La crisis humanitaria ha generado que más de cuatro millones de venezolanos hayan tenido que emigrar del país en busca de mejores oportunidades. Al menos 1.4 millones de ellos, está radicado en Colombia, por la cercanía de este país. La mayoría, necesita asistencia humanitaria y Estados Unidos trata de atenderla a través de su misión «Promesa Duradera».
Se trata del Buque USNS Comfort de la Armada de Estados Unidos, uno de los seis buques más grandes del mundo y estuvo atracado en las costas de Santa Marta, Colombia, desde el 18 hasta el 25 de agosto. Más de seis mil personas fueron atendidas en dos campamentos instalados en tierra firme y unas 100 cirugías se realizaron mar adentro.
Patologías como oftalmología, pediatría, ginecología, dermatología, neurología, entre otras patologías, se atendieron gracias a la labor de al menos 200 médicos norteamericanos, en los que destacan 10 venezolanos integrante de la Asociación de médicos venezolana-americano, VAMA, por sus siglas en ingles.
Santa Marta es parte del departamento de Magdalena, donde residen unos 24 mil venezolanos, de los cuales, hay 18 mil que tienen el Permiso Especial de Permanencia, (PEP), pero solo 4 mil se han afiliado al ´régimen subsidiado, lo que genera que mantengan una esperanza en el Buque USNS Comfort.
Muchos quieren que esta misión Promesa Duradera regrese. «Nosotros agradecemos el apoyo de Estados Unidos; en Venezuela no tenemos acceso a medicinas y mucho menos a que nos atiendan desde el sector público», comentó una señora que tiene un derrame interno en la vista y desde hace dos años, solo ve sangre. Su esperanza: ser operada.
Tristeza en la mirada
Kelly Adam es una joven madre de una niña de cuatro años. Salió del país urgida de una mejor calidad de vida, donde al menos pudiera tener las cosas básicas que en Venezuela difícilmente puede tener. Al llegar a Colombia llevó a su hija al médico y le diagnosticaron anemia falciforme. «En Venezuela solo me habían dicho que era anemia pero no me dieron detalles nunca. Ahora mi hija será atendida en esta misión que agradezco».
La tristeza de la mayoría de los asistidos era visible. Su cara lo describía. Son personas con escasos recursos, desatendidas en Venezuela y ahora en Colombia, país que aunque esté mejor económicamente, sigue teniendo problemas para la atención a los más necesitados.
El encargado de negocios de Estados Unidos en Venezuela, James Story, estuvo en Santa Marta. Allí, con sentimiento, dijo que espera prestar esta asistencia humanitaria en el país de donde fue expulsado por Nicolás Maduro. «No queremos un solo buque, queremos dos. Uno en Puerto Cabello y otro en el estado Vargas. Queremos apoyar al pueblo venezolano», exclamó conmovido al ver la necesidad de cientos de atendidos.
Aunque el Comfort de Estados Unidos cuenta con mil camas y el banco de sangre más grande del mundo, hubo personas que se quedaron sin recibir atención médica. Con ojos tristes y la voz quebrada, una señora llegó a la entrada del campamento número uno clamando ser atendida. Le respondieron que debió registrarse previamente y que ya habían llegado al límite de operaciones. La señora era venezolana.
El país con las mayores reservas petroleras del mundo hoy expulsa a sus hijos. Son más de cuatro millones de venezolanos que andan en la calle, en América y en otros continentes deambulando, clamando por atención, por comida, por asistencia. Son muchos en la región, que mantienen su esperanza puesta en el Comfort, porque en su país de origen, difícilmente puedan ser atendidos de la misma manera.