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Indocumentados pero llenos de aspiraciones

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El reto de estudiar para los indocumentados

Cada año, miles de estudiantes indocumentados se gradúan de las escuelas secundarias en Estados Unidos. Algunos están protegidos bajo la Acción Diferida de los Llegados en la Infancia (DACA) que les permite matricularse y trabajar -temporalmente-, y otros no. En cualquier caso, el camino es difícil para ir a la universidad. Sin la posibilidad de acceder a ayuda financiera del gobierno, muchos asumen que no pueden continuar. Los que toman el reto y consiguen una vía para cubrir las costosísimas matrículas universitarias, tienen que lidiar también con la incertidumbre de no saber si podrán trabajar al culminar sus estudios, el miedo a la deportación de un familiar o de ellos mismos, y la frustración de no poder salir del país por el riesgo que representa no poder regresar.

El Planeta conversó con cuatro jóvenes indocumentados brillantes que están estudiando en prestigiosas universidades de Boston. Sus historias son diferentes, pero su mensaje es el mismo: estudiar vale la pena. Con la esperanza de inspirar a otros jóvenes, ellos nos cuentan cómo es posible, para un indocumentado, alcanzar el sueño de ir al college en Estados Unidos.


Alfredo Garcia, un mexicano de 25 años, estudia una maestría en la escuela de Teología de Harvard University

Alfredo Garcia, un mexicano de 25 años, estudia una maestría en la escuela de Teología de Harvard University

Sin DACA y dispuesto a quedarse para motivar a otros

Alfredo García

25 años. De México

Estudia una maestría en la escuela de Teología de Harvard University

Alfredo nació en un pueblo rural en el norte de México. Por su cercanía a la frontera con Texas, en este lugar era usual que las mujeres se quedaran con sus hijos en el hogar mientras que los hombres emigraban a Estados Unidos en búsqueda de mejor remuneración. Justamente eso fue lo que pasó con su familia. “Cuando mi madre quedó embarazada, mi padre cruzó la frontera y comenzó a trabajar como pintor de casas en Austin, Texas”, cuenta Alfredo. Su padre iba a México cuando podía, para verlos, pero el resto de la familia no pudo ir a visitarlo sino muchos años más tarde, cuando obtuvieron visas de turismo.

¿Por qué decidiste quedarte en Estados Unidos?

En una de las visitas a Austin, con el apoyo de mi familia, tenía 15 años cuando decidí quedarme a vivir a los Estados Unidos para estudiar. Desde entonces empecé a trabajar como pintor de casas durante los veranos. En high school, muchos de mis compañeros no estaban interesados en los estudios, pero yo sí. Una prima me inspiró. Ella se había graduado de la escuela secundaria ese mismo año, y yo me prometí a mí mismo ser el valedictorian de mi graduación de la escuela secundaria y dar un discurso, al igual que ella lo hizo. Decidí quedarme aquí porque desde que era niño he querido hacer algo impresionante con mi vida, vi y tomé la oportunidad de estudiar en los Estados Unidos como una oportunidad para hacer justo eso.

¿Cómo pasaste de ser un pintor que no sabía inglés a ser un estudiante universitario en EE.UU.?

Sosteniendo un diccionario, todos los días traducía al español cada palabra que no entendía.

Poco a poco aprendí el idioma. Durante high school, tuve buenos mentores y mi familia me apoyó. Cuatro años después, fui aceptado en la Universidad de Texas A&M para estudiar economía y filosofía. También fui uno de los 10 estudiantes de la Ciudad de Austin que recibió una beca de Capital City A&M Club. Mientras buscaba realizarme encontré mucha gente buena en mi camino que reconoció mis ganas y decidió ayudarme.

¿Cómo financiaste tus estudios?

La mayor parte del dinero que obtenía trabajando como pintor de casas lo ahorraba para financiar mi educación. Pasaba veranos enteros trabajando. También recibí ayuda financiera privada, así como becas y “grants” de la universidad.

