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¡Viven!

En una entrevista realizada a uno de los sobrevivientes de la tragedia aérea de 1972 que se llevó a una buena parte de un equipo de rugby uruguayo en los Andes que dividen a Argentina de Chile, este dio una opinión que comparto totalmente: “Se necesita poner imaginación para buscar soluciones. Hay que saber innovar”.

El sobreviviente contaba que, por ejemplo, la pared de maletas, maletines y asientos que construyó el capitán del equipo apenas estrellado el avión para que el viento no entrara al fuselaje, les salvó la vida, pues si no hubiera estado esa pared, se hubieran congelado la primera noche. Otro inventó una especie de hamaca para sostener a los más heridos, fabricada con los cinturones de seguridad y dos postes de metal. También fue ingenioso el invento para derretir el hielo y tomar agua, cuestión que era más problemática que la comida (el cuerpo humano se deshidrata cinco veces más rápido a esa altura que al nivel del mar).

Finalmente, con un aislante para el frío que encontraron en la cola del avión, fabricaron un saco de dormir para la travesía de Parrado y Canessa. “Sin ese saco, hubiesen muerto congelados enseguida”, cuenta. Eso fue en el año 1972. Transportémonos al invierno del 2015 y en un escenario mucho menos trágico que el del accidente aéreo, pero igual de inspirador para muchos dueños de pequeños negocios aquí en Boston en este invierno tan inclemente que nos ha tocado vivir. Soy dueño de dos tiendas deportivas, cada una con tres empleados, cada una con propietarios a quienes les pago renta, y cada una ubicada en zonas de tránsito peatonal principal canal de promoción y captación de clientes. Igual a un salón de belleza, una barbería, un restaurante, una boutique y negocios similares.

Mis ventas diarias son vitales para poder pagar a mis empleados, la renta, y los productos. Con esta nieve he tenido que transportar a empleados, comprender a los que tienen hijos y no pueden venir a la tienda porque tienen a los niños en casa, tolerar al cliente deudor que me pide un tiempito de paciencia para el pago porque el dinero se le ha ido paleando nieve, y ver como nadie entra a comprar porque las calles están abarrotadas de nieve bloqueando parqueaderos, o la MBTA no funciona, o simplemente el gobernador ha pedido que todos nos quedemos en casa.

Y uno como dueño del negocio nunca piensa en cerrar, sino más bien, al igual que los sobrevivientes de los Andes, buscamos soluciones y tomamos decisiones rápidas para subsistir. Ahora me pregunto, ¿por qué me siento como un sobreviviente, si yo no estoy en los Andes? Mis negocios quedan en una de las ciudades más importantes de los Estados Unidos, con las mejores universidades del planeta, con una comunidad diversa, internacional e intelectual y unos gobernantes electos para servir a la comunidad. Es ahora cuando más necesitamos a los líderes de esta ciudad para que enciendan esas neuronas y planteen soluciones a este sector tan importante para el motor económico de Boston, que pareciera ser el más olvidado.

“¡Viven!” Era el titular de uno de los periódicos más importantes de Uruguay para dar la noticia que muchos de los pasajeros de aquel avión olvidado habían aparecido con vida. Los jugadores de rugby uruguayos tuvieron que caminar 74 días para conseguir otro ser humano, y hasta tuvieron que comer carne humana de sus muertos para llegar vivos.

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