El entusiasmo del doctor Michael Holick por la vitamina D puede describirse como extremo.
El endocrinólogo de la Universidad de Boston, quien es quizás el mayor responsable del gigantesco fenómeno de pruebas y ventas de vitamina D que ha generado unos mil millones de dólares, utiliza él mismo suplementos y leche fortificada. Ha escrito libros alabando a la vitamina D, y ha advertido en varios artículos académicos sobre una «pandemia de deficiencia de vitamina D» que explicaría enfermedades y una salud deficiente en todo el mundo.
Su obsesión es tan intensa que cuestiona las teorías sobre la desaparición de los dinosaurios. ¿Y si la consecuencia de ese asteroide de hace 65 millones de años no fue la falta de comida, sino los huesos débiles que siguen a la falta de luz solar? «A veces me pregunto», escribió Holick, «¿murieron los dinosaurios por raquitismo y osteomalacia?»
El papel de Holick en el diseño de pautas nacionales sobre el consumo de vitamina D, y la aceptación de su mensaje tanto entre los médicos como entre los gurús del bienestar, han disparado las ventas de suplementos vitamínicos a $936 millones en 2017. Nueve veces más que en la década anterior. Las pruebas de laboratorio para detectar deficiencia de vitamina D también han aumentado: los médicos recetaron más de 10 millones para los pacientes de Medicare en 2016, un aumento del 547% desde 2007, a un costo de $365 millones. Aproximadamente 1 de cada 4 adultos de 60 años o más toma ahora suplementos de vitamina D.
Pero lo que ignoran los estadounidenses que se han dejado llevar por la locura de la vitamina D es que la industria ha estado financiando a Holick. Según una investigación de Kaiser Health News, el doctor ha utilizado su posición de privilegio en la comunidad médica para promover prácticas que benefician financieramente a las empresas de las que ha recibido cientos de miles de dólares, incluidos los fabricantes de fármacos, la industria del bronceado bajo techo, y uno de los laboratorios comerciales más grandes del país.
En una entrevista, Holick reconoció haber trabajado, desde 1979, como consultor para Quest Diagnostics, que realiza pruebas de vitamina D. Holick, de 72 años, dijo que los pagos que recibe de la industria «no me influencian en términos de hablar sobre los beneficios para la salud de la vitamina D».
No hay duda que la vitamina D es importante. Su falta hace que los huesos se vuelvan delgados, quebradizos y deformes, causando una afección llamada raquitismo en los niños y osteomalacia en los adultos. El tema es cuánta vitamina D es saludable y qué nivel constituye deficiencia.
La influencia de Holick en la configuración de ese debate comenzó en 2011. A fines del año anterior, la prestigiosa National Academy of Medicine (entonces conocida como Institute of Medicine), un grupo de expertos científicos independientes, emitió un informe exhaustivo de 1,132 páginas sobre la deficiencia de vitamina D. Llegó a la conclusión de que la gran mayoría de los estadounidenses obtienen niveles suficientes del nutriente a través de la dieta y la luz solar, y se aconsejó a los médicos realizar pruebas solo a pacientes con alto riesgo de trastornos relacionados con la vitamina D, como la osteoporosis.
Unos meses más tarde, en junio de 2011, Holick supervisó la publicación de un informe que proporcionaba una visión totalmente diferente. La investigación, publicada en la revista científica Journal of Clinical Endocrinology & Metabolism, se hizo en nombre de la Endocrine Society, el grupo profesional más importante del campo, cuyas pautas son ampliamente utilizadas por hospitales, médicos y laboratorios comerciales en todo el país, incluida Quest. La Society adoptó la posición de Holick de que «la deficiencia de vitamina D es muy común en todos los grupos de edad» y abogó por una gran expansión de las pruebas de vitamina D, dirigida a más de la mitad de la población de los Estados Unidos, incluidos los negros, los hispanos y las personas obesas, grupos que suelen tener niveles más bajos de vitamina D.