¿Cuándo diste el salto a Harvard?

En el 2013, vine a Harvard a una conferencia de inmigración con dos amigos, también indocumentados. Era la primera vez que volaba en un avión, y estaba preocupado de que me detuvieran al no tener papeles. Pero cuando llegamos estábamos felices y emocionados. En la conferencia hicimos varios contactos importantes, y a raíz de eso se me presentó la oportunidad de postularme a una maestría en la Escuela de Teología. Harvard me parecía inalcanzable. Además, pensaba que era absurdo continuar con mi educación sin tener papeles para trabajar después. Pero decidí postularme. Y me aceptaron. Fue un salto de fe.

¿Qué retos enfrentaste como indocumentado? ¿Estás protegido con DACA?

No tengo DACA. Porque llegué aquí en julio de 2007, y el plazo era junio de ese año. Tres abogados me recomendaron que no aplicara. En ese momento de mi vida, ya sea por honestidad o ingenuidad, pensaba que no debía mentir para navegar el sistema. Sin embargo, eventualmente, me di cuenta que, muchas veces mentir es un recurso que nuestra gente tiene que usar para poder respirar dentro de un sistema que nos aplasta. También he tenido que preocuparme por la posible deportación de algún miembro de mi familia, e incluso por la mía propia.

Eso significa que no puedes trabajar después de graduarte…

Así es. He tenido conflicto sobre el hecho de que, a pesar de tener dos títulos universitarios, legalmente no puedo trabajar y poner en práctica mis conocimientos académicos. Como estudiante indocumentado, me parece absurdo obtener un título cuando no puedo trabajar legalmente. Lo más «lógico» sería que renuncie a la educación, pero no es lo que hice. El corazón no entiende de razones.

Como mexicano, ¿Sientes una responsabilidad de contribuir con tu país de alguna manera?

A México, no. A la gente mexicana de la que me considero parte, sí. Creo que hay una diferencia. El poeta mexicano, Octavio Paz, señaló que México siempre ha sido el proyecto de una minoría, estoy de acuerdo con esto. No siento que le debo nada a México, esto es, a los que gobiernan a México. Sin embargo, si siento una responsabilidad, por ejemplo, con las personas que están indocumentadas en este país, aunque no son todas mexicanas.

¿Te irías de Estados Unidos?

Creo que mi misión está aquí. No quiero irme. Quiero luchar y seguir abriendo caminos en este país, ver entonces hasta donde puedo llegar a pesar de las barreras legales.



Karen Centeno, mexicana de 25 años, estudia una maestría en la Escuela de Teología de Boston University

Karen Centeno, mexicana de 25 años, estudia una maestría en la Escuela de Teología de Boston University

“Tan sólo con lucir diferente al estándar, ya hay razón para la discriminación”

Karen Centeno. 25 años. De México

Estudia una maestría en la Escuela de Teología de Boston University

Karen Centeno llegó a Estados Unidos antes de cumplir los 3 años de edad. Sus padres la trajeron desde México hasta Phoenix, Arizona, donde creció.

Cuenta que de niña le gustaba mucho la escuela y varios mentores la entusiasmaron para que fuera a la universidad. Pero en el camino se encontró con algunas barreras.

¿Fue difícil ir a la universidad?

Mientras estaba en high school me di cuenta de que no tenía acceso a muchos de los recursos, específicamente financieros, que muchas personas con seguro social sí podían disfrutar. Por asuntos legales te vas dando cuenta de que muchas cosas te son negadas. Por ejemplo, en Arizona, si no posees un seguro social, no puedes aplicar para la obtención de una licencia de conducir. Luego, cuando iniciaron los procedimientos de DACA y accedí a este formato, tampoco fue posible obtener la licencia. Retos legales como estos fueron los que me hicieron dar cuenta de la barrera a la que me tenía que enfrentar como ciudadana indocumentada.

