Un invierno pasado escribí sobre la depresión invernal, y he decidido volver a tratar el tema, pues luego de mi nota recibí algunos correos de personas que padecían depresión invernal y de una doctora preocupada por este mal que afecta a muchos. De hecho, en varios ocasiones la depresión invernal aqueja de forma inadvertida a muchos, en especial a aquellos que desconocen el invierno. Las personas recién llegadas, sobre todo inmigrantes de países cálidos, pueden ser más vulnerables a la depresión invernal, no solo por la falta de sol y el cambio drástico en clima, pero porque muchas veces se encuentran sin el apoyo moral y social necesario para enfrentarse a tantos cambios.
Comenzaré primero por explicar de qué se trata esta depresión y qué se puede hacer para sobrellevarla. El trastorno afectivo estacional, o depresión invernal, es un padecimiento que se da en los meses más fríos cuando los días son más cortos y tenemos menos sol. La presencia o carencia de luz natural influye en la producción de ciertas hormonas, como la melatonina y serotonina, en nuestros cuerpos. Estos químicos regulan nuestro famoso reloj biológico y afectan nuestros ciclos de vigilia y sueño, niveles de energía, y estado de ánimo. Durante el invierno tenemos menos sol, por lo tanto estamos expuestos a producir menos serotonina, sobre la la cuál hablaré detalladamente más adelante.
Primero explicaré un par de cosas: Antes de tener luz eléctrica las personas armonizaban sus vidas con el ciclo natural de la luz. Apenas salía el sol y cantaba el gallo se despertaban, y ni bien había oscuridad finalizaban sus actividades. Ahora, nuestra tecnología ha interrumpido este proceso pero nuestros cuerpos todavía reaccionan normalmente al sol, por lo tanto es entendible que tengamos ganas de dormir si está oscuro. Esto se lo debemos a la melatonina, pues este mensajero químico está directamente relacionada al sueño y se produce en mayor cantidad cuando hay oscuridad. A medida que esta hormona aumenta nos sentimos más cansados y adormilados. Por otro lado, tenemos a la serotonina una hormona que aumenta con la presencia de luz solar. La serotonina regula nuestro apetito, ánimo y energía. Los niveles bajos de serotonina están asociados con la depresión y la baja autoestima. Como deben de suponer ya, sin tanto sol la producción de esta substancia disminuye, por lo que es entendible que tengamos más hambre y nos sintamos menos energizados y con ánimos.
Por lo tanto, las pocas horas de luz natural durante el otoño e invierno pueden causar un incremento en la producción de melatonina, la hormona que nos ayuda a dormir, y una disminución de serotonina, la hormona que regula nuestro apetito y energía. Y cuando el nivel de estas hormonas cambia, se pueden ocasionar condiciones perfectas para una depresión, la cual puede mejorar o empeorar dependiendo mucho del estilo de vida que llevemos.
Es importante entender y saber que es normal sentirnos menos energéticos durante el invierno pues nuestra química corporal cambia ya que estamos expuestos a luz artificial, de casas u oficinas, que no nos brindan los mismos beneficios que la luz solar. Además por lo general, la mayoría de personas tienden a ser menos activas durante los meses fríos ya que evitan actividades al aire libre, y esto es entendible. Sin embargo, hay que estar pendientes de los síntomas reales de depresión invernal. Las personas que la padecen pueden volverse indiferentes ante casi todo, no tener ganas de hacer nada, sentirse sin energía a pesar de haber descansado y comido. La depresión puede venir también acompaña de falta de sueño, ansiedad, cambios alimenticios, culpa excesiva, negatividad, cambios significativos de peso, falta de placer y hasta pensamientos suicidas. Ante cualquiera de estos síntomas es indispensable buscar ayuda profesional.
Aquí hay algunos consejos para evitar caer en una depresión invernal:
-Aprovechar cuando hay sol y salir un rato de paseo, sin usar protección solar, para recibir los beneficios de este.
-Levantarse todos los días temprano para aprovechar al máximo las horas de luz natural.
-No ir a dormir muy tarde, y tratar de mantener los mismos horarios.
-Comer una dieta balanceada. Evitar azúcares y muchos carbohidratos.
-Practicar algún tipo de deporte o bailar por lo menos 3 veces por semana.
-Meditar o hacer algo que nos haga sentir felices y tranquilos
-Hacer actividades todos los días.
-Evitar quedarnos solos y/o encerrados durante largos períodos aunque afuera haga frío.
La luz solar influye en múltiples procesos biológicos. Si observamos la naturaleza nos daremos cuenta que casi todos los seres con vida dependen del sol y actúan con relación a este. Nosotros con nuestra tecnología hemos tratado de cambiar las cosas, pero la naturaleza es más sabia y tarde o temprano pagamos las consecuencias por tratar de interferir con ella. Este otoño e invierno aprovechemos los días soleados y estemos alerta de síntomas de depresión invernal en nosotros o en nuestros seres queridos para disfrutar plenamente de nuestras vidas y las diferentes estaciones que nos ofrece también la naturaleza.