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A principios de abril, el gobierno federal estableció un programa de estímulo económico para ayudar a las pequeñas empresas a mantenerse a flote durante la pandemia, y para que sus empleados pudieran continuar trabajando.
El programa más popular, llamado Paycheck Protection Program (PPP), otorga créditos destinados en un 75 por ciento a pagar la nómina de empleados. Incluso, si las empresas se comprometen a no despedir a ningún trabajador (o contratarlos de nuevo a todos), la deuda podría ser perdonada.
Pero cinco semanas después, muchas empresas de menos de 10 empleados ubicadas en áreas de inmigrantes como East Boston o Chelsea, están informando que no han recibido ningún dinero de este programa, mientras que empresas no tan pequeñas han continuado beneficiándose.
La colombiana Claudia Gallego tiene tres pequeños negocios en la Meridian St. de East Boston: Los Paisanos Market, la carnicería 1A y el bar NFarrados. Debido a la pandemia, ella y sus socios han tenido que cerrar el bar desde el 15 de marzo. Pero los otros negocios esenciales también se han visto perjudicados porque el precio de la carne ha aumentado, su clientela ha bajado porque la gente tienen miedo de salir, o simplemente no pueden comprar alimentos y lo están adquiriendo gratis en el vecindario.
Con este panorama, Gallego dice que ha perdido alrededor del 80 por ciento de sus ingresos en los últimos dos meses. «Nosotros hemos aplicado a todas las ayudas y préstamos que nos han dicho. Pero hasta ahora no hemos recibido ninguna», dijo. «Apenas salió el programa federal del PPP nosotros aplicamos, hace un mes y medio, y no tenemos una respuesta todavía».
No es la única. En East Boston, solo 5 de 115 negocios propiedad de latinos han sido aprobados para este programa, según Gladys Oliveros, Directora Ejecutiva de East Boston Main Streets.
«Es triste, y esto me duele decirlo. Ni las peluquerías, las barberías, las fotografías, las tiendas de ropa. Ninguno de ellos ha podido acceder», lamenta Oliveros, quien ha estado ayudando a muchos negocios del área a rellenar las aplicaciones en inglés.
El Director Ejecutivo de la Cámara de Comercio de Chelsea, Rich Cuthie, dice que en Chelsea la situación es muy similar y explica algunas de las razones por las cuales esto está sucediendo:
«Sabemos que las microempresas, las tienditas que tienen dos o tres empleados, no tienen relaciones con los grandes bancos», indicó. Y para un programa que distribuye el dinero a través de entidades bancarias, esto representa un problema.
«En la primera ronda, si no eras cliente de Chase Bank o JP Morgan o Bank of America o Wells Fargo. Ya sabes, ese tipo de banco que no tenemos en nuestra calle principal de Chelsea, no estaba llegando el dinero del PPP».
Betty Francisco, cofundadora de Amplify LatinX, forma parte de la Iniciativa de Acceso Equitativo al PPP de Massachusetts, que está ayudando a las empresas pertenecientes a minorías a obtener asistencia técnica para solicitar los préstamos federales.
Ella explica que el alcance en las comunidades de color, especialmente las comunidades latinas, ha estado muy atrasado, y esto es especialmente problemático en un programa que opera por orden de llegada.
«Muchos negocios no tenían la información disponible para comprender que este es un programa para el que podrían ser elegibles. Además a esto se suma la barrera del idioma, porque la mayoría de las comunicaciones estaban en inglés», dijo.
Bob Nelson, director del distrito de Boston para Small Business Administration (SBA) dice que este programa ha sido un éxito y ha ayudado a cerca de 100,000 empresas en Massachusetts, otorgando alrededor de 15 mil millones de dólares en préstamos.
La SBA define una pequeña empresa como aquella con 500 empleados o menos, lo cual es un rango bastante amplio. Betty Francisco argumenta que, tal vez, estos programas federales son buenos para algunos de ellos, pero no para todos.
«Cuando comenzamos a dar asistencia técnica profunda a estos negocios, descubrimos que muchas de estas empresas son muy, muy pequeñas. Su estructura no les permite tener ese tipo de documentos e informes necesarios para acceder a los préstamos. Y en algunos casos, no ganan suficiente dinero para siquiera aplicar», dijo.
Otra realidad es que algunos de estos negocios, dice, operan solo con efectivo y no mantienen buenos registros de sus finanzas. Otros tienen miedo del gobierno, o son adversos a endeudarse y simplemente no entienden bien si pueden beneficiarse o no.
