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Cada vez más pacientes se van de las salas de emergencias en contra de los consejos médicos, y los expertos lo adjudican al excesivo número de pacientes.

En California, por ejemplo, unas 352.000 visitas a salas de emergencias en 2017, terminaron cuando los pacientes se marcharon después de ver a un doctor, pero antes de completar su atención médica. Eso representa un aumento del 57%, o 128.000 incidentes, desde 2012, según datos de la Oficina de Planificación y Desarrollo de Salud del Estado.

Otros 322.000 pacientes abandonaron la sala de emergencias sin ver a un médico.


Varios administradores de hospitales apuntaron al hacinamiento como probable disparador de la tendencia. Las visitas a las salas de emergencia de California crecieron casi un 20%, o 2.4 millones, de 2012 a 2017.

Los tiempos de espera en California siguen siendo más altos que el promedio nacional. En 2017, el tiempo promedio para un paciente de urgencias antes de su ingreso en el hospital en todo el país era 80 minutos más corto que en California. Sin embargo, cuatro estados —Maryland, Nueva York, Nueva Jersey y Delaware— registraron tiempos de espera todavía más largos.

«La mayoría de los pacientes están enfermos, pero no en estado crítico», señaló el doctor Steven Polevoi, director médico del departamento de emergencias del UCSF Helen Diller Medical Center en Parnassus Heights. «La atención de emergencia no siempre equivale a atención rápida».

Cuando un paciente sale de la sala de emergencias después de ver a un médico, pero antes de que el médico le autorice a marcharse, la oficina de planificación clasifica ese encuentro como «marcharse contra la recomendación médica o atención interrumpida». La definición incluye encuentros en los que un médico explica cuidadosamente los riesgos para el paciente y le pide que firme un formulario, pero también casos en los que el paciente simplemente interrumpe la atención y sale corriendo por la puerta.

Los pacientes que dejan la sala de emergencias demasiado pronto «se exponen a un mayor riesgo de morbilidad e incluso de mortalidad», aseguró Polevoi, un punto del que se hicieron eco otros médicos.

La doctora Verónica Vásquez-Montez, directora médica de la sala de emergencias del Good Samaritan Hospital de Los Ángeles, contó que a veces tiene «conversaciones difíciles» con pacientes enfermos que quieren dejar la sala de emergencias, a menudo citando responsabilidades urgentes.

«Si mueres por esto», les dice, «no podrás ayudar a quien cuidas».

Uno de sus pacientes estaba en alto riesgo de sufrir un derrame cerebral grave, pero insistió en que tenía que salir de la sala de emergencias para cuidar a su mascota.

«¿Adivina por qué regresó? Un accidente cerebrovascular grave», señaló Vásquez-Montez, quien es también profesora en la University of Southern California’s Keck School of Medicine.

«Cuando los pacientes llegan a urgencias, son atendidos en unos 5 minutos por una enfermera titulada y, en promedio, un proveedor los ve en un período de 30 minutos», escribió Thomas en una declaración.

Cuando un paciente enfermo está a punto de salir de la sala de emergencias, los médicos deben determinar por qué quiere irse, asegurarse de que el paciente es capaz de tomar una decisión sensata, involucrar a amigos y familiares, explicar el curso del tratamiento y, si nada funciona, hacer los arreglos necesarios para una atención de seguimiento rápida, señaló el doctor Jay Brenner, director médico del departamento de emergencias del Upstate University Hospital-Community Campus de Nueva York y coautor de varios estudios sobre los pacientes que se van en contra de las recomendaciones médicas.

«Cuando alguien pide irse», dijo Brenner, «tiene que ser una prioridad que esté justo por debajo de un paro cardíaco».

Phillip Reese es especialista en periodismo de datos y profesor asistente de periodismo en la California State University-Sacramento.

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