Las recomendaciones representaron una ganancia imprevista para la industria de la vitamina D. Al abogar por pruebas generalizadas, la Endocrine Society canalizó más volumen de negocio hacia Quest y otros laboratorios comerciales. Las pruebas de vitamina D son ahora la quinta prueba de laboratorio más común cubierta por Medicare.
La industria de la vitamina D se vio beneficiada por las recomendaciones de otra manera clave. A diferencia de la National Academy, que había concluido que los pacientes tienen suficiente vitamina D cuando sus niveles sanguíneos son iguales o superiores a 20 nanogramos por mililitro, la Endocrine Society dictaminó que los niveles de vitamina D deben ser mucho más altos, al menos 30 nanogramos por mililitro. Muchos laboratorios comerciales, incluidos Quest y LabCorp, adoptaron el estándar superior.
Pero no hay evidencia de que las personas con un nivel más alto sean más saludables que las que tienen un nivel más bajo, dijo el doctor Clifford Rosen, científico principal del Maine Medical Center Research Institute y coautor del informe de la National Academy. Al utilizar el estándar más alto establecido por la Endocrine Society se crea la percepción de que hay una epidemia, explicó, porque indica que el 80% de los estadounidenses tienen niveles no adecuados de vitamina D.
A los pacientes con bajos niveles de vitamina D a menudo se les recetan suplementos y se les ordena que se revisen de nuevo en unos meses, dijo el doctor Alex Krist, médico de familia y vicepresidente del U.S. Preventive Services Task Force, un grupo de expertos que proporciona consejos de salud. Para los laboratorios, «está en su interés financiero» etiquetar a los pacientes con bajos niveles de vitamina D, señaló Krist.
Holick reconoció su relación comercial con Quest y otras compañías en la declaración de divulgación financiera publicada con las recomendaciones de la Endocrine Society.
Una portavoz de Quest, Wendy Bost, dijo que la compañía busca siempre el asesoramiento de “los mejores expertos”.
Vínculos con farmacéuticas y los salones de bronceado
En «The Vitamin D Solution», Holick describe su promoción de la vitamina D como una cruzada solitaria. Sin embargo, está documentada su vinculación a la industria farmacéutica de la que recibió casi $163,000 de 2013 a 2017, según la base de datos de pagos abiertos de Medicare.
Además, Holick reconoció haber aceptado fondos de investigación de la UV Foundation, una organización sin fines de lucro de la extinta Indoor Tanning Association, que donó $150,000 a la Universidad de Boston de 2004 a 2006, destinados al trabajo de Holick. La International Agency for Research on Cancer clasificó las camas de bronceado como cancerígenas en 2009.
El doctor Christopher McCartney, presidente del subcomité de pautas clínicas de la Endocrine Society, dijo que la institución ha implementado políticas más estrictas sobre conflictos de interés desde que se divulgaron sus recomendaciones sobre la vitamina D.
Una píldora milagrosa pierde su brillo
El entusiasmo por la vitamina D entre los expertos médicos se ha atenuado en los últimos años. Una serie de pruebas no encontró evidencia de que la vitamina D reduzca el riesgo de cáncer, de enfermedad cardíaca o de caídas en las personas mayores. Y, según la mayoría de los científicos, no se sabe si la vitamina D puede prevenir enfermedades crónicas que no están relacionadas con los huesos.
Varias aseguradoras y expertos en salud consideran las pruebas generalizadas de vitamina D como innecesarias y costosas. En 2015, Excellus BlueCross BlueShield publicó un análisis que destaca el uso excesivo de pruebas de vitamina D.
Pero a pesar de los esfuerzos de Excellus por controlar las pruebas, el uso de vitamina D se ha mantenido alto, dijo el doctor Richard Lockwood, vicepresidente de Excellus.
«Es muy difícil cambiar los hábitos», indicó Lockwood, y agregó: «la comunidad médica no es muy diferente al resto del mundo, y caemos en modas».
La cobertura de KHN relacionada con el envejecimiento y la mejora de la atención de adultos mayores está respaldada en parte por la Fundación John A. Hartford.