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Juan de Marcos y las Afro Cuban All Stars llegan a Boston el 8 de mayo

En la música popular, veinte años es una vida. Sin embargo, el impacto de “Buena Vista Social Club”, “Introducing Rubén González” y “A Toda Cuba Le Gusta” del grupo Afro Cuban All Stars, todavía se siente. Los tres discos fueron grabados por un pequeño sello independiente con un modesto presupuesto en La Habana, en dos semanas entre marzo y abril de 1996. Esos discos sirvieron para reintroducir al mundo el sonido clásico de la música cubana.

Al mismo tiempo, esos trabajos trascendieron las que, ya entonces, eran obsoletas prohibiciones mantenidas por razones políticas, anticipando el re-establecimiento de relaciones entre Cuba y los Estados Unidos por dos décadas. También, inesperadamente, estas grabaciones transformaron en estrellas globales a un grupo de viejos pero brillantes artistas, algunos de los cuales ya habían sido olvidados en la propia Cuba.

El director musical de esas sesiones fue Juan de Marcos González, compositor, arreglista productor, director, empresario, tresero y ganador de un Grammy. La revista Songlines, una autoridad en la llamada World Music, lo proclamó “El Quincy Jones de la música cubana”.

Mucho ha pasado con González desde esos días.

El año pasado, tuvo una residencia en el Art Institute de la Universidad de Wisconsin-Madison. Y mientras la tradición musical cubana es central en su trabajo, González, quien reparte su tiempo entre México, Cuba y los Estados Unidos, continúa incorporando elementos nuevos a su música. En Wisconsin trabajó con jóvenes raperos. A su grupo le ha agregado instrumentos que no son estándar en la música a afrocubana tales como el vibráfono y el clarinete bajo, interpretados por sus hijas Gliceria, quien es también pianista clásica y directora de orquesta, y Laura Lydia, respectivamente. Completando la presencia familiar en el grupo, Gliceria Abreu, la esposa de González, es la gerente de la banda y contribuye en la percusión afrocubana.

Hablando sobre el aniversario de las sesiones de Buena Vista Social Club, González aún suena sorprendido por el impacto de esos discos: “Nunca pensamos que grabaciones hechas por motivos culturales fueran a tener relevancia económica”.

“Lo que sí pensábamos era en hacer un tributo a la música cubana, rindiendo homenaje a esos músicos y a esa época que yo considero la época de oro de la música cubana: los años 50”, dice González, quien de joven era un fanático del rock a quién echaron del Conservatorio de La Habana, después de dos años, por “ser un poco indisciplinado”.

Su grupo Sierra Maestra, nació como una banda dedicada a recrear el sonido de la música tradicional cubana y de los grandes septetos. “En su momento eso de agarrar un grupo de muchachos jóvenes y ponerlos a tocar son, fue algo muy ‘punk’”, dijo en un reportaje. “Y de allí en más, empezamos a tocar música cubana”.

Sierra Maestra no solamente lo reconectó musicalmente con la gran tradición musical cubana sino que, de una manera impredecible, lo llevó a las sesiones de Buena Vista Social Club.

En los años 90, González encontró en Nick Gold, fundador y presidente de World Circuit, un pequeño sello londinense, un socio interesado y con una actitud empresarial. El éxito de Dundunbanza, un disco de Sierra Maestra considerado uno de los mejores de la década en World Music, lanzado por el sello de Gold, abrió la puerta a proyectos aún más ambiciosos.

La idea inicial de González era grabar dos discos: uno utilizando el formato de big band cubano, con orquestaciones de la época. Éste terminó siendo A Toda Cuba Le Gusta de las Afro Cuban All Stars. El otro iba a ser una grabación acústica, “un tributo a la música cubana de los años 30 y 40, pero con el sonido del Oriente (de Cuba), más tranquilo”. El disco, en el cual participó y del que fue productor el guitarrista Ry Cooder, finalmente tuvo como título el nombre de una de las canciones seleccionadas: Buena Vista Social Club. A medida que el proyecto avanzaba, “todo el mundo se enamoró de Rubén González y de su forma de tocar y como nos sobraba algo en el presupuesto, con eso hicimos ese disco. Yo escribí los arreglos, muy sencillos, ahí mismo en el estudio”. Un pianista excepcional con una historia muy rica, González estaba ya retirado. Ese disco que nadie había planeado, Introducing Rubén González, fue un hit internacional.

Para Juan de Marcos, esas sesiones en La Habana no sólo eran un gran proyecto musical sino que un proyecto personal. Esas sesiones eran, en gran parte, un tributo a su padre y también a los músicos que habían creado y mantenido viva esa invencible música tradicional cubana. Tal era el caso de Francisco Repilado, mejor conocido como Compay Segundo. Estos creadores no eran sólo nombres en un libro de historia. El excepcional pero casi olvidado González era su tío, y Compay era un viejo amigo de la familia y vecino, pared de por medio, por más de 40 años.

De esa extraordinaria música y esas relaciones personales profundas salió un éxito global.

“Creo que deben ser los discos hechos por artistas cubanos que más se han vendido en la historia —excepto por Gloria Estefan, y ella es pop”, dice González. “¿Grabaciones de música tradicional cubana vendiendo 12 millones de copias alrededor del mundo? Impensable”.


JUAN DE MARCOS & THE AFRO-CUBAN ALL STARS

Domingo 8 de mayo, 7:30pm

Berklee Performance Center

Boletos desde $30 en www.WorldMusic.org o llamando al (617) 876-4275