Tras el partido del 15 de junio en San Salvador que ganó 3 a 0 la selección de El Salvador a Honduras, se avivaron los sentimientos nacionalistas en los pueblos de ambos países pero también los de odio y de violencia. Para el 22 de junio la totalidad de salvadoreños expulsados sobrepasaba los 3,500 compatriotas que habían llegado por las diferentes zonas fronterizas.
A raíz de las constantes presiones de las distintas gremiales empresariales y de las asociaciones sindicales y académicas del país que le achacaban al gobierno pasividad y “debilidad” ante los hechos atroces que estaba realizando Honduras en contra de los compatriotas, el 26 de junio El Salvador por fin decidió romper relaciones diplomáticas con la vecina nación y ante una inminente conflagración las fronteras con el vecino país se reforzaron con elementos del ejército, algunos de ellos sobrevivientes de ese conflicto.
“Continúan ocurriendo en esa República homicidios, vejaciones y violaciones de mujeres, despojos, persecuciones y expulsiones masivas de que se ha hecho víctimas a millares de salvadoreños por el solo hecho de su nacionalidad, sucesos que no tienen precedente histórico en la región centroamericana ni en América”, planteó el gobierno de Fidel Sánchez Hernández, en la carta enviada por el canciller salvadoreño José Francisco Guerrero a su homólogo de Honduras, según el libro “El conflicto Honduras-El Salvador, Julio 1969”, del historiador Carlos Pérez Pineda.
El Diario de Hoy y los periódicos nacionales de la época seguían reportando y dedicando las portadas y páginas interiores a las historias trágicas de los compatriotas que contaban en detalle cómo habían sido despojados de sus bienes en suelo hondureño e inclusive de cómo habían visto a sus mujeres ser violadas o a sus familiares asesinados salvajemente por las turbas de la “Mancha Brava” con el respaldo de pobladores y de algunos jefes militares.
Los periódicos locales destacaban y criticaban el lenguaje incendiario y violento que la radio oficial HRN de Honduras utilizaba para azuzar a sus ciudadanos y para despotricar contra los salvadoreños que por años habían vivido y trabajado en ese país. Hojas volantes en contra de los salvadoreños se esparcían por toda Honduras.
Sin embargo, algunos medios o periodistas salvadoreños también se vieron influenciados por el nacionalismo y alzaron la voz más de la cuenta, reseña el libro de Pérez Pineda.
A esas alturas los gobiernos ya habían adelantado sus tropas y equipos bélicos a las zonas fronterizas donde antes de estallar la guerra se vivieron pequeños enfrentamientos que ya presagiaban que el conflicto era algo inevitable.
Fuente: El Salvador