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En Boston por fin se siente que llegó la primavera y con ella todas sus cosas bellas. Las flores, el sol radiante, el canto de las aves, el agua de ríos y lagunas resplandecientes.

Hay tantas cosas por las que debemos estar agradecidos y por más que quiera hablar de estas cosas no podré evitar mencionar algunas negativas para poner en perspectiva lo valioso de lo que tenemos.

En estas fechas me encanta caminar por los parques y ver a la gente disfrutando, me gusta el aroma dulce de los jardines, la sonrisa de los niños, la energía en el ambiente. Los que vivimos aquí somos más dichosos y afortunados de lo que nos imaginamos. A veces nuestro enfoque está dirigido a minucias negativas y no vemos las cosas verdaderamente valiosas y grandes en nuestras vidas. Porque si lo malo viene, se acaba también. El solo hecho de vivir en un lugar donde hay paz, donde uno puedo pasear tranquilamente en un día de primavera, es razón suficiente para ser agradecidos.

Hace un par de semanas atrás me encontré con una amiga y un conocido en un restaurante, y durante el transcurso de la noche este conocido a quien llamaré aquí E.Z. me contó brevemente cómo escapó la guerra en su país natal. Con un acento bello me dijo en inglés que se sentía dichoso de haber podido escapar de un lugar en crisis y sumergido en miseria que iba más allá de la carencia económica y se elevaba a un desgarrador canibalismo cultural y étnico.

Las desgracias que E.Z. y su familia tuvieron que soportar ocurrieron hace unas cuantas décadas atrás. E.Z. me contó sobre la muerte y desaparición trágica de familiares y amigos. La pérdida del negocio de su familia, sus ahorros y la destrucción de ciudades enteras.

La desilusión al recordar esas horas de terror era clara en sus ojos, pero ahora nos encontrábamos en Boston disfrutando de bebidas y comida abundante mientras el sonido de la música, y no de balas, ambientaba nuestro alrededor, y por eso E.Z. estaba agradecido.

Y qué decir de aquellos que están sanos o relativamente saludables; esas personas lo tienen todo. Si uno no se encuentra postrado en una cama, sumergido en una depresión seria o dependiendo de medicamentos para todo, entonces puede considerarse plenamente afortunado.

Si alguien puede hablar de esto con el corazón en la mano soy yo, quien por suerte jamás ha experimentado una terrible enfermedad en carne propia, pero he visto sufrir a mi hermana quien tuvo una y convaleció por mucho tiempo. Ella estuvo internada en hospitales por casi siete meses, en terapia intensiva, incluso al borde de la muerte, y luego de vencer una infinidad de obstáculos y de hacer terapia de rehabilitación por muchísimo tiempo tuvo la suerte de volver a un ritmo de vida casi normal. Ella se cuenta entre las personas afortunadas que han tenido una segunda oportunidad.

Aquellos que se quejan de dolencias menores deberían considerar el peso de sus palabras. Al estar realmente enfermo uno tiene que soportar muchas cosas serias.

Por ejemplo mi hermana fue despojada de su privacidad, en todo sentido, soportó operación tras operación que le dejaron cicatrices permanentes, sin mencionar un sin fin de otras cosas que incluso quiero olvidar.

La admiro porque logró resistir tanto y siempre se mantuvo optimista, así que cuando me encuentro con alguien que se queja de su salud y no se cuida o con un hipocondríaco me da sencillamente pena porque subestiman la realidad de la salud y la enfermedad. Cuando me miro al espejo agradezco ser y estar relativamente saludable, pues como cualquiera uno puede tener un problemita aquí y allá, pero si uno no depende de alguien más para vestirse e ir al baño, entonces créame que lo tiene todo.

Tener paz y salud son definitivamente cosas invaluables que debemos agradecer. Como todo en la vida, así como con las estaciones, habrá momentos duros y difíciles pero eventualmente volverán las cosas buenas y el sufrimiento acabará.

Aquellas cosas malas son simplemente tan malas como nosotros lo permitimos. Todo depende de nuestra perspectiva. Todo es cíclico. Que esta primavera nos haga valorar toda la belleza a nuestro alrededor, la fuerza revitalizadora que existe en la vida, y que nos ayude a enfocarnos en aquellas cosas maravillosas que tenemos. ¡Bienvenida primavera!

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