Otro de los casos que viví fue verme imposibilitada a entrar a una universidad pública en Arizona y sacar partido del instate tuition, porque no podía demostrar que era ciudadana de ese estado. Esto me parece ilógico y sin sentido, pues vivía allí desde los 3 años. Tras asesorarme mejor, me recomendaron postularme a una universidad privada, pues tienen fama de apoyar económicamente a los estudiantes independientemente de su estatus migratorio. De esta manera, estudié el pregrado en una universidad privada de Arizona, y luego fui admitida para un postgrado Boston University. Ambas instituciones me apoyaron con asistencia financiera.

¿Has experimentado discriminación por tu estatus migratorio o tu condición de inmigrante?

“Con respecto al racismo, en el estado de Arizona es realmente increíble el nivel de discriminación, al igual que en el resto de los Estados Unidos, algo que personas de color tienen que enfrentar en su cotidianidad”, expresa Karen. Revela que en Massachusetts se ha sentido tan discriminada como en Arizona, pero sabe que “el racismo está en todos lados, tan sólo con verte diferente al estándar, ya hay razón para la discriminación”.

¿Qué mensaje tienes para las personas indocumentadas, especialmente los jóvenes que quieren estudiar?

Que no se den por vencidos y contacten a personas de confianza, gente de la comunidad que estén dispuestos a ayudarles y guiarles. Buscar en internet también es una buena herramienta donde se pueden conseguir grupos o fundaciones que puedan darles financiamiento para estudiar. Es una tarea difícil, pero que al final de cuentas vale la pena.

¿Qué sentiste cuando Donald Trump ganó la presidencia? ¿Qué crees que podría pasar con los indocumentados?

Para mí no fue ninguna sorpresa. Siempre supe que él tenía la posibilidad de ganar puesto que la población norteamericana tiende a ser pesimista y a tener una percepción negativa de los inmigrantes, idea que el candidato apoyaba. Yo creo que muchas personas que están en el país, por diferentes razones experimentamos tristeza y miedo al pensar las consecuencias que pueden ocurrir al tener un gobernante como Trump y su gabinete. Pero tenemos que seguir luchando para que el cambio positivo que queremos ver, se haga realidad.

¿Te irías a vivir a otro país?

No tengo esa posibilidad. Mi familia y las personas que quiero están aquí en los Estados Unidos y por esa razón, no me arriesgaría a irme sin saber si puedo volver. Sin embargo, reconozco que México, el país de donde vengo, también tiene grandes cosas y aunque tal vez las posibilidades de surgimiento económico no sean iguales, también tiene mucho que ofrecer.



Daishi Tanaka, un japonés de 19 años, estudia una licenciatura en la escuela de gobierno de Harvard University

Daishi Tanaka, un japonés de 19 años, estudia una licenciatura en la escuela de gobierno de Harvard University

Un japonés separado de su familia por un océano

Daishi Tanaka, 19 años. De Japón

Estudia una licenciatura en la escuela de gobierno de Harvard University

¿Cuál es tu historia como inmigrante?

Mi papá es japonés y mi mamá es de Filipinas, así que soy de una familia bi-nacional. Viví y crecí en Japón hasta los 6 años, cuando nos mudamos a Los Ángeles. Teníamos visas de turistas, pero por complicaciones legales íbamos a ser separados, por lo que mis padres tomaron la decisión de que nos quedáramos todos en los Estados Unidos como ciudadanos indocumentados.

¿Cómo te sientes siendo un estudiante indocumentado? ¿Cuáles son los retos que has tenido que enfrentar?

Considero que los retos a enfrentar son principalmente los legales.

Es vivir con la inseguridad de tener problemas si camino por la calle o si viajo a otra ciudad, el miedo de poder ser detenido en cualquier momento. De pequeño, temía más por mis padres ya que viajaban bastante en busca de trabajo y podían ser descubiertos. Y por otra parte, temía por mí, porque no sabía si iba a poder ser capaz de financiar mis estudios. Me siento más como un americano que como un japonés, así que el sentimiento de no encajar nunca como un completo americano es a veces desmoralizador. De los asuntos legales también surgieron los retos financieros, ya que no podíamos ser propietarios de nada. Nunca tuvimos una casa, un carro, nada para lo que se necesitara un ID o una documentación. Tuvimos que vivir en casa de familiares y amigos, y nos mudábamos cada año, lo cual significaba cambiar de escuela, y era bastante difícil no tener un estilo de vida regular.

