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Grupos apoyando la nominación y confirmación de la jueza Amy Coney Barrett se reunieron afuera de la Corte Suprema el lunes 26 de octubre. | FOTO: Amanda Voisard — For The Washington Post

Grupos apoyando la nominación y confirmación de la jueza Amy Coney Barrett se reunieron afuera de la Corte Suprema el lunes 26 de octubre. | FOTO: Amanda Voisard — For The Washington Post

WASHINGTON.— El Senado, bajo control republicano, aprobó este lunes a la jueza Amy Coney Barrett para un puesto vitalicio en la Corte Suprema, cimentando así la mayoría conservadora en el máximo tribunal, haciendo caso omiso a las objeciones y advertencias demócratas sobre extremismo judicial.

Con 52 votos a favor y 48 en contra, el Senado confirmó a Barrett, quien fue nominada por el presidente, Donald Trump, hace exactamente un mes, tras la muerte de la jueza Ruth Bader Ginsburg el pasado 18 de septiembre.

A sólo ocho días de las elecciones generales, su confirmación es una importante victoria política de Trump, quien ganó la presidencia en 2016 con promesas de poblar los tribunales federales con jueces conservadores.

Barrett es el tercer nombramiento de Trump para la Corte Suprema, detrás de Brett Kavanaugh en 2018, y Neil Gorsuch, el año anterior, y es apenas la quinta jueza en la historia del máximo tribunal.

Con su desembarco, Barrett inclinará la balanza hacia los conservadores, con 6-3, una vez que tome juramento en un acto privado mañana, martes, ante el presidente de la Corte Suprema, John Roberts.

Barrett, de 48 años, participó en una ceremonia especial en el césped sur de la Casa Blanca, donde Trump elogió su historial y afirmó que ésta hará dictámenes con una “lectura fiel de la Constitución”, y “no legislará desde el estrado”.

“Este es un día transcendental para Estados Unidos, para la Constitución de Estados Unidos y para el imperio de la ley justo e imparcial”, afirmó Trump ante unos 200 invitados, que incluyeron líderes republicanos del Senado.

“Sin filias ni fobias”: las promesas de Barrett

Por su parte, Barrett repitió sus promesas de actuar con independencia jurídica, al señalar que los jueces federales, contrario a los legisladores, no están endeudados con los votantes.

Barrett insistió en que todo juez federal actúa con independencia del Congreso y del Ejecutivo y de sus creencias personales, y se ciñe a la Constitución y la independencia jurídica.

“El juramento que he hecho solemnemente significa, en su esencia, que realizaré mi trabajo sin filias ni fobias, y que lo haré independientemente tanto de las ramas políticas (del gobierno) como de mis propias preferencias”, prometió Barrett, tras tomar juramento ante el juez Clarence Thomas.

Pero su confirmación enfrentó el rechazo de grupos cívicos, pro-inmigrantes y defensores de los derechos reproductivos de la mujer, que condenaron su mutismo sobre temas de envergadura nacional.

La confirmación de Barrett “es un ataque directo a las comunidades inmigrantes, particularmente a los inmigrantes LGBTQ, a las mujeres inmigrantes e inmigrantes minoritarios, que afrontarán toda la fuerza de los esfuerzos de Coney Barrett por desmantelar el cuidado de salud, los derechos reproductivos, y programas como DACA y el TPS”, advirtió Sanaa Abrar, directora de abogacía del grupo United We Dream Action.

Según Abrar, el silencio de Barrett respecto a la separación de familias en la frontera sur “confirma que, como jueza de la Corte Suprema, ella dará luz verde a los abusos más atroces contra nuestras comunidades”.

Abrar instó a los latinos a que voten contra los senadores republicanos que la confirmaron, “para que no puedan tener otros seis años para causar daño y trauma a nuestras comunidades”.

María Teresa Kumar, presidenta y principal ejecutiva del grupo Voto Latino, afirmó que nada justifica la confirmación de Barrett, cuya audiencia “fue una farsa” porque no reveló sus creencias ni intenciones desde el estrado.

“En vez de ayudar al país en medio de una pandemia, los republicanos del Senado optaron por distorsionar a la Corte Suprema durante décadas, y les debería dar vergüenza. Los votantes en todo el país recordarán esto mientras sigan yendo a las urnas en cifras récord”, aseguró Kumar

Por su parte, Thomas Sáenz, presidente y abogado general de MALDEF, argumentó que el Senado debió haber hecho un mayor escrutinio de Barrett, especialmente en asuntos que atañen a la creciente comunidad latina.

