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La NBA mira hacia el futuro como una liga global

Lo que en un tiempo parecía ser exclusivo, ahora encuentra figuras en cada rincón del planeta. La NBA, liga ejemplar en el mundo del deporte, encuentra tentáculos tan grandes como su deseo de hacerse sentir en todo el planeta, de ahí sus diversos mecanismos para captar el talento emergente en cualquier territorio y así alimentar a la competencia de baloncesto más importante a seguir.

El pasar de los años ha permitido que desde territorio norteamericano se explore a través de otras ventanas competitivas para captar a elementos con el talento suficiente para formar parte del prestigioso sistema, uno que en la temporada 2018-2019 vio a 108 extranjeros inscritos en las filas de los combinados que la conforman.

Aún con la presentación oficial de cada cuadro, el número podría subir.


FUTURO. El esloveno Luka Doncic (izq.) fue Novato del Año en 2018 / EFE

EFE

FUTURO. El esloveno Luka Doncic (izq.) fue Novato del Año en 2018 / EFE

Toda una historia

La tradición por el baloncesto encuentra, además de Estados Unidos, a varias naciones que a lo largo del tiempo ha puesto en marcha sus propios eventos en pro de alzarse desde el lado de las franquicias para luego potenciar a sus propias selecciones.

De la extinta Unión Soviética se desprendió la sempiterna Yugoslavia, uno de los grupos que será recordado como el que mayor talento concentró entre las décadas de 1980 y 990, grupo desintegrado ante los conflictos políticos y bélicos que dieron nacimientos a países como Croacia, Serbia y Montenegro.

Nombres como los de Vlade Divac o el fallecido Drazen Petrovic adornaron por un tiempo a la NBA, llevando su acento a Norteamérica.

Toni Kukoc, por ejemplo, siempre será parte de la historia al verse en uno de los combinados más laureados que jamás haya jugado: los Bulls de Chicago de Phil Jackson que contaba con piezas como Michael Jordan, Scottie Pippen o Denis Rodman.

Después, elementos como el alemán Dirk Nowitzki, para muchos el mejor europeo que ha estado en la liga, o el canadiense Steve Nash, no solo fueron nombres de color en sus equipos, también estuvieron ahí para moldear, en el mejor plan posible, a toda una maquinaria. El primero, por ejemplo, fue figura en el primer y hasta la fecha único campeonato en la historia de los Mavericks de Dallas. Por su parte, el segundo se consagró como uno de los bases que marcó un antes y un después al involucrarse en la pintura, zona antes dominada por los gigantes.

El efecto Mundial

Mientras los nombres de jugadores extranjeros crece y crece, la tendencia no parece bajar. Esto, en gran parte, por el propio modelo de negocio adoptado por la liga, con encuentros de ronda regular fuera de Estados Unidos, así como organización de campamentos en otros lugares del planeta.

África, América del Sur, Asia y Europa han contado con eventos que cuentan con el aval del torneo, lo cual sirve como doble vía en el cual no hay perdedores. En aquellos territorios donde antes la NBA no tenía incidencia, ahora es habitual ver a exjugadores y entrenadores enseñándole a los más pequeños sobre la teoría de la liga para ponerla en práctica.

Así, por ejemplo, fue descubierto Joel Embiid, camerunés que hoy es uno de los centros más destacados de todo el juego mientras defiende los colores de los prometedores 76ers de Filadelfia. Como ese diamante en bruto, el mundo encuentra a un sinfín de jóvenes aspirantes con el talento suficiente para hacer vida junto a los mejores basquetbolistas de la actualidad.

Ahora, el calendario fue favorable, pues, pese a que aún falta un mes para que suba el telón de la 2019-2020, recientemente el mundo del baloncesto encontró en China un potencial mercado que agrupó a varios hombres de otros sistemas que más temprano que tarde podrían comenzar a firmar con equipos de la liga estadounidense.

El Mundial llevado a cabo en territorio asiático y que coronó a España vio a varias naciones destacar gracias a una dinámica y estrategia elegante y a la vez eficaz. El caso del cuadro ibérico no es el único, Argentina, finalista, así como Australia y Francia, semifinalistas, dio destellos que lo que podría ser una disciplina más globalizada que en el pasado.

No en vano, aunque también combinado con una caída poco esperada del conjunto estadounidense dirigido por el mítico Gregg Popovich, los cinco mejores jugadores de la Copa del Mundo cumplieron con un patrón común: ninguno de ellos es nacido en los Estados Unidos.