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La Silver Line de Chelsea será inaugurada la próxima primavera

La esperada extensión de la Silver Line, que conectará a la ciudad de Chelsea con el Downtown de Boston, finalmente tiene fecha de inauguración: abril de 2018, cinco años después de que el proyecto fue anunciado por el entonces gobernador Deval Patrick, en el año 2013.

La Silver Line de MBTA funcionará casi como un autobús pero más rápido, con paradas limitadas y un canal exclusivo que comenzará justo después de cruzar la línea de Chelsea desde East Boston.

Esta nueva alternativa de transporte representa en líneas generales una buena noticia para los residentes y trabajadores de Chelsea, una comunidad de alrededor de 38,800 personas. De acuerdo con cifras de la organización City-Data, dedicada a analizar datos demográficos provenientes de fuentes públicas y privadas a nivel nacional, 66 por ciento de los habitantes de Chelsea son inmigrantes hispanos y la mayoría de ellos hablan español como primer idioma.

«Esta será una manera fácil de llegar al aeropuerto y al distrito de Seaport», dijo el City Manager de Chelsea, Tom Ambrosino. «Realmente va a ayudar a las personas que se trasladan a esa zona”. Además de la conexión con el centro de Boston, también habrá un enlace directo con la Línea Azul del metro en East Boston, pues la Silver Line hará una parada en la estación Airport de MBTA.

A pesar de que en Chelsea hay una estación del Commuter Rail, mayormente las personas se trasladan con autobuses que en muchos casos están retrasados o no pasan con la suficiente frecuencia, especialmente durante las horas pico.

Los funcionarios estiman que casi 9.000 personas, 30 por ciento de las cuales no viajan actualmente en transporte público, usarán la nueva ruta, lo cual ayudará a descongestionar el área.

La Silver Line iba a ser inaugurada originalmente en 2016 pero hubo algunos retrasos en la construcción, que imposibilitaron cumplir con esa fecha preliminar. El presupuesto, sin embargo, se ha mantenido en 82 millones de dólares, según oficiales de MBTA.

El proyecto también incluye un traslado de la estación del Commuter Rail hacia el oeste. La nueva estación será renovada para hacerla accesible a discapacitados, e incluirá plataformas más anchas y más lugares de refugio contra el frío. Pero esta nueva estación no estará lista hasta 2019, y mientras tanto la antigua seguirá operativa.

Aunque esta nueva opción de transporte es sin duda una gran noticia para Chelsea, no todo es color de rosa. La ciudad ha tenido un boom de desarrollo en los últimos años, en parte motivado por el proyecto de extensión de la Silver Line y la construcción de edificaciones de lujo, y existe preocupación en la comunidad acerca del fenómeno del desplazamiento, conocido en inglés como “gentrification”. Esto ocurre cuando los residentes, la mayoría de ellos arrendatarios y no propietarios de las viviendas, se ven obligados a mudarse a ciudades circundantes por la subida del costo de las rentas, motivado por el desarrollo de la ciudad.

Ante esto, ha habido campañas e incentivos por parte de la alcaldía para motivar a los residentes a convertirse en propietarios. En abril del año pasado, el Concejo Municipal de Chelsea aprobó una medida para beneficiar a los residentes que viven en sus propias casas, que hace una exención de los impuestos sobre la propiedad en un 35 por ciento (antes era 20 por ciento), a las personas que poseen una propiedad de vivienda y la ocupan como residencia principal. La ordenanza no solo promueve la compra de viviendas, sino que también premia a residentes que viven en hogares de menor valor, ofreciéndoles un crédito fiscal.

Pero para inmigrantes que están obligados a tener dos y tres trabajos, no es una tarea fácil, en especial cuando los precios de las hipotecas están subiendo en la zona.

“Yo tengo 20 años aquí en Chelsea, mis hijos se criaron en esta ciudad. Pero me han subido tres veces la renta en los últimos dos años, y la última vez fue casi 400 dólares. Estamos esperando a agosto a ver si suben otra vez vamos a tener que irnos”, dice María Espinosa, una salvadoreña que trabaja como housekeeper de varias oficinas en Downtown de Boston. “Vemos que están haciendo edificios lujosos del otro lado, no queremos que nuestra comunidad se convierta en otra cosa, y es triste ver a nuestros vecinos mudarse a Lynn o a Lawrence porque ya aquí no se puede vivir”.

De acuerdo con City-Data, el costo promedio de un condominio en Chelsea es de $314,231 mientras que el ingreso medio de una familia en la ciudad es de $49,000 dólares al año.

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