compartiendo su irresponsable mensaje de ignorar la pandemia y sus muertos.
Bolsonaro logró un alto nivel de popularidad antes de la pandemia por haber pasado dos reformas muy populares e importantes. Previos presidentes no habían logrado hacerlo en el fracturado congreso brasileño. Estas son la reforma a la ley de impuestos y la reforma a ley de seguridad social. Su aprobación le generó un gran apoyo político y una confianza entre los inversionistas que se tradujeron en crecimiento económico y más popularidad para él. Quizás por eso, prefirió, al igual que Trump en su momento, ignorar la pandemia y evitar mencionar sus estragos, con la esperanza de algún día El COVID-19 “desaparecería” sin ocasionarle ningún costo político. Se equivocó, de la misma forma como le sucedió a su amigo Donald Trump.
Con el avance de la pandemia, su popularidad comenzó a decaer y decidió, entonces, impulsar un plan similar al del presidente Nayib Bukele en El Salvador con la emisión de pagos en efectivo directamente a los más desasistidos del país. Esto le hizo bien a su imagen, pero al final, el desastre ocasionado por su mala estrategia frente a la pandemia minó la popularidad que se había ganado con su política económica. Y es que el COVID en Brasil está lejos de ser controlado. Esta semana, en la que se espera la renuncia del tercer ministro de salud, Brasil enfrenta una de las peores crisis con el trágico promedio de casi 70 mil casos por día con un total de aproximadamente 300 mil muertos en una población de 211 millones de personas.
En política, los gestos, el ejemplo y la conducta de los líderes pueden llegar a ser hasta más importantes que las acciones y las estrategias concretas. Donald Trump se negó a usar máscara y al final ayudó con esa conducta irresponsable a que se produjeran más muertes evitables. Por ello, perdió la confianza de los votantes y también las elecciones. Jair Bolsonaro finalmente ha cambiado de actitud y no solo usa máscara en todos los actos públicos, sino que ha desarrollado un discurso de empatía con los cientos de miles de brasileños que han perdido a sus familiares como resultado de la pandemia. El electorado no le perdonó a Trump su falta de solidaridad con la tragedia que vivía su país y por eso ganó las elecciones en EEUU Joe Biden, quien en su campaña exhibió su empatía con el dolor ajeno como la característica más claramente definida de su personalidad. Jair Bolsonaro también ha tomado nota.
Una de las razones para este cambio radical del presidente de Brasil en su política comunicacional con respecto a la pandemia tiene que ver con la reaparición del expresidente y líder sindical Luiz Inácio Lula da Silva (Lula) en la arena política. Luego de ser exculpado por la Corte Suprema de Justicia de su país de sus cargos de corrupción, Lula ha expresado su intención de lanzarse de nuevo como candidato a la presidencia el año que viene. En el momento que lo anunciara, Bolsonaro dijo refiriéndose al gobierno de Lula: “¿Qué gobierno fue ese? Fue el gobierno cuya mayor marca fue la corrupción, y se volvió populista”, Lula por su parte, criticó más el manejo de la pandemia y la economía de Bolsonaro, a quien llamó “imbécil”.
En nuestra opinión, el lanzamiento de Lula, lejos de ser una mala noticia para los chances de reelección de Bolsonaro, puede constituir una candidatura que logre derrotar. ¿Su plan? La nueva estrategia empática con el COVID, así como un ataque frontal a la corrupción y al característico populismo estilo venezolano de da Silva. Ya veremos en 2022 los resultados.