Ante este panorama los negocios más grandes, aquellos que tienden a tener acceso a los abogados y los contadores que podrían interpretar toda la orientación rápidamente, ganaron la carrera.
La segunda vuelta
La primera ronda de esta ayuda distribuyó $349 mil millones de dólares, que se agotaron en solo 13 días.
Tras quejas a nivel nacional de que los fondos se distribuyeron de manera injusta (el promedio de los préstamos fue de $206,000), la SBA hizo algunos ajustes para poder facilitar que las empresas más pequeñas tengan acceso al programa.
Por ejemplo, permitieron que más bancos pequeños y regionales acepten solicitudes, apartaron $30 mil millones sólo para empresas con menos activos y reservaron períodos especiales de tiempo solo para que los pequeños prestamistas accedan al sistema online.
También, muchas organizaciones comunitarias y la propia SBA comenzaron a proporcionar asistencia técnica con las aplicaciones, y más negocios se animaron a participar, con respuestas positivas.
Glynn Lloyd, director ejecutivo de Foundation Business Equity, ha estado trabajando de cerca con dueños de negocios pequeños en comunidades de color para proveerles información y asistencia en varios idiomas.
«Nosotros obtuvimos buenos resultados porque teníamos relaciones con compañías, estábamos conectados con muchos bancos. Tuvimos una buena proporción de personas que recibieron sus solicitudes, las completaron y realmente recibieron algo de dinero», cuenta.
En efecto, la orientación ha sido clave para que algunos propietarios de negocios que se quedaron atrás en la primera ronda del programa, ahora hayan tenido mejor suerte.
Una de ellas es Johana Mateo, de 27 años, quien es propietaria del restaurante hondureño Los Catrachos en Chelsea, junto a sus tres hermanos. Acaban de recibir la buena noticia de que su negocio fue aprobado para la segunda ronda de préstamos del PPP, a través de PayPal. Y para ellos, esta ayuda es crucial para sobrevivir.
Mateo cuenta que, gracias a la ayuda de Chelsea Charitable Foundation, lograron obtener el préstamo. “Debido a la coalición de la que formamos parte, pudimos lograrlo. Ellos sabían exactamente lo que necesitábamos para obtenerlo. Y a partir de eso, como sabes, el proceso en sí no fue difícil”.
Aún así, hay muchas empresas en el área que no han corrido con la misma suerte. En algunos casos, se sospecha que se debe a que el propietario o uno de los propietarios es indocumentado. E incluso si declaran impuestos, y tienen empleados, no calificarían.
Hemos intentado hacer esta pregunta varias veces a Small Business Administration, pero no hemos obtenido una respuesta clara. Sin embargo, si se toma en cuenta que los indocumentados no califican para otras ayudas del paquete de estímulo económico CARES Act, es probable que ocurra lo mismo con las ayudas para negocios pequeños.
Para estos negocios cuyos dueños no tiene un seguro social, quedan pocas opciones aparte de los fondos filantrópicos o independientes de ciudades y pueblos. La ciudad de Boston acaba de abrir uno de estos, de 2 millones de dólares, sin embargo la demanda es muy alta y el dinero es poco.
Futuro incierto
En lugares como Chelsea, que ha llegado a las noticias nacionales por su alta tasa infecciosa de COVID-19, estas pequeñas tiendas ubicadas en la calle principal de la ciudad no están en una buena posición para la apertura económica.
Joseph Kreisberg, presidente de Massachusetts Association of Community Development Corporations, dice que, incluso si los fondos están disponibles para ellos, probablemente sean insuficientes para sobrevivir a largo plazo.
“Hay muchas empresas que, lamentablemente, no van a sobrevivir. Sabes, incluso si comenzamos a abrir un poco la economía, el 18 de mayo, tardará. Y creo que es discutible si algunas de estas empresas pueden funcionar de manera rentable con operaciones reducidas.
Aún no está claro cómo será el proceso de reapertura de negocios en Massachusetts, y las normas que van a regir en el estado, pero Kreisberg opina que la recuperación de estos negocios dependerá más de los consumidores que de los créditos a los que puedan acceder en el largo plazo. “¿Se sentirá la gente segura para volver a salir? Y si es así, ¿solo irán a ciertas tiendas que consideran más seguras?”.
Rich Cuthie, el presidente de la Cámara de Comercio de Chelsea, confiesa que tiene miedo de lo que podría suceder: «Podríamos perder la calle Broadway a menos que encontremos una manera de cuidar a las pequeñas empresas familiares».
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