Una de las cosas más difíciles que uno puede hacer es dejar a los seres queridos y al país de uno atrás para viajar al extranjero, sin tener familiares o amigos cercanos en el nuevo lugar donde uno se radica. Desafortunadamente para muchos inmigrantes, latinos y de otros países, esta es una realidad que se vuelve más dura y dolorosa en las fechas de fiesta.
Al estar en tierras foráneas en muchas ocasiones uno se enfoca bastante en el trabajo o en cualquier medio para subsistir y olvidarse de lo que ha dejado atrás o a quienes ha dejado atrás. El profundo impacto que implica encontrarse alejado de un círculo social estable e incondicional, que usualmente nos brinda nuestro lugar de nacimiento y los familiares y amistades que tenemos allí, muchas veces sólo llega a apreciarse verdaderamente cuando ya estamos bastante lejos de este. Así mismo se vuelve doloroso recordarlo en los meses cuando usualmente hay celebraciones, y vacaciones, como por ejemplo la Navidad y el Año Nuevo.
Por suerte no todos hemos experimentado la tristeza de estar solos en fechas de tanta celebración y camaradería, pero puedo apostar a que varios conocemos a alguien que realmente no tiene a ningún familiar cerca, o un círculo íntimo de amigos, o los medios o documentos para tomar un avión y visitar a un ser querido. Lo más probable es que esa persona pase estas fechas encerrada en casa, con algo de suerte frente a un televisión viendo algo que valga la pena y en el mejor de los casos saliendo con alguien más que se encuentra en la misma situación. Creo que no es difícil imaginarse lo triste y duro que debe ser tener que encontrarse sin seres queridos mientras la gran mayoría de personas anda comprando regalos para todos y silbando villancicos. Tampoco es difícil imaginarse cómo allá en el país que uno dejo atrás lo más probable es que toda la familia se esté reuniendo para preparar algo rico y pasarla como mejor se pueda… Si conocemos a alguien que necesite del calor y amor hogareño en estas fechas, independiente de dónde sea su país de origen y cuál sea su religión, tengamos la gentileza de invitarla a nuestro hogar a compartir parte de nuestras tradiciones y ambiente familiar por más humildes o extravagantes que sean. Qué mejor manera de agradecer al destino por la generosidad que ha tenido con nosotros y extender nuestras bendiciones, o buena fortuna, a los demás.
Un espíritu solidario ayuda a generar mayor felicidad alrededor nuestro, y la felicidad es contagiosa. Esa es una de las mejores razones por la que uno puede animarse a invitar a alguien nuevo a unirse a nuestras celebraciones, aparte de un millón de razones más, como por ejemplo considerar que si nos encontrásemos solos en otro país nos gustaría conocer a alguien hospitalario, o si nuestras hermanas o uno de nuestros hijos estuviese en esa posición quisiéramos que alguien abra las puertas de su hogar para ellos. La empatía es la mejor forma de mejorar nuestra sociedad; así que pongámonos en los zapatos de los demás y seamos atentos. Y bueno, aunque no creo que estas son las únicas fechas para dar y ser más cordiales, creo que es necesario ser mucho más considerados con otros durante el mes de diciembre por la cantidad de mensajes de celebración en familia que se ven en todas partes. Así que no esperemos a enterarnos que Pepito o Susanita pasaron solos, comiendo de una lata de atún, y escuchando a los vecinos celebrar, mientras nosotros nos acordamos de la comida que sobró en nuestra mesa, o que puedo haber alcanzado para un hermano terrícola más.
Solo para su consideración. ¡Felices Fiestas!