“Nuestra nación ya no puede darse el lujo de pasar por alto la prominencia de la comunidad latina al evaluar a posibles jueces” para el cargo vitalicio, dijo Sáenz en una carta enviada al Senado.

El historial conservador de Barrett

En su historial de tres años como jueza de apelaciones del Séptimo Circuito, Barrett ha emitido dictámenes que, según sus detractores, dan pista de lo que haría desde la Corte Suprema.

Barrett votó dos veces contra el derecho al aborto, y dictaminó contra los inmigrantes en el 88% de los casos ante su tribunal, según un análisis del grupo “Accountable.us”. En junio pasado, Barrett escribió la opinión de la minoría de su tribunal, que respaldó la regla de la “carga pública” contra inmigrantes que soliciten la residencia permanente.

También ha estado vinculada con organizaciones ultraconservadoras opuestas a los matrimonios gay.

Todo ello, según activistas, ayudaría a avanzar la agenda de la derecha en asuntos como la tenencia de las armas, las restricciones al voto, y del derecho al aborto -consagrado en el dictamen de “Roe v. Wade” de 1973-, entre otros temas.

El miércoles próximo, un día después de las elecciones, la Corte Suprema escuchará el caso “Fulton v. City of Philadelphia”, que podría determinar si las agencias privadas que reciben fondos públicos, entre éstas proveedores de casas de crianza (“foster care”) pueden negarle servicio a familias homosexuales o de ciertas religiones.

El 9 de noviembre, la Corte escuchará una audiencia oral en el caso Niz-Chavez v. Barr, que determinará los límites del gobierno federal para emitir una citación judicial contra inmigrantes indocumentados, y así agilizar su deportación.

La Corte también definirá el futuro de “Obamacare”, que ha dado cobertura médica a millones de personas de bajos recursos pero que Trump y sus aliados republicanos han querido desmantelar si proponer un reemplazo viable.

Los críticos de Barrett temen que, si Trump pierde la reelección y decide impugnar los resultados de estrechas contiendas, la jueza fallaría a favor de entregarle la presidencia.

Los progresistas se movilizan

Líderes demócratas del Congreso y grupos progresistas apuestan por una victoria del candidato presidencial demócrata, Joe Biden, para que éste “equilibre” a la Corte Suprema con el nombramiento de más jueces.

Barrett fue confirmada gracias pese a tratarse de un año electoral.

En 2016, el líder de la mayoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, frenó la confirmación del juez Merrick Garland, propuesto entonces por el presidente, Barack Obama, argumentando que lo prudente sería esperar a que el próximo presidente nombrara al nuevo miembro de la Corte Suprema.

Eso le valió críticas de hipocresía a McConnell, porque este año dijo que la situación era distinta, porque el nombramiento lo hizo el presidente de su mismo partido.

El mutismo de Barrett sobre otros temas, como la intimidación de votantes, el cambio climático, o la constitucionalidad de programas como Medicare o el Seguro Social, causó la ira de quienes temen que su conservadurismo ponga en peligro durante generaciones los derechos conquistados por las mujeres, los inmigrantes y las minorías.

Haciéndose eco de su bancada, el senador republicano por Texas, John Cornyn, afirmó que Barrett, “es ejemplo de que los jueces no juegan en un bando rojo o un bando azul”.

“Son árbitros de la jugada, llamando strikes o pelotas. Todos entendemos la diferencia entre un árbitro y un jugador, y los jueces no son jugadores” sino que se aseguran de que se siguen las reglas del juego, dijo Cornyn, al ofrecer una analogía del béisbol.

¿Una revancha demócrata?

El líder de la minoría demócrata en el Senado, Chuck Schumer, condenó las maniobras republicanas y dejó en claro que los votantes les pasarán factura.

“El pueblo estadounidense no olvidará este descarado acto de mala fe”, se quejó Schumer, al señalar que la confirmación de Barrett ha abierto una “herida” en un país ya polarizado, y ha mermado la confianza pública en las instituciones.

“Puede que ustedes ganen este voto… pero nunca recuperarán su credibilidad, y la próxima vez que el pueblo estadounidense dé a los demócratas la mayoría en esta Cámara, ustedes habrán perdido el derecho a decirnos cómo regir desde la mayoría”, sentenció.

Desde el otro lado de la Avenida Pensilvania, esas amenazas cayeron en oídos sordos, en una ceremonia en la Casa Blanca, donde Trump y los conservadores festejaban su botín jurídico.

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