¿Cómo lograste llegar a Harvard?

Terminé en Harvard porque me gusta trazarme metas altas, retarme y proponerme objetivos como este que nunca pensé que iba a lograr.

Me inspiró también querer mejorar la comunidad del high school en donde fui estudiante. Asistí a clases en una secundaria en Panorama City, a 30 minutos de Los Ángeles, donde conviví con muchos latinos. Esta escuela no tenía grandes recursos, ni siquiera nos enseñaban cómo ingresar a una universidad. Yo no supe de la existencia de los SATs hasta que me convertí en junior, realmente no sabíamos qué sería de la vida después de cursar la secundaria. No teníamos un asesor universitario, por lo cual me convertí en uno para ayudar a mi comunidad. Eventualmente, logré aplicar en Harvard. Tenía el deseo de hacer conocer mi historia y la de mi familia. Y me aceptaron.

Ser un japonés indocumentado no es algo usual… ¿Conoces a otros compatriotas en tu misma situación?

No conozco a ningún japonés en la misma situación, creo que es bastante raro. Pero soy mitad filipino, y muchos de los que vienen de Filipinas sí viven en los Estados Unidos indocumentados. Crecí en una comunidad latina donde mi entorno estaba en la misma situación, y percibía el estatus de indocumentado como algo que me unía a los que me rodeaban. Aunque soy un caso inusual, me siento en familia con la comunidad latina con la que crecí.

¿Tus padres están en Estados Unidos?

Mis padres y yo estuvimos en territorio americano durante unos 14 años, pero en el verano pasado ellos fueron obligados a auto-deportarse e irse cada uno a sus países respectivos, mi mamá a Filipinas, y mi papá a Japón. Estando en Estados Unidos, mis padres no tenían una buena calidad de vida, y con Donald Trump entrando al poder, no se veían venir buenas noticias con respecto a las reformas migratorias. Así que se dieron cuenta de que era mejor dejar los Estados Unidos y retirarse. Actualmente, no tengo familia con la que realmente tenga mayor conexión dentro del país.

¿Volverías a Japón o a Filipinas?

Me gustaría ir a visitar a mis padres, ya que estoy bajo la protección de DACA. Sin embargo, el invierno pasado intenté aplicar para el procedimiento que me permite viajar, pero el proceso fue tan largo que tuve que cancelar el viaje. En este momento no me arriesgaría a salir del país, por todos los cambios migratorios que están sucediendo. No se cuándo podré ver a mis padres.

¿Tienes algún mensaje para otros estudiantes indocumentados?

Mi mensaje para todos los inmigrantes sin documentos es que somos una población numerosa, que enfrentamos retos similares, a pesar de venir de tan diversas culturas y costumbres, pero que nos unimos como una gran comunidad, la cual funciona como un importante sistema de apoyo, aunque tu propio sistema de apoyo no esté presente.

¿Sientes a Estados Unidos como tu país?

Sí, siento a este país como el mío, es mi casa, pero no sé si los Estados Unidos me siente como un ciudadano suyo.



Laura Vera Ramirez, colombiana de 19 años, estudia Química en Harvard University

Laura Vera Ramirez, colombiana de 19 años, estudia Química en Harvard University

“Estudiar siempre será una buena meta”

Laura Vera Ramirez, 19 años. De Colombia

Estudia Química en Harvard University

¿Cómo es tu historia de inmigración?

Viviendo en Colombia, en el año 2000 mi papá viajó a los Estados Unidos, a Connecticut, con visa de turista. Él tenía familia allí, así que pudo trabajar por un tiempo y ahorrar para que nosotros, el resto de la familia, pudiésemos venir. Llegué a Estados Unidos un mes antes de mi cuarto cumpleaños, junto con mi mamá y mis dos hermanos, todos con visa de turista. Luego de seis meses, esta visa caducó y estamos indocumentados desde ese entonces, ya que el camino para la ciudadanía es bastante complejo.

¿Cómo llegaste a estudiar en Harvard?

Siempre me fue bien en la escuela, era una buena estudiante y me gustaba aprender. Desde muy temprana edad supe sobre nuestro estatus legal, así que nunca pensé que iba a poder ingresar a una universidad, porque la realidad es que sólo el 1 por ciento de los indocumentados logra obtener el título universitario. Pero estando en el primer año de high school, con las notas más altas de la clase, me di cuenta que podía haber una posibilidad para mis estudios universitarios. Tenía presente que para salir adelante en este país se debe trabajar arduamente, así que fue eso lo que me motivó a seguir esforzándome para ir a la universidad.

Ser indocumentada también me obligó a esmerarme más porque sabía que no contaba con las mismas posibilidades de ingresar a la universidad, como una ciudadana regular.

¿Alguna vez te sentiste desanimada o pensaste que no lo ibas a poder lograr?

Hubo personas que por inexperiencia en el campo me decían que no iba a poder lograr entrar en las universidades, sólo por mi estatus legal. Sin embargo, investigué al respecto y vi de cerca la experiencia que había tenido mi hermana tres años atrás para su aplicación a las casas de estudio, y logré mi meta.

¿Cómo hiciste para costear tus estudios?

Es difícil recibir ayuda financiera del Estado porque no ofrecen apoyo a los estudiantes indocumentados. Pero la Universidad de Harvard tiene un sistema financiero muy bueno, que no discrimina a indocumentados, y sabiendo esto, apliqué para esta universidad, en la cual me aceptaron cubriendo todos mis gastos académicos.

¿Qué te gustaría hacer después de terminar tus estudios universitarios?

A pesar de que estoy amparada por DACA, el futuro de este programa es muy incierto. Me gustaría continuar mis estudios luego del pregrado, o aplicar a algún trabajo que me acepte siendo indocumentada y que pueda, en un futuro, ayudarme a conseguir la ciudadanía.

¿Te mudarías a otro lugar?

Me gustaría quedarme en Estados Unidos. Todavía tengo mis raíces colombianas pero yo crecí aquí en este país y siento a Estados Unidos como mi hogar. Estoy estudiando francés, pues con la tramitación de un permiso especial autorizado por DACA podría hacer un curso de verano en Francia para perfeccionar el idioma. Pero, ahorita con tanta incertidumbre sobre lo que va a pasar con DACA, no me gustaría arriesgarme.

¿Cómo te has sentido con Donald Trump y con su retórica con los inmigrantes?

Sentí tristeza y molestia al saber que él ganó. Siempre existe un miedo a ser deportado, pero tengo personas a mi alrededor que están en la misma situación, quienes formamos un grupo de apoyo y estamos tratando de seguir adelante a pesar de los obstáculos. Siempre han existido personas que no están de acuerdo con los inmigrantes, pero ahora su voz se alza más fuerte cuando tienen al presidente que los respalda. Esto nos hace más fuertes como comunidad y tenemos que seguir alzando nuestra voz y exigir nuestros derechos.

¿Qué mensajes tienes para los estudiantes indocumentados?

Mi mensaje para los estudiantes que quieran una educación universitaria es que sigan adelante, que no necesariamente tienen que ir a Harvard o a una universidad prestigiosa para el pregrado. Estudiar siempre será una buena meta. Estados Unidos también es nuestro hogar, y no deben sentir que se tienen que ir o que no merecen estar aquí. Existe una beca llamada «The Dream» que apoya económicamente a los estudiantes indocumentados, y como este programa hay muchos otros que pueden apoyarlos a dar la pelea para obtener una educación universitaria.

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