ir al contenido

EDITORIAL | Crimen y corrupción: banderas electorales convertidas en boomerang

Durante las pasadas elecciones en Brasil y México, los mensajes que llevaron a Jair Bolsonaro y a Andrés Manuel López Obrador (AMLO) a la presidencia de sus países estuvieron estratégicamente anclados en su supuestamente contundente compromiso por erradicar la letal simbiosis entre corrupción y crimen.

El hartazgo de ambas sociedades contra la violencia y el crimen organizado, los convirtió en ganadores con amplio margen. Desafortunadamente en el momento de acudir a las urnas electorales, los votantes no se dieron cuenta de las contradicciones en los mensajes de ambos. Por ejemplo, mientras Bolsonaro abogaba por el cese a la violencia, proponía una liberación a la posesión de armas. Por su parte, AMLO al prometer libertad de prensa como nunca antes en la historia de México, acusaba de “fifís” a periodistas que no le gustaban y los tildaba de “conservadores” disfrazados.  A pocos meses de ser electos, las consecuencias de esas contradicciones no se han hecho esperar, la violencia continua y según algunos, peor en ambos países.

En Brasil, el presidente Bolsonaro no hizo esperar su promesa electoral y en apenas 15 días después de tomar posesión firmó el decreto para liberar la posesión de armas, es decir, permitir a los ciudadanos tener armas en sus casas. Este decreto dejó sin efecto el Estatuto de “desarmamiento”, aprobado por el gobierno de Lula en 2003. Hoy Luiz Ignacio Lula cumple condena por corrupción en las cárceles de Brasil, así que no somos defensores de su gestión en ese sentido, pero quizás en lo de promover el desarme de la población, sí.

Mantente informado con los temas más relevantes de política, economía, comunidad latina y salud. Suscríbete aquí a nuestros newsletters.

Desafortunadamente para Brasil, la tragedia junto con el decreto de Bolsonaro tampoco se hizo esperar y el 13 de marzo pasado en la escuela Raúl Brasil en Suzano, Sao Pablo, se produjo una masacre perpetrada por dos estudiantes de dicho colegio donde murieron 10 personas, incluidos los atacantes y donde 11 personas mas resultaron heridas. ¿Fue esta tragedia producto del decreto presidencial? Quizás sí o quizás no.  Lo cierto es que la popularidad de Bolsonaro ha bajado estrepitosamente desde ese terrible crimen.

Por otra parte, los asesinatos en México han alcanzado cifras récord en los primeros tres meses de 2019. La violencia no cesa y se han registrado 8 mil 493 homicidios, 9,6% más que en el mismo periodo de 2018, según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública. Esto a pesar de que lo primero que hizo AMLO fue decretar la creación de la Guardia Nacional para reprimir ¿a quienes?

La ultima tragedia fue el pasado sábado 20 de abril en Minatitlán, estado de Veracruz, México donde murieron 13 personas, entre ellas, un niño durante un ataque a una fiesta familiar. Lo brutal del ataque es desafortunadamente algo que quizás el presidente López Obrador no hubiese podido evitar en su corta presidencia. Sin embargo, lo que sí ha podido hacer y no lo hizo, fue declarar a la prensa los detalles de la masacre en las siguientes horas tras el suceso para ayudar a la captura de los culpables, pero se abstuvo, ¿por qué?

Y es que como lo ha dicho en varias oportunidades, AMLO no confía en la prensa “fifi” pues los define como: “los que no quieren un cambio, alguien que esta a favor de un régimen autoritario y que simula, finge ser un liberal”. Al igual que Donald Trump, de derecha, AMLO de izquierda, se ha dedicado a descalificar la prensa. Y es que los populistas son una plaga contra la libertad de expresión vengan del rincón ideológico que sea.

En este momento Brasil, México y Estados Unidos tienen mucho que aprender de quienes eligieron como sus presidentes y de los mensajes contradictorios que los electores no leyeron antes de ir a las urnas electorales. Que sea lo mejor para todos, pero por favor aprendamos de la experiencia.