Desde sus primeros pasos, Eliud Kipchoge estaba destinado a grandes cosas. El keniano, uno de los tipos más consistentes en el mundo del atletismo, fue sumando pequeños éxitos; sin embargo, llegó a un punto en el cual no existía más competencia. Él tenía en su propio espejo a su más grande contrincante. Así es la vida de los verdaderos héroes del deporte cuando sus adversos ya no tienen las herramientas para frenarlos, mucho menos para entretener la competencia.
Así, el reto del Kipchoge era consigo mismo: ser el primer hombre en la historia en bajar de dos horas el maratón, un curso de 42 kilómetros, algo que ningún otro mortal había conquistado.
Con la meta entre ceja y ceja, el africano puso fecha a su cita con el destino. 12 de octubre. Ese sábado, Vina sirvió como sede para una ocasión especial. Todo estaba listo, cada detalle en su sitio. Entonces apareció el campeón en la línea de partida y soltó su primer paso para lo que terminó siendo toda una hazaña.
Una hora, 59 minutos y 40 segundos después, Kipchoge cruzó la meta. Lo había logrado. Todo por lo que alguna vez luchó tenía más sentido de lo normal. Bajo el lema que acompañó la carrera INEOS 1:59 Challenge, “No creo que los humanos tengan límites”, el excelso maratonista se ponía en un sitio jamás alcanzado, materializando así una de las gestas más importantes en la historia del deporte.
Pero si se miran los libros, el récord del keniano no aparece, o al menos está acompañado por un asterisco.
El récord que no fue
Al concretar el sueño, el africano sabía que su marca no procedía. La razón: se trató de un evento personal, no una competencia oficial avalada por la Federación Internacional de Atletismo. Siendo una exhibición que tenía en su norte la culminación de un logro individual, Kipchoge contó con “ventajas”.
Junto a él, otro grupo de corredores lo acompañaban. El motivo de esto era darle el ritmo de competencia, aunque las piezas se alternaban en ciertos sectores del trazado. Otro punto, una furgoneta marcaba con un láser la vía correcta, entiéndase la que menos consumía en cuando a camino, ajustando de manera artificial el andar del protagonista.
Asimismo, recibía agua y suplementos energéticos de parte de ciclistas, en lugar de las paradas que suelen tener las citas de 42 kilómetros.
Da igual
Cuando puso fecha a su sueño, Kipchoge estaba al tanto de que la Federación no iba a darle luz verde al hito por los puntos antes mencionados. Pero eso poco importó para él. De alguna manera u otra, lo logró.
“Ha sido el mejor momento de mi vida”, dijo justo después de cruzar la meta. “Cargaba una enorme presión. Me llamó el presidente de Kenia”.
Para llegar al nivel mostrado, el keniano dejó atrás todo evento en agenda en los últimos cuatro meses para poder prepararse para esta histórica exhibición.
“Soy el hombre más contento del mundo por ser el primer humano en bajar las dos horas y puedo decirle a la gente que no hay límites para el ser humano. Anticipo que más gente en todo el mundo correrán por debajo de las dos horas después de hoy (sábado)”, siguió.
Su norte, además del récord, ser fuente de inspiración y de buenas noticias para quienes lo vieron desde el lugar, así como los que siguieron cada paso desde sus hogares.
“Podemos hacer que este mundo ser más lindo y pacífico”, indicó. “Lo positivo del deporte. Quiero un deporte que sea limpio y atractivo”.
Las que sí cuentan
Parece que más temprano que tarde lo logrará. Kipchoge, campeón olímpico en Río de Janeiro 2016, tiene en Tokio una cita pendiente en la que, por qué no, se lleve los honores con un crono similar al que mostró en Viena.
Si lo hace, será muy difícil de superar. En caso de materializar por segunda vez el hecho, este último de forma oficial para los libros de récords, se juntará con atletas que lograron cosas lo suficientemente impactantes y que podría ver pasar a varias generaciones antes de ser superados.
Uno de ellos fue Wilt Chamberlain. Tal vez, el basquetbolista más dominante jamás visto, con el perdón de tipos como Michael Jordan o LeBron James. El 2 de marzo de 1962, mientras vestía el uniforme de los Warriors de Filadelfia, el interno fue figura en el triunfo sobre los Knicks de Nueva York. En aquella mágica noche, el guerrero sumó 100 puntos ante los de la Gran Manzana, marca aún vigente en la NBA.
En el tenis, hay muchas marcas importantes; sin embargo, existe una en particular que tiene un aroma a eternidad. El protagonista es el español Rafael Nadal, quien ostenta 19 títulos de talla Grand Slam, uno menos que el dueño del récord, el suizo Roger Federer. Pero El balear tiene de su lado un hecho tan disparatado como imposible de superar. Su dominio en uno de los cuatro Majors se nota por encima del resto, de ahí su enorme leyenda sobre polvo de ladrillo. En el Roland Garros, el ibérico ha pulverizado todos los calificativos, adueñándose en 12 ocasiones del título, algo que ningún otro mortal ha llegado a sumar en otro de los principales eventos del calendario.
Si de galardones se trata, el exnadador estadounidense Michael Phelps es un dios. El nativo de Baltimore llegó como una pieza con enormes opciones dentro de las piscinas, pero lo que logró fue más allá de lo esperado, especialmente en Juegos Olímpicos. Hoy en día no existe otro atleta en la historia que se haya logrado colgar tantos metales como él, 28 en total, siendo la figura que ocupa el primer puesto histórico también entre los oros, con 23. Polémico y talentoso, Phelps ha sido uno de los exponentes más dominantes en cualquier disciplina de talle olímpica.
Mientras, uno que sabe muy bien de qué va la gesta de Kipchoge es Usain Bolt. El velocista jamaiquino, también retirado, ha sido uno de los exponentes del deporte más talentosos y a su vez más carismáticos en las últimas décadas. Con cada mundial de atletismo y cita olímpica, las disciplinas de pista y campo tienen un peso especial y atención por parte de los seguidores, y en los 100 metros todos ven con ojos de emoción una corta carrera que puede generar emociones de larga data. Bolt logró eso y más en el año 2009 durante el campeonato mundial de Berlín, donde superó su propio récord en la mencionada categoría, así como en los 200 metros planos, parando el reloj en 9.58 segundos y 19.19 segundos, respectivamente. Hasta la fecha, nadie ha logrado bajar esos tiempos y, por lo visto, pasará mucho sin que se logre alterar.