Cualquier gobierno extremista es un peligro, ya sea de derecha o de izquierda, y hay suficientes ejemplos a lo largo de nuestra historia y geografía para probarlo. Sin embargo, lo más problemático es cuando la gente permite que su espíritu se quiebre y sus esperanzas desaparezcan bajo la opresión de grupos que buscan control absoluto, porque entonces todo está perdido. Ahora más que nunca las minorías, y sobre todo las mujeres, debemos mantenernos fuertes y luchar por nuestros derechos, y por los derechos de aquellos que más lo necesitan.
Ante todo, debemos exigir la libertad de prensa, y hacer prevalecer nuestro derecho a la libre expresión; derechos primordiales que son usualmente los primeros en ser usurpados por quienes están en el poder y buscan más poder. Al mismo tiempo, tenemos que tratar de mantener equidad y respeto entre todos, y no caer en la mentalidad de víctimas, porque no lo somos.
Tenemos que recordar que somos fuertes, que juntos somos más fuertes aún y que no dejaremos que nos silencien. He estado leyendo sobre los cambios que ya han llegado bajo la nueva presidencia y aquellos que se avecinan, y realmente se me encoje el corazón. A veces no creo todo lo que está ocurriendo, pero está sucediendo y no hay marcha atrás. ¿Hacia dónde vamos; hacia dónde con un país tan fragmentado y dividido, donde millones tienen visiones distintas de lo que es progreso? Lastimosamente no tengo una respuesta concreta para esas preguntas, pero creo que no debemos dejar que la violencia gane.
Ante los atropellos que se están cometiendo, la amabilidad, la empatía y la fuerza de nuestra voz deben predominar.
Amabilidad entre todos y sobre todo con aquellos más vulnerables. Empatía con cada persona en nuestro camino para tratar de entender lo que está viviendo, no juzgarla arbitrariamente y ser capaces de ayudarla de la mejor forma.
Y fuerza en nuestra voz para hacerla sentir no sólo en marchas, sino también llamando a senadores y otros políticos de distintos estados. Fuerza en nuestra voz para promover causas justas y dar esperanza al resto. Además de que tenemos que continuar educándonos y educando a los demás, porque la gente que realmente cultiva su mente y su corazón evita los pensamientos radicales y egoístas.
También tenemos que estar al tanto que el presidente #45 no está solo en lo que se refiere a su forma de pensar.
Él junto a los de su índole son una manifestación de un sistema que promueve la competencia desmedida, el egoísmo, el conflicto, la codicia, el narcisismo, y el engrandecimiento sin ética y conciencia.
Esas características negativas permiten salir económicamente adelante en nuestra sociedad a costa de la destrucción de otros y de nuestro propio planeta; una trampa de la felicidad efímera.
Desafortunadamente, estos ejemplos de falta de conciencia social, moralidad y pluralidad también permean básicamente muchos de nuestros medios de comunicación y entretenimiento. Es por eso que ahora una de las personas más poderosa del mundo personifica perfectamente estos atributos; que vale clarificar nos son atributos de los verdaderos republicanos.
La gente que está ahora en el poder es de mentalidad extrema y estrecha. El resto de nosotros, los verdaderos demócratas, republicanos, independientes y demás, debemos luchar por no permitir que esa mentalidad tan egoísta y retrógrada gane más fuerza de la que ya tiene. No podemos aceptar que los derechos por lo que han luchado tanto otras generaciones de hombres y mujeres y nuestras propias generaciones sean borrados de la historia por el capricho de unos cuantos. No podemos permitir que nuestro único hogar, la Tierra, sea maltratado y destruido por la codicia de unos pocos. Tampoco podemos buscar cambios positivos a través de los políticos y la política solamente; el cambio tiene que venir de nosotros, del verdadero pueblo.
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