El papa Francisco proclamó este domingo santo al arzobispo de San Salvador Oscar Arnulfo Romero, asesinado en marzo de 1980 mientras oficiaba misa. El ya conocido como “San Romero de América” fue canonizado en una ceremonia en la que también elevó a los altares a otros seis beatos, entre ellos el papa Pablo VI.
Unos 7 mil salvadoreños llegaron a Roma para asistir a la canonización, a los que se les unieron también muchos inmigrantes que viven en el país, que llenaron la plaza de San Pedro con los colores azul y blanco de su bandera. Entre los miembros de la delegación salvadoreña hubo un grupo de jóvenes residentes de Boston, que se reunieron con el Papa Francisco y pidieron apoyo en su lucha por mantener el Estatus de Protección Temporal (TPS).
En El Salvador, miles de peregrinos también fueron testigos de la ceremonia desde las diferentes iglesias en las que se transmitió la ceremonia en tiempo real y no dejaron de sentir emoción.
“Es una gran felicidad que en nuestro país hayamos sido bendecidos con un Santo, es una bendición plena. Es justicia lo que ha hecho la iglesia con él. Dios ha venido hacia nosotros, a este país tan pequeño a través de Monseñor Romero”, dijo Edith Arteaga.
“Yo he sentido felicidad desde que estuve en su entierro. Desde ese día yo lo he sentido que es Santo, se lo he dicho a mis hijas, que yo siempre he tenido a Monseñor Romero en la mente y ahora le doy gracias a él por haberme permitido llegar a este momento que lo nombran Santo, es una felicidad para el pueblo”, expresó Lilian Flores.
Para la ocasión y como homenaje al arzobispo, Francisco llevó el cíngulo -el cordón con borlas que se ata a la cintura- aún manchado de sangre que portaba Romero cuando fue asesinado por un comando de un disparo en el pecho el 24 de marzo de 1980, mientras oficiaba misa en el hospital de enfermos de cáncer La Divina Providencia, de la capital salvadoreña.

Foto: EDH/Jessica Orellana
IGLESIA. Católicos salvadoreños reaccionan en el momento en que Óscar Romero es declarado santo de la iglesia católica
Además, se eligió una reliquia de Romero para ser expuesta en el altar durante el acto, junto con otra de Pablo VI. Se trata de partículas de la costilla que le extrajeron al arzobispo salvadoreño durante la autopsia practicada tras su asesinato.
“Me dio escalofríos al momento en el que el papa Francisco lo nombró Santo, sentimiento y lloré de la emoción, porque deseábamos que Monseñor Romero fuera Santo. Decíamos que tanto que luchó por este pueblo y me siento orgullosa de vivir en este país, pequeño en tierra pero grande en corazón”, aseguró Ana Cecilia de Villalta.
“Me sentí muy emocionada cuando lo nombraron Santo porque verdaderamente he descubierto que Monseñor Romero fue una persona que luchó por el pueblo cuando habían tantas injusticias, asesinatos (…) Nadie decía nada y él fue el único que pudo alzar su voz sin temor”, dijo Sarai Alfaro.
Francisco utilizó como es habitual la formula en latín para proclamar la santidad del obispo y pedir que fuese inscrito en los libros de los santos de la Iglesia.
Después, el papa pronunció la fórmula en latín para proclamar la subida a los altares de los nuevos santos, entre ellos Romero.

Foto: EDH/Josué Parada
“Después de haber reflexionado largamente e invocado la ayuda divina y escuchando el parecer de muchos de nuestros hermanos obispos, declaramos santos a los beatos…”, leyó el papa argentino.
Continuó: “Y les inscribimos en el Catálogo de los Santos y establecemos que en toda la Iglesia sean devotamente honrados entre los santos”.
“Como todo salvadoreño sentí una emoción enorme cuando lo nombraron Santo, alegría, al fin se hizo justicia en un caso que nosotros como salvadoreños ya lo habíamos hecho Santo. En mi caso sentí mucha emoción porque se hizo justicia”, explicó Estanislao Santos.

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IGLESIA. Feligreses aplauden la canonización de San Óscar Romero
“Cuando el papa Francisco lo nombró santo me sentí gozosa, porque lo hemos esperado por 38 años, yo fui de la juventud que acompañamos a Monseñor Romero en los años 1980 y ahora hemos concluido ese ciclo. Yo fui de las comunidades eclesiales de base y estamos gozosos porque luchamos porque Monseñor Romero fuera llevado a los altares”, enfatizó Lilsi Murillo.
En la ceremonia estuvieron presentes, entre las delegaciones internacionales, el presidente salvadoreño, Salvador Sánchez Cerén; el de Chile, Sebastían Piñera; el de Panamá, Juan Carlos Varela, y la reina Sofía de España, a los que el papa saludó al final del acto.