El software Airbnb, que conecta a personas que buscan alojamiento por corto plazo con otras interesadas en rentar cuartos y apartamentos, ha tenido un crecimiento exponencial desde su creación, en 2008. Pasó de tener unas 21,000 reservas al año en 2009, a la impresionante cifra de 80 millones en 2016, de acuerdo con datos de la compañía.
Cualquier persona que tenga disponible una habitación en su casa o quiera alquilar por unos días su apartamento puede hacerlo siguiendo sencillos pasos a través de la aplicación. De este modo, Airbnb ha transformado, en menos de una década, la forma en que millones de personas viajan, creando un mercado global que incluye unas 2 millones de propiedades ofrecidas en más de 33.000 ciudades en todo el mundo.
Boston, la tercera ciudad con las rentas más altas de Estados Unidos -tras Nueva York y San Francisco-, ha sido amigable y rentable para este servicio. A penas en 2015, había 1496 propiedades ofertadas a través de esta plataforma en todos los vecindarios de Boston. Dos años más tarde esta cifra se ha casi cuadruplicado, con 4870 anuncios de alquiler, de acuerdo con datos del sitio web Inside Airbnb.
En el vecindario de East Boston, donde reside una mayoría inmigrante y gran cantidad de latinos, el crecimiento ha sido proporcional: de 45 unidades en 2015 se pasó a 260 en 2017. La mayoría (55 por ciento) son habitaciones, y el resto (45 por ciento) son apartamentos completos, de acuerdo con Inside Airbnb.
Las ventajas son claras: Airbnb ha expandido el turismo atrayendo a viajeros que buscan habitaciones bien ubicadas a precios asequibles, y la oportunidad de alojarse con huéspedes locales que pueden ofrecer recomendaciones únicas. También resulta muy conveniente para los propietarios que tienen una habitación extra en su casa y quieren sacar mayor provecho de sus propiedades o ayudarse a pagar la hipoteca.
Por obvias razones, Airbnb se ha convertido en una amenaza real para la industria hotelera, sin estar sujeta a las mismas regulaciones e impuestos que enfrenta esta. Pero también tiene repercusiones en en el mercado de viviendas local, en la economía y estado de sus vecindarios.
“La escasez de vivienda de bajos ingresos sigue siendo uno de los principales problemas en Boston”, reconoció el Alcalde Marty Walsh en una entrevista que concedió a El Planeta durante su campaña a la reelección, en septiembre. Lydia Edwards, recién elegida Concejal del Distrito 1 (que comprende East Boston, Charlestown y North End), coincide en que la crisis de viviendas «es el problema número 1 que enfrenta Boston”. ¿Cómo afecta Airbnb esta crisis?
Al preguntarle su opinión sobre el tema, el alcalde contestó: “Actualmente no tenemos los datos sobre el uso de Airbnb para calificarlo de bueno o malo para la ciudad de Boston”.
“Es un tema complejo desde el punto de vista político, entonces no me sorprende que [el alcalde Walsh] haya evadido la pregunta”, opina Andrés Del Castillo, organizador comunitario en East Boston para City Life/Vida Urbana, una entidad sin fines de lucro que se encarga de dar apoyo e información a inquilinos en Boston.
“Hay muchos residentes que subsidian su hipoteca o su propio alquiler sub arrendando un cuarto del apartamento donde viven, por Airbnb. Si el alcalde se posiciona contra de eso, está poniendo en riesgo la vivienda de muchas personas”, dijo. De acuerdo con Airbnb, el 80 por ciento de los huéspedes simplemente rentan alguna cuarto de la unidad donde ellos viven.
“Esta situación deja muy vulnerables a muchos inquilinos, porque dependen de Airbnb para poder pagar una renta que de otra manera no podrían costear, y en la mayoría de los casos sub alquilar es ilegal y razón suficiente para pedir un desalojo”, menciona.
El costo promedio de estos alojamientos en East Boston es de $117 por noche, mucho más alto que el costo de una habitación -inclusive de un apartamento completo- a largo plazo.
Del Castillo identifica algunos problemas adicionales que trae consigo el crecimiento de Airbnb: “El mercado falsamente sube de precio, no porque los que pueden vivir ahí lo pueden pagar, sino porque se están subsidiando con cuartos en sus unidades alquilados a corto plazo a precios mucho más altos de lo normal”.
También, los propietarios prefieren tener a inquilinos de corto plazo que pagan mucho más que a inquilinos de largo plazo, disminuyendo la oferta a personas locales que podrían hacer de ese su hogar y su vecindario. “Se crea una población transitoria sin sentido de pertenencia o de comunidad con su vecindario, a la que no le preocupa mantenerlo limpio o bonito, porque no lo siente suyo”, explica Del Castillo. «Entonces estas personas no están pagando el mismo nivel de impuestos que paga un hotel y están utilizando nuestros espacios y nuestra comunidad de la misma manera. Por lo tanto, nosotros como municipio tampoco estamos recaudando los impuestos que deberíamos estar percibiendo”.
Para Del Castillo hace falta una regulación, como otras que han sido planteadas en Alemania o España, o inclusive en otras ciudades de Estados Unidos. En octubre de 2016, el gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, declaró que era ilegal alquilar viviendas en Nueva York en Airbnb para estancias de menos de 30 días. De hecho, el proyecto de ley llegó a ilegalizar la publicidad de dichas viviendas en alquiler. Del mismo modo, los legisladores de San Francisco intentaron frenar el uso de Airbnb limitando el número de días que los anfitriones pueden compartir sus hogares a solo 60 por año.
Las razones de las regulaciones parecen estar relacionadas con argumentos a favor de la comunidad. Pero no todo es color de rosa.
“Si bien estas nuevas leyes se comercializan como orientadas a la comunidad, a menudo están respaldadas por intereses adinerados”, publicó un reportaje publicado a principios de noviembre en Harvard Political Review. “Marriott International, Hilton Worldwide y Hyatt Hotels, corporaciones que han sido superadas por Airbnb en términos de valor de mercado y cantidad de habitaciones, son miembros de American Hotel and Lodging Association. La Asociación se ha atribuido el mérito de empujar legislaciones anti-Airbnb y ha delineado un plan formal para combatir los alquileres a corto plazo al «[garantizar] una legislación integral en mercados clave de todo el país”.