Martin Luther King Jr. (1929-1968) fue un religioso estadounidense famoso por liderar el movimiento no violento para defender los derechos fundamentales ante la discriminación racial que reinaba en Estados Unidos en su época. Sus esfuerzos le valieron el premio Nobel de la Paz.
A propósito del día de Martin Luther King Jr.-que se celebra en Estados Unidos el tercer lunes de enero-, queremos recopilar algunas de sus más famosas frases, con la esperanza de que nos sirvan como inspiración para el nuevo año que a penas comienza.
Tengo un sueño, un solo sueño, seguir soñando. Soñar con la libertad, soñar con la justicia, soñar con la igualdad y ojalá ya no tuviera necesidad de soñarlas.
No soy negro, soy hombre.
Si no puedes volar, corre. Si no puedes correr, camina. Si no puedes caminar, gatea. Pero hagas lo que hagas, siempre sigue hacia adelante.
Hemos aprendido a volar como los pájaros, a nadar como los peces; pero no hemos aprendido el sencillo arte de vivir como hermanos.
Siempre es el momento apropiado para hacer lo que es correcto.
Tu verdad aumentará en la medida que sepas escuchar la verdad de los otros.
Nuestra generación no se habrá lamentado tanto de los crímenes de los perversos, como del estremecedor silencio de los bondadosos.
Si supiera que el mundo se acaba mañana, yo, hoy todavía, plantaría un árbol.
Si ayudo a una sola persona a tener esperanza, no habré vivido en vano.
Hemos aprendido a volar como los pájaros, a nadar como los peces; pero no hemos aprendido el sencillo arte de vivir como hermanos.
Nada en el mundo es más peligroso que la ignorancia sincera y la estupidez concienzuda.
La oscuridad no puede sacarnos de la oscuridad. Solo la luz puede hacerlo. El odio no puede sacarnos del odio. Solo el amor puede hacerlo.
La violencia crea más problemas sociales que los que resuelve.
Una nación que gasta más dinero en armamento militar que en programas sociales se acerca a la muerte espiritual.
Estados Unidos es el mayor exportador de violencia en el mundo.
Sostengo que quien infringe una ley porque su conciencia la considera injusta, y acepta voluntariamente una pena de prisión, a fin de que se levante la conciencia social contra esa injusticia, hace gala, en realidad, de un respeto superior por el derecho.