Decidido a enfrentar una nueva experiencia, cambié mis privilegios personales y profesionales en Colombia para ir a vivir a Boston, Massachusetts. Lugar lleno de gente maravillosa y anfitrión de un buen número de las mejores universidades de los Estados Unidos y del mundo. Hablar de Boston y su área metropolitana significa desarrollo científico de punta, biotecnología e innovación. John Winthrop, fundador de Boston y primer gobernador de la colonia de la Bahía de Massachusetts dijo: “We shall be like a city upon a hill; the eyes of all people are on us” – Seremos como una ciudad sobre una colina; los ojos de toda la gente van a estar fijos en nosotros- y a juzgar por sus innumerables aportes a la humanidad, no se equivocó.
La magia de esta ciudad me inspiró para escribir dos libros en español sobre la historia de Boston. La magia de esta ciudad me llevó a vivir una experiencia muy diferente a las que había tenido en mi país de origen. La violencia narco terrorista a la que me había enfrentado la cambié, sorpresivamente, por situaciones personales ajenas a la naturaleza especial de tan bella ciudad. La crisis, entonces fue huésped y catedrática, me hizo valorar más lo que había dejado en Colombia, a entender el valor de la familia, a apreciar el abrazo de un amigo y construir en mí un espíritu más sosegado, a ser más solidario, a entender la necedad de la vanidad y la soberbia ante lo que eres. Finalmente, para mí, la oración y la decisión firme de salir adelante fueron compañeras en mi camino.
Ahora cuando en Colombia, finalizado el mes de marzo, tenemos cerca de 800 infectos por el covid–19 y una docena muertos en 25 días de crisis, y el estado de Massachusetts, en 57 días, tiene seis veces más infectados y cuatro veces más el número de muertos por el covid-19; no puedo dejar de pensar y recordar que es cierto que las crisis sacan lo peor y lo mejor de las personas. Ante esta pandemia que, cerró literalmente a este mundo globalizado e interconectado, el mensaje es para recordarnos la fragilidad humana y la estupidez de la soberbia basada en lo que tenemos.
Ante la crisis mundial del covid-19 se impuso la sabiduría de la madre tierra que hoy recupera sus espacios en el medio ambiente, con cielo más limpio y fresco, mares y ríos menos contaminados. Es decir, que la resiliencia de la tierra fue puesta a prueba y le va ganando la lucha al coronavirus.
Para esta crisis que afrontamos como humanidad, sin importar raza, color, ideología política o religiosa, ni condición económica o social, la resiliencia entendida como la capacidad de los cerca de 7 mil 700 millones de personas en la tierra para superar la adversidad y construir un mejor futuro, es el gran reto de la historia moderna de la humanidad. Pero al igual que a mí, las crisis del ser humano nos exigen tareas concretas que cumplir, fortalezas y debilidades para reconocer, habilidades para reinventarnos, inteligencia global para relacionarnos con los demás, la fe y confianza en la grandeza de ser humanos, pero, sobre todo, la capacidad de ver en la crisis una oportunidad de aprendizaje. Así que, ante el coronavirus vs la resiliencia, no nos queda más que asumir con responsabilidad, cada uno desde su papel en la sociedad, la tarea de valorar y dignificar todas las vidas humanas para que el abrazo vuelva a conectarnos en una nueva versión de nosotros mismos. Enfrentemos, pues, con espíritu bostoniano, esta nueva experiencia con la mejor parte del ser humano.
Usted puede contactar al autor escribiendo a Luis.velez2@correo.usa